La mayor fuerza de la Iglesia se ve principalmente en las
pequeñas Iglesias perseguidas, más aún que en las grandes manifestaciones de
fe. Lo dijo este lunes el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada por
la mañana en Casa Santa Marta, precisando que en nuestros días hay más mártires
que en los primeros siglos.
Explicando la carta a los Hebreos, Francisco recuerda que “sin
memoria no hay esperanza”, y que este paso insta a llamar a la memoria la
historia del pueblo del Señor. Justamente en el capítulo XI, que la liturgia
nos presenta en estos días, se habla de la memoria. En primer lugar, una
“memoria de la docilidad”, la memoria de la docilidad de tanta gente,
comenzando con Abraham, obediente, que salió de su casa sin saber a dónde iba.
En particular se habla de otras dos memorias. El recuerdo de las
grandes gestas del Señor forjadas por Gedeón, Barac, Sansón, David, “muchas
gente que ha hecho grandes gestas en la historia de Israel”.
Y después está un tercer grupo del cual es necesario hacer
memoria, la “memoria de los mártires”, de aquellos “que han sufrido y dado su
vida como Cristo”, que “fueron torturados, lapidados, muertos por la espada.”
La Iglesia es, de hecho, “este pueblo de Dios”, “pecador, pero dócil”,
que hace “grandes cosas y también da testimonio de Jesús hasta el martirio”.
“Los mártires son quienes llevan adelante la Iglesia, son los
que sostienen a la Iglesia, que la han sostenido y sostienen en la
actualidad”.
Lamentó que “los medios de comunicación no lo digan porque no es
noticia, pero muchos cristianos en el mundo de hoy son bienaventurados porque
son perseguidos, insultados, encarcelados. ¡Hay tantos en la cárcel, sólo por
llevar una cruz o confesar a Jesucristo!”.
“Esta es –prosiguió Francisco– la gloria de la Iglesia y nuestro
apoyo y también nuestra humillación: nosotros que tenemos todo, todo parece
fácil para nosotros y si nos falta algo nos quejamos… ¡Pero pensemos en estos
hermanos y hermanas que hoy, en mayor número que en los primeros siglos, sufren
el martirio!”.
“No puedo olvidar”, continuó el Santo Padre, “el testimonio del
sacerdote y la monja en la catedral de Tirana: años y años de prisión, de
trabajo forzoso, de humillación”.
Incluso hoy, la mayor fuerza de la Iglesia en la actualidad se
encuentra en las “pequeñas Iglesias” perseguidas.
“Y nosotros es cierto, y también justo, estamos felices cuando
vemos un gran acto eclesial, que ha sido un gran éxito, los cristianos que se
han manifestado… ¡Y esto es hermoso!
¿Esta es la fuerza? Sí, es fuerza. Sin embargo, la mayor
fortaleza de la Iglesia en la actualidad se encuentra en las pequeñas Iglesias,
pequeñas, con poca gente, perseguidas, con sus obispos en la cárcel. Esta es
nuestra gloria ahora, esta es nuestra gloria y nuestra fuerza hoy”.
“Una Iglesia sin mártires –me atrevo a decir– es una iglesia sin
Jesús”, afirmó el Papa, quien invitó a rezar “por nuestros mártires que sufren
tanto”, “por aquellas Iglesias que no son libres de expresarse”: “Son ellas
nuestra esperanza”.
El Pontífice recordó así que en los primeros siglos de la
Iglesia un antiguo escritor dijo: “La sangre de los cristianos, la sangre de
los mártires es semilla de los cristianos”. Porque “ellos, con su martirio, su
testimonio con su sufrimiento, incluso dando su vida, ofreciendo la vida,
siembran cristianos para el futuro y en las otras Iglesias.
Ofrecemos esta misa por
nuestros mártires, por los que ahora sufren, por las Iglesias que están
sufriendo, que no tienen libertad. Y agradezcamos al Señor que esté presente
con la fortaleza de su Espíritu en nuestros hermanos y hermanas que hoy dan
testimonio de Él”.
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