Comienza el mes de San Ignacio de Loyola
Carta de Ignacio a Inés Pascual
Inés Pascual fue la primera mujer que encontró Ignacio en
su camino de Montserrat a Manresa, y ella se constituyó en el ángel tutelar del
peregrino. Inés Puyol (casada con Bernardino Pascual) tuvo una fuerte
contrariedad cuando murió una amiga suya muy íntima. E Ignacio le escribe una
carta exhortándola a perseverar en el servicio divino, no obstante las
dificultades. Dios no manda realizar nada sobre las propias fuerzas que él mismo
da, “antes quiere que viváis en gozo en
Él”. (Carta del 6 de diciembre de 1524)
Liturgia: Domingo 13 B, T.O.
Es un domingo de la vida. Así se abre
desde el principio con la 1ª lectura (Sab.1,13-15; 2,23-25) con una afirmación
preciosa: Dios no hizo la muerte ni se recrea en la destrucción. Que no
es que no exista muerte y destrucción, pero como dice al final, por envidia del diablo entró la muerte en el
mundo.
Dios lo creó todo
para que subsistiera. Las criaturas del mundo son saludables; no hay en ellas
veneno de muerte. Y acaba centrándose en la realidad del hombre, a quien Dios hizo incorruptible,
imagen de su misma naturaleza divina.
Que la realidad actual no es así, es evidente. Y ahí
volvemos a la conclusión del texto, en el que por la envidia del diablo
entró la muerte en el mundo.
El mundo que salió de las manos de Dios era muy otro. Y una
prueba de que es la acción humana la que ha metido la desgracia es la
percepción que podemos tener del paso del tiempo, en el que las cosas no van a
mejor. Y es que cada vez la fuerza del mal se está adueñando de la vida y está
destruyendo más la misma naturaleza.
El evangelio (Mc.5,11-43) nos trae dos hechos de vida por
parte de Jesús. El primero, con aquella mujer de las hemorragias, aburrida ya
de los remedios médicos, tras 12 años gastando todo su dinero y sin hallar la
curación de su mal.
La mujer piensa que con sólo rozar el manto de Jesús, aun
sin él saberlo, le puede acarrear salud. Y se dispone a llegar hasta él
abriéndose paso por entre el gentío. Toca con fe y se cortan sus hemorragias.
Lo que ocurre es que no ha pasado desapercibido por Jesús
aquella acción, y Jesús se vuelve y pregunta: ¿Quién me ha tocado? Los apóstoles se extrañan de la pregunta
porque en realidad Jesús iba tan rodeado de gentes que acababan empujándole.
Pero la pregunta de Jesús es mucho más honda: una cosa es empujar y otra es
TOCAR CON FE. Y lo que Jesús ha notado es que alguien le ha tocado de diferente manera. La mujer se asusta, y temblorosamente se pone
ante Jesús y le confiesa su acción. Jesús, que es autor de vida y salud, le
dice a ella con ternura: Hija, tu fe te
ha curado. Vete en paz y con salud. Se ha cumplido lo que afirmaba la 1ª
lectura: Dios es Dios de vida.
El segundo hecho de este evangelio es todavía más evidente:
ha muerto la hija del jefe de la sinagoga. Ya están las plañideras y los
actores funerarios con sus músicas de muerte. Jesús llega y dice que la niña no está muerta sino dormida…, y se
ríen de él. Pero Jesús sabía muy bien lo que decía. Y entra a la cámara
funeraria y le habla a la muerta con palabra de mando: Yo te lo digo: niña. Levántate Y la niña de 12 años se incorpora,
se pone en pie y echa a andar. Jesús ha traído la vida. Los cantos de muerte
cesan, y Jesús, con detalle de delicadeza, les dice a sus padres que le den de
comer. Pretendió Jesús que no se comentase el hecho, pero bien podemos colegir
que aquello fue como un reguero de vida en el que era imparable el comentario
de unos a otros. La vida había llegado a aquella casa.
Los hechos físicos que sucedieron en vida de Jesucristo,
eran un anuncio de otra realidad más alta a la que Jesús dirigía su mensaje. El
dirá de sí: Yo soy la resurrección y LA
VIDA, y lo que nos toca sacar en claro es que Jesús ha venido a traernos
una vida más alta, una VIDA que no se acaba, una vida frente a la muerte del
alma. Y que a eso tenemos que llegar por ese contacto que toca a Jesús desde el toque de la fe y de la vida recta, y que se deja tocar y escuchar el mandato de
Jesús: Yo te lo digo: levántate.
Sea esta EUCARISTÍA de hoy la que nos impulse en esa
dirección de vida más profunda en nuestra fe, y que al participar de esta
celebración se produzca ese contacto vivo por el que Jesús se sienta
verdaderamente tocado por una fe absoluta, que nos dé salud. Y tengamos la gran
experiencia íntima de Jesús que nos toma de la mano para hacernos caminar en su
terreno de vida.
Al Dios de la vida y la esperanza elevamos nuestro corazón y le pedimos.
-
Porque vivamos la alegría de ser hombres y mujeres abiertos a la vida,
a toda la vida, antes de nacer y también en la vejez, Roguemos al Señor.
-
Porque nuestra fe sea profunda y llegue a tocar el Corazón de Dios, Roguemos al Señor
-
Porque nos dejemos levantar de nuestros fallos por la mano amorosa de
Jesús, Roguemos al Señor.
-
Porque la Eucaristía de este día nos haga sentir como dicho a nosotros
los mensajes de la Palabra de Dios que hemos escuchado, Roguemos al Señor
Concédenos,
Señor, las gracias que necesitamos y atiende las súplicas que, desde el fondo
del corazón, queremos presentarte.
Por Jesucristo N.S.
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