Ignacio a Simón Rodrígues
Simón Rodrígues –uno de los primeros compañeros de
Ignacio-, introdujo la Compañía en Portugal, y fue enviado por Ignacio para ver
cómo suavizar la tensión que había entre el Rey y el Papa. El Rey favoreció a
los jesuitas, atraído por aquellos primeros conocidos, Francisco Javier y el P.
Simón.
Ignacio le pide a Simón que sea más claro en sus cartas
sobre los estudiantes que se han de enviar a Portugal, y le explica los
criterios seguidos hasta ahora. No sería poco, dice Ignacio, que perseverara la
tercera parte.
Le comenta el tenor de vida que siguen los jesuitas en
Roma, y le informa de las conversaciones con el Papa.
Liturgia:
Llegamos hoy a un momento clave en la
vida de aquel grupo de discípulos que acompañaban a Jesús, porque de entre el
grupo más numeroso, el Maestro va a escoger a doce hombres, a los que llamará
“apóstoles”, y que a partir de ahora harán la vida con él, y a los que dará
poder para expulsar demonios (Mt.10,1-7) y curar enfermedades y dolencias.
Jesús va a constituir lo que será el “colegio apostólico”, que ya serán hombres
con una proyección singular, para continuar en la historia la obra de
Jesucristo. Por supuesto que les queda mucho que vivir y aprender, que caer y
levantarse, y que ir adelante en la difícil tarea de vivir la vida de Jesús y
junto a Jesús.
A ellos les debemos nuestra pertenencia a la Iglesia,
porque ellos fueron los que continuaron la obra de Jesús. y los que expandieron
la fe por todas partes. Sus nombres los fue desgranando Jesús en una elección
que hizo a su manera y deseo.
El primero de esa lista fue Simón, el llamado Pedro. Y será el primero en todo, el
que recibe de Jesús el encargo de confirmar en la fe a sus hermanos. Junto a
Simón Pedro, está Andrés, su hermano
de sangre. Y dos discípulos que van a venir a continuación, y que serán íntimos
de Jesús –junto a Pedro- para momentos excepcionales de su vida. Son Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo.
A continuación va desgranando otros nombres que fueron de
los primeros discípulos a los que Jesús llamó a ir con él: Felipe y Bartolomé (el que en otros momentos es llamado
“Natanael”). Le sigue en la lista que nos trasmite Mateo, el nombre de Tomás, cuya llamada anterior por parte
de Jesús no consta en ninguna parte, pero que aquí se antepone al mismo Mateo, el publicano que aceptó la
llamada de Jesús.
Los nombres que vienen a continuación salen por primera vez
en esta lista de “apóstoles”: son Santiago
el Alfeo y Tadeo (el conocido popularmente en nuestros tiempos por “Judas
Tadeo”). Simón el fanático ocupa el
puesto once, y no hay más noticias expresas de él. Y sin embargo fue tan
apóstol como Pedro o Juan a Tomás.
Finalmente en el último lugar se nombra a Judas Iscariote, el botón negro de la
lista, del que siempre se acaba apostillando que fue el que entregó a Jesús. Y ya se sabe que “entrega” es a la
muerte. Dicho con otra forma, fue el
traidor. Tuvo en sus manos los mismos poderes que los demás: echó demonios
y curó enfermedades. Pero al final no supo echar su propio demonio y curar su
propia dolencia.
Es la gran prueba de la libertad con que cada cual
aceptamos o no nuestras propias responsabilidades, y las dirigimos en un
sentido o en otro. Judas tuvo en su mano ser hoy un santo al que venerar por su
fidelidad a Jesús. Y tuvo en su mano revolverse contra Jesús y acabar
aplastando todo el bien que había recibido. Y ¡desgraciado de él!, optó por
volver la espalda a su propio destino, y acabar siendo el terrible traidor que
mordió la mano misericordiosa que le tendía siempre Jesucristo, su Maestro.
Lo que va de los Once –todos ellos santos- a Judas –el
traidor- es la libertad con la que se acepta o rechaza la mano amorosa de
Jesús.
Quiere el Señor que cada uno de nosotros nos alineemos
detrás de alguno de los Once, y sepamos ser personas fieles al destino que nos
pone Dios por delante. Y que nuestra libertad, para ser libertad verdadera,
elija lo que conduce al servicio de Dios.
Los apóstoles, las columnas de la Iglesia. A ellos miramos para reencontrar el camino de Jesús y que podamos mejor seguirlo.
ResponderEliminarDios ilumine a sus sucesores, los obispos para que sigan anunciando el Evangelio verdadero.