Liturgia
Tengo que ser breve porque otros compromisos me llaman. Me
limito a una síntesis de la liturgia del día, al menos por estos momentos
primeros del día.
Heb.1, 9-20 tiene su punto central en la exaltación de
Jesucristo precisamente porque ha
padecido la muerte para bien de todos. Dios juzgó conveniente, para llevar a
una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar
y consagrar con sufrimientos al guía de nuestra salvación. Y como
Jesús, el santificador y nosotros, los santificados, procedemos de un mismo
Padre, somos elevados a ser llamados hermanos.
El evangelio de Mc 1, 21-28 nos lleva a la pregunta: Qué es esto, al contemplar aquellas
gentes dos hechos llamativos: de una parte, Jesús habla de manera absolutamente
distinta a la de los doctores de la ley y los fariseos. Jesús dice cosas,
añade, enseña, y su discurso progresa en conocimientos y hace aprender.
Y por su fuera poco esa autoridad
en sus palabras, apoya su palabra en hechos tan llamativos como el dominio
sobre los espíritus inmundos, como aquel hombre poseso que había en la sinagoga
de Cafarnaúm. Jesús increpa al espíritu y
le conmina: “Calla y sal de él”. Y de hecho el espíritu sale. Sale protestando
y pretendiendo mostrar su poder con una sacudida violenta sobre aquel hombre poseso.
Pero sale, ¡ha de salir bajo la palabra de Jesús! Y la gente se hace lenguas. ¿Qué
es esto? Que vuelve a ser esa pregunta sobre Jesús: ¿quién es Este?, que
subyuga y hace pensar tanto, y quedarse siempre con la pregunta sin plena
respuesta porque por más que digamos, siempre nos quedamos cortos a la hora de
definir quién es Este. A Jesús no se
le puede abarcar por mucho que pensemos y por muchas emociones que
experimentemos cuando intentamos profundizas en su personalidad.
El hecho evidente es que nuestra misma personalidad ha
quedado completada y magnificada por el hecho de estar con él y vivir la fe en
él. Somos algo muy distinto de lo que hubiéramos sido sin él. Con él hemos
caminado –y caminamos- a la estatura de la creatura madura. Caminamos hacia una
plenitud.
A MODO DE COMENTARIO
ResponderEliminarYo me he preguntado hoy a mí mismo, qué sería yo y cómo sería mi vida si yo no hubiera encontrado a Jesucristo, y tenido la gracia inmensa de poderlo profundizar. Es evidente que ya, en la realidad de mi vida y al cabo de mis años, no puedo hacerme una idea de lo que mi realidad hubiera podido ser de otra manera. Pero lo que puedo asegurar es que lo que soy es efecto directo de un encuentro con Jesucristo. Él me encontró a mí y me llamó. Yo lo encontré a él y –por gracia suya- le seguí y le fui conociendo…, y tengo la dicha de poder seguir conociendo un poquito más cada vez. Eso es lo que define mi vida y lo que me subyuga al ponerme delante: Qué es esto…, Quién es Este… Porque ese pozo sin fondo que es Jesucristo me cambia mi ser y lo hace vivir en otra dimensión. Aquello de Pablo: No vivo yo; Cristo vive en mí, es mucho más que una frase bella: es algo que determina la vida y la hace ser “otra”. Por eso a la pregunta primera que me he hecho: ¿qué sería yo si no hubiera conocido a Jesucristo?, me es imposible responder porque ya hay una simbiosis muy fuerte entre Jesucristo y yo, de manera que no es separable mi actual personalidad. Yo soy yo pero yo estoy invadido por Jesucristo.
Quiere decir que todo es el cielo? –Ni mucho menos. Repto mucho a ras del suelo…, pero con Jesucristo a mi lado. Caigo, pero Jesús está ahí y me levanta. Actúo, pero Jesucristo es como un manto que cubre mis intenciones. Jesucristo es siempre Jesucristo, ayer y hoy y siempre, y eso me deja una seguridad muy fuerte en mi vida que, sea cual sea y lo que el futuro me depare, estaré cogido por la mano de Jesucristo que dirigirá mi incierto futuro humano a una seguridad que sale de su autoridad en palabras y en superar a los espíritus inmundos.
P.Cantero,¡qué interesante su Comentario, ¡qué hermoso cuando su testimonio cristiano va acompañado por sus obras! Usted, como Jesús, enseña con autoridad y esto no es fácil; supone vivir lo que se predica. Jesús aquí sale airoso, pero lo cierto es que "hablar con autoridad" puede traer muchos enemigos. El espíritu inmundo se disfraza de mil maneras y, cuando nuestro testimonio se limita a palabras dulces, suele quedarse callado. Cristo vive en cada uno de sus seguidores para ayudarlos a levantarse. Creo yo que tratará con mucha ternura al Sacerdote que se arroja en sus Brazos para pedirle perdón porque ha pecado. El Sacerdote, lo es las veinticuatro horas del día, es un Hombre consagrado para que sea un Ministro del Señor, pero es una criatura...pero muchísimos de ellos no tienen ni que morir para ser santos, como nuestro P. Cantero, por ejemplo.¡Qué Dios lo bendiga! MªJosé.
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