Liturgia.- La conversión de S. Pablo
Hoy se celebra como fiesta litúrgica LA CONVERSIÓN DE SAN
PABLO. Y la 1ª lectura nos relata el proceso de aquella conversión. Hay dos
relatos de la misma: en Hechos 9, 1-22 y en Hech 22, 3-16. Voy a seguir ésta
descripción que hace Pablo en primera persona: Yo soy judío, nací en Tarso pero me crié en Jerusalén y alumno de
Gamaliel. Y aprendí hasta el último detalle la ley de nuestros padres. Yo
perseguí a muerte el camino de Jesús y el sumo sacerdote y el senado me dieron
cartas para poder llevar presos a Jerusalén a los hermanos de Damasco.
Ha sido la presentación y confesión de Pablo para
declararse judío como el primero…, pero…: Cerca
ya de Damasco, de repente un relámpago me envolvió y caí por tierra y oí una
voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? –Yo soy Jesús Nazareno,
a quien tú persigues.
Ahí radica la conversión. Jesús, el fundador de aquella
nueva religión que Pablo quería extinguir, le ha salido al paso y al soberbio y
engreído Saulo lo ha tirado por tierra. Era la única manera de doblegar aquella
soberbia: encontrarse de pronto derribado por los suelos, y cegado. Y por si
faltaba algo, la palabra misteriosa es: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.
Entonces Saulo, el soberbio perseguidor, se rinde ante
aquella realidad y hace la pregunta esencial para la conversión: -¿Qué debo hacer, Señor? Ha pasado de
perseguidor a “perseguido”, de soberbio fanfarrón a ponerse a disposición,
porque ha descubierto a Jesús como EL MAYOR.
Todavía Jesús le responde con una palabra que obligaba a
bajar más la cabeza. Un cristiano de Damasco, a quien Saulo pretendía detener y
llevar preso a Jerusalén es Ananías. Pues bien: a la pregunta del Saulo caído:
“¿Qué debo hacer?”, la respuesta es ir a Ananías y que él le indique… Ni
siquiera la aparición le soluciona lo que tiene que hacer. Ha de ponerse a las
órdenes de uno de los perseguidos.
La misericordia de Dios iba modelando a aquel bloque de
piedra para darle la forma de un apóstol. Y Dios usó los medios necesarios para
moldearlo y abajarlo de su altanería. Era el medio de ayuda y respuesta más
apto para un individuo como Saulo… ¡Como el Pablo intrépido y decidido que fue
después! Al bloque granítico que era el perseguidor, el buril de Dios tuvo que
emplearse a fondo. Y vino a sacar un inmenso personaje que ha dado tanta gloria
a Dios, y que sigue vivo y actuando al cabo de los siglos con sus formidables
cartas.
Cuando alguien pregunta indignado por qué Dios le hizo alguna cosa que le molesta, pienso que más de
una vez habría que responder con el caso de Pablo. Dios tiene sus diversos
modos de actuar, y aplica a cada cual el medio que puede serle más propio. Y en
vez de preguntar a Dios, con indignación “por qué hizo aquello”, necesitaría
preguntar algo muy distinto. Saulo preguntó: “¿Quién eres?”. Cada persona, ante
la contrariedad debería preguntar: ¿Qué
quieres decirme, Señor? Quizás detrás de esas contrariedades hubiera una
respuesta salvadora: “Yo soy el que te está buscando”, el que te está
corrigiendo, el que te está llamando… Lo que pasa es que unas veces usa Dios su
mano de terciopelo, y otras tiene que usar la “mano izquierda” porque no
sabríamos entender de otra manera.
Pero con una mano o con la otra, siempre es la mano
paternal de Dios…, la mano de ese Jesús a
quien tú persigues, y que sin embargo viene a crear en ti un mundo nuevo:
Mt 16, 15-18: echar demonios en nombre de
Jesús, hablar otro lenguaje nuevo o vivir otra realidad distinta, imponer las manos en la enfermedad y quedar
sanado… O dicho de otra manera –como la llamada general de ese evangelio-,
es ir
al mundo entero a proclamar el evangelio…, a vivirlo, a incorporarlo en
la propia vida, manifestarlo con las obras y ser testimonio vivo de esa nueva
realidad que sucede cuando se ha vivido LA CONVERSIÓN, que equivale, dice un
autor a: Volveos a Dios para acoger su
perdón y renovar la vida interior, todo lo contrario de vivir vueltos a uno
mismo. Volverse a Dios y volverse a los hermanos, saliendo de ese enfermizo
egocentrismo en el que se pierde hoy el mundo occidental, que ha perdido a Dios
y así marcha… ¡Y creo que Dios sale mucho más al paso de lo que lo descubrimos!
Lo que pasa es que aún ciegos por su luz, no somos capaces de decir como Saulo:
¿Quién eres, Señor? Y aceptar que detrás de ese derribo y esa ceguera (y esas
realidades que se están dando en el mundo y en la naturaleza), acabemos por
aceptar la respuesta: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.
El Evangelio de hoy podría ser un resumen de la vida de este Apóstol en el que todo era exagerado: como buen judío iba todos los sábados a la Sinagoga y era un activo perseguidor de los cristianos; yendo camino de Damasco con unos cuantos, el Señor le dió el alto en el camino, descubre su equivocación y cambia totalmente. Ahora, después de su encuentro personal con el Resucitado, está tan seguro del poder de Cristo que ya no se doblega ante nada ni ante nadie; ha descubierto que su fuerza está en Cristo y se une a Él para siempre porque, con Cristo, todo lo puede.
ResponderEliminarAcabamos la Oración por los cristianos perseguidos y seguimos pidiendo al Señor que nos reconcilie con los judíos, con los musulmanes y con todas las tradiciones religiosas...Los problemas nos sobrepasan, nos entristecen y descubrimos nuestra impotencia, son demasíado grandes...