Liturgia
Reconozco que la pedagogía de estos días se va empinando y
que se hace mucho menos clara que lo que hemos ido siguiendo anteriormente. En
Sofonías (3, 1-2. 9-13) tenemos dos momentos muy diferenciados. Uno, primero,
que habla de un contraste entre la ciudad
rebelde, manchada y opresora, que no obedecía la voz de Dios (suele ser el
lenguaje que refiere a Jerusalén), y los
pueblos (que suelen designar a los no judíos), a los que Dios va a dar labios puros para que invoquen el nombre del
Señor. Podría estarse aludiendo a esa ampliación del anuncio de la
salvación que no se queda en los judíos. Y que por tanto nos designa a
nosotros, miembros de otros pueblos, a los que Dios hace la llamada para que le sirvamos con una sola alma.
La segunda parte interpreto que vuelve sobre el pueblo
judío y le renueva la alianza, porque
arrancaré de tu interior tus soberbias bravatas y no volverás a gloriarte sobre
mi monte santo. Y recurre a la idea del “resto” o grupo fiel de Israel: dejaré en medio de ti un pueblo pobre y
humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no
cometerá maldades…
Precisamente el adviento real tuvo su concreción en el
“resto de Israel” o “pobres de Iahvé”, al que pertenecía María, la madre de
Jesús. Y por tanto se está anunciando algo que es nuclear en toda la pedagogía
litúrgica de este tiempo, y es que Jesús viene y se hace presente en la
humildad de los que esperan con fe la venida del Señor.
El tema de los “dos mundos”, el de “Israel” con su soberbia
y engreimiento, y el “mundo de los pobres” (incluidos los pecadores y las
prostitutas en ese mundo desahuciado por parte de “Israel”), aparece de nuevo
en el evangelio del día (Mt 21. 28-32). Jesús lo plantea en su parábola,
poniendo ante los ojos de su auditorio el caso de dos hijos a los que su padre
encarga ir a la viña: el que responde: Voy…,
pero no va, y el que dice: No voy…,
pero va. El primero representa el Israel oficial, el de los fariseos y
sacerdotes y ancianos del pueblo, de palabras bonitas pero de hechos contrarios.
El segundo es la imagen de las prostitutas y los pecadores, que a primera vista
son los que dicen “no”, Pero a la hora de la verdad son los que agachan la
cabeza y se pliegan ante la enseñanza de Jesús, y acaban yendo por el camino de
la bondad.
Y Jesús hace que sean los oyentes quienes den la respuesta
de cuál de los dos hijos fue el que hizo lo que su padre les mandaba. Y saca
las conclusiones concretas: porque vino
Juan enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio los
publicanos y las prostitutas le creyeron..., ellos abrieron sus corazones
al encuentro con el Señor; ellos aterrizan en el adviento verdadero.
Por tanto el camino del adviento para nuestros momentos
reales es un camino abierto que no nos lo impide ni nuestro pasado ni nuestro
presente, aunque aún no hayamos dado algún paso en orden a ese encontrarnos con
el Señor en nuestro día a día. Podemos escuchar de labios de Dios aquello de
que él arrancará de nuestros corazones
nuestras soberbias bravatas (nuestro tiempo anterior, sea el que sea), y
podemos vivir en la confianza de que hará posible ese “resto” que se apoye en
la humildad de sus propios arrepentimientos y nuevos comienzos para alcanzar
ese “monte santo” donde no habrá mentiras.
Lo que es menester es que cada uno sepa plantearse su
propia realidad y adónde le ha de llevar esa acción de Dios que se está
realizando en él. Porque es una tentación fácil “leer” con sentido de
lanzamiento de dardos hacia afuera, considerando que “yo soy el bueno” y “los
otros están contra mí”. Ya he citado alguna vez aquel dicho de un famoso autor
de un libro ascético (el “Padre Rodríguez”, que ha formado a múltiples
generaciones), que llamaba oficio de
trinchantes a aquellos que al leer u oír alguna cosa, acaban diciendo: “qué
bien le viene esto a Fulanito”…, mientras ellos se quedan al margen de la
enseñanza que tenían que haberse aplicado a sí mismos. No se trata de que algo
se ha escrito para “Fulano o Mengano” sino que cuando tal cosa llega a mis
manos, la sé aprovechar como materia de examen personal y de posible mejora
personal. Si Fulanito se la ha de aplicar, será cosa suya el saber hacer
también su propio examen de conciencia. Y mucho mejor nos iría a todos para
nuestro propio provecho espiritual.
Podemos escuchar de labios de Dios aquello de que él arrancará de nuestros corazones nuestras soberbias bravatas (nuestro tiempo anterior, sea el que sea), y podemos vivir en la confianza de que hará posible ese “resto” que se apoye en la humildad de sus propios arrepentimientos y nuevos comienzos para alcanzar ese “monte santo” donde no habrá mentiras.
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