LITURGIA
La 1ª lectura parece hecha para
este día final del año. 1Jn 2, 18-21 comienza con unas palabras de llamada de
atención: Hijos míos, es la última hora.
Un momento apto para hacer inventario como en toda empresa seria: qué fue bien
en el negocio, qué se vendió mejor, qué no tuvo buena salida, qué precios
estuvieron mejor ajustados, en qué hubo pérdidas, qué tiene que enfocarse de
otra manera, qué hay ciertamente que corregir…
En
esta última hora del año podemos nosotros hacer balance del año que ha
terminado. Porque lo importante es comenzar otro con mejores resultados.
ENSEÑANDONOS [Del libro:Quién es Este]
Sirva
este punto como reflexión más útil en lo que hoy podemos hacer.Y no ha acabado de
“hablar” el Niño. Porque la vida no se compone de “renunciar” al mundo. También a la “vida sin religión” ¡Qué tontería
parece decir ahora esto, cuando estamos derretidos con el Niño. ¡Si fuera tan
difícil “la vida sin religión”…!
Es que RELIGIÓN es re-leer a Dios a cada paso…,
y Dios no se calla nunca en el fondo de la vida interior de cada alma! Es re-elegir. Y eso supone una
capacidad de enderezar pasos sobre la
marcha y cambiar dirección…, porque Dios no es monolítico ni antiguo. Es re-ligar. Y si “ligar” es
atarse, o “ligar” (hoy es un burdo sucedáneo del amor), con Dios no caben
sucedáneos. Y el LIGAR con Dios es cosa muy seria, muy exigente, muy honrada,
muy de replanteamiento en los mil y un ámbitos de la vida. Siempre me acordaré
de aquella Religiosa que –al cambio de situación- me dijo: “si yo fuera a
entrar ahora en Vida Religiosa, no entraría”. Y yo le respondí: Pues,
honradamente, márchese porque la vida religiosa y cristiana no admite pasos
atrás. O se re-elige porque se ama con novedad de estreno, y se relee la
historia, o se marcha uno por otros derroteros.
Y cuando lo digo,
sé lo que digo, y digo lo que siento, y tengo motivos para decirlo.
No puedo plasmar
todo lo que hoy hallé en ese Niño que acuno en mis brazos… Se abre un mundo en
ese elocuente silencio
que enseña. Y si ayer se habló de renunciar
a…, es evidente que el corazón humano no se ha hecho para quedar en vacío.
Se renuncia a lo que sobra, a lo que impide, a lo que ocupa espacios inútil o
dañosamente.
Ahora viene el
caudal nuevo que debe llenar. Y el Niño sigue diciendo en su silencio: ¡mírame!: niño, indefenso, sin palabras, pobre,
que tiene por cuna, la frialdad de un pesebre, o ahí dejándome calentar en tus
brazos… Estudia, pues, y aprende: a vivir en adelante una vida sobria y honrada. Sobrio supone
vivir con lo necesario, y aun así, sobra algo. Desde luego te sobran muchas cosas;
puedes prescindir de muchas cosas. Empezando “por dentro”: curiosidades,
justificaciones, preocupaciones (“por el día de mañana”)… Y posiblemente ¡por muchísimas
cosas del día de ayer!
“Ayer” fue el que
fue. A Mí ya se me ha olvidado, dice Dios. Pero hay cosas que producen mal en
ti o a tu alrededor: “córtate la mano, córtate el pie, arráncate el
ojo”. ¿Qué parece que soy un Dios de mancos, tuertos o cojos? Nada de eso.
Pero “ayer” hay que borrarlo, ¡pero borrarlo! En toda esa parte que es tu
lastre. Sé sobrio, sé persona. Sé
dueño. Será el pasado que sea: que Yo no me fijo ya…, ni el planteamiento de
Belén lleva a volver atrás. Pero, y mañana ¿qué? Ésta es la sobriedad que te
pido.
Sobrio que
equivale a honrado, con la honra de
Dios, el honor a Dios, el estilo de Dios, el tomarse tan en serio a Dios que no
se le pretenda simplemente acurrucar en los brazos “dulcemente”, engañosamente,
y hasta puede llegar a ser “falsamente”. HONRADO es todo un reflejo del brillo
de Dios. Y ahora, ¡aplica! ¡¡Apliquemos…!!
Que las palabras son muy fáciles de pronunciar, pero no tienen valor
hasta que no empiezan a traducir ese “esperanto” que los humanos pretendieron
inventar (la lengua común para todos y que en realidad no es de nadie ni sirve
para nada).
José iba todavía
de camino. La Madre ,
más inteligente que nadie, se ha hecho la distraída y busca disimuladamente un
rayo de sol. Pero en realidad me ha dejado a solas con Jesús, el Niño, la elocuencia silenciosa a gritos.
San Ignacio, que
no se deja nada atrás, escribe al final de la contemplación del Nacimiento: “Mirar y considerar cómo María y José han
caminado y trabajado para que el Señor nazca en suma pobreza, y al final de
tantos trabajos, de hambre y de sed, de calor y de frío, de injurias y
afrentas, para morir en cruz y todo esto POR MÍ”.
“Enseñándonos a renunciar a la falta de
religión”. Pero el corazón del ser humano no está para quedarse en vacío. Renuncia
para dejar más espacio que rellenar. Y rellenará –paradójicamente- de sobriedad
honrada, ahí donde los valores están trastocados con los del mundo y sus deseos
mundanos, para vivir “una vida, sobria, honrada, y religiosa”.
No se trata de
rezos, de novenas, de devociones, de “piedades”. RELIGIOSO ya decíamos que era
una cosa muy a fondo: un RE-LEER y RE-ELEGIR a Dios. Un amarlo con toda el alma, con todas las
fuerzas, con todo el corazón. Un ser Dios el primero, el referente
substancial. Un cerrar los ojos para SENTIR A DIOS en el fondo del alma. Una
OBEDIENCIA profunda a SU PALABRA, que la tengo arropada en mis brazos y está
elocuentemente gritando en su total silencio.
Pero no estaría
entendiendo para nada esa SU PALABRA si me quedara ahí. Pienso como que Jesús
mismo “se me caería” de los brazos para ir al frío del pesebre, si no empiezo a
ponerle nombres a Dios: a mi amigo, a mi enemigo, al de mi cuerda, al de “la
otra cuerda”, al seco y al gracioso, al agradable y al desagradable, al primero
y al último, al hombre y a la mujer, al joven, a los mayores y a los ancianos,
al solo y al solitario, al de un color y al del otro.
Vivir una vida
RELIGIOSA es vivir la tópica “ternura” de la Nochebuena , y la
soledad y el hambre de los que tienen una noche como las demás (con el
agravante de que saben que es distinta). VIDA RELIGIOSA y PIEDAD son dos
expresiones iguales. Por eso no es la “dulce piedad del niño Jesús”, sino el
corazón piadoso con el andrajo humano, el ateo, el que no cree en el mismo Dios
que nosotros (¿o será que nosotros NO CREEMOS en el mismo Dios de Jesús y hemos
creado una simbiosis que no se compagina con el Dios del Evangelio, y eso es lo
que escandaliza y aparta a muchos? ¡Mi Jesús!, casi estoy temblando. Casi me
dan ganas de llamar a María y decirle que Ella sea la que tome en brazos a
Jesús, porque Ella conoce, acepta y guarda en su Corazón… San Pablo concluye
esas expresiones: “aguardando la dicha
que esperamos, la aparición gloriosa el gran Dios y Señor nuestro Jesucristo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!