La homilía del papa Francisco de la misa de Santa Marta se ha
centrado en dos palabras “hoy” y “corazón”. El hoy del que habla el Espíritu
Santo en el pasaje de la Carta a los Hebreos de la liturgia del día, es
“nuestra vida”, un hoy “lleno de días” pero después del cual no habrá un replay, un mañana”, “un
hoy en el cual nosotros hemos recibido el amor de Dios”. Un hoy –ha explicado
el Papa– en el cual podemos renovar nuestra alianza con la fidelidad de Dios.
Pero hay un solo hoy en nuestra vida, y la tentación es decir “sí, lo haré
mañana”, ha advertido.
Jesús lo explica en la parábola de las diez vírgenes: las cinco
que no habían llevado con ellas el aceite junto a las lámparas, lo van a
comprar después pero cuando llegan encuentran la puerta cerrada. El Santo Padre
ha hecho también referencia también a la parábola del que llama a la puerta
diciendo al Señor: “he comido contigo, he estado contigo…”. “No te conozco: has
llegado tarde…”.
Esto lo digo –ha proseguido Francisco– no para asustaros, sino
simplemente para decir que nuestra vida es un hoy: hoy o nunca. El Papa ha
asegurado que él piensa esto, “el mañana será el mañana eterno, sin atardecer,
con el Señor, para siempre. Si yo soy fiel a este hoy”. Y el Papa ha hecho la
pregunta que hace el Espíritu Santo: “¿cómo vivo yo, este hoy?”
La segunda palabra sobre la que ha reflexionado es “corazón”.
Con el corazón “encontramos al Señor” y muchas veces Jesús regaña diciendo:
“lentos de corazón”, lentos en el entender. Así, la invitación es no endurecer
el corazón y preguntarse si no está “sin fe” o “seducido por el pecado”.
En esta misma línea, el Santo Padre ha contado que le conmueve
cuando una persona anciana –muchas veces sacerdote o religiosa– le piden que
rece por su perseverancia final.
De este modo, el Santo Padre exhorta a preguntarse sobre
“nuestro hoy” y “nuestro corazón”. El hoy está “lleno de días” pero “no se
repetirá”. Los días se repiten hasta que el Señor dice “basta”.
Pero –ha señalado Francisco– el hoy no se repite, la vida es
esta. “Y corazón abierto al Señor, no cerrado, no duro, no endurecido, no sin
fe, no perverso, no seducido por los pecados”.
Finalmente el Santo Padre ha recordado que el Señor se encontró
a muchos de estos que tenían el corazón cerrado: los doctores de la ley, toda la
gente que le perseguía, lo ponían a prueba para condenarlo y al final lo
consiguieron.
Al concluir la homilía, Francisco ha invitado a hacerse varias
preguntas: ¿Cómo es mi hoy? ¿Mi atardecer puede ser hoy mismo, este día o
muchos días después? ¿Cómo va mi hoy, en la presencia del Señor? ¿Y mi corazón
cómo es? ¿Está abierto? ¿Está firme en la fe? ¿Se deja conducir del amor del
Señor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!