Liturgia:
Final del año litúrgico; final
del Apocalipsis, final de la revelación. TRIUNFO DEFINITIVO.
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Ríos de agua viva, como aquel de Ezequiel que sana y fecunda. Agua viva de la samaritana: el E. S., agua de
vida divina.
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ríos lucientes como el cristal: Cristo es la Luz.
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Salen del trono de Dios y del Cordero.
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Nuevo árbol de vida. El primer árbol de vida (del Génesis) acabó
significando muerte por el pecado del primer hombre. Ahora hay un nuevo árbol de vida que es fecundo: Da fruto
continuo, lo que expresa eternidad, inmortalidad. Vuelta, pues, al Paraíso, pero ya sin fin. Por tanto, ni
enfermedad, ni muerte, ni posibilidad de condenación.
Da
cosechas abundantes, una por mes.
medicinales para el
mundo entero
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Está en medio el trono del Cordero.
Si antes, “a Dios nadie lo ha visto”, ahora se ve cara a cara (el anhelo
profundo de la persona)
Recibe
adoración y alabanza; sin momento final: posesión de Dios, expresado en ese
tener el nombre de Dios en la frente.
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No hay noche (ni oscuridad, ni mentira); no hay, por tanto, necesidad de
lámparas
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LA LÁMPARA ES DIOS.
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Será estado eterno: por los siglos sin fin.
Garantía del escritor y
vidente Juan
Todo
es cierto (no fantasía o ficción)
lo
visto va a suceder
y
pronto.
VEN, SEÑOR JESÚS, será
la última palabra del Apocalipsis, aunque no se recoja en la lectura, pero con
esa alegría concluye el SALMO. El final de la historia es la venida gloriosa
del Señor.
Concluye también el capítulo
apocalíptico de Lucas (21,34-36), que es una exhortación final de Jesús a sus
discípulos en general No se embote
vuestra mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, porque
el que no está atento durante su vida, se
le echa encima aquel día terrible, que caerá como lazo sobre los habitantes de
la tierra. ¡Bien merecería atención por parte de nuestro mundo estas
advertencias del Señor, que no se quedan para un tiempo concreto sino para todo
momento en la vida de cada persona! Por ello, estad siempre atentos, pidiendo la fuerza para escapar de todo lo que
está por venir. Hoy día se rehúye el pensamiento de la muerte. Se aleja. Se
quiere prescindir de esa realidad. Y “todo lo que está por venir” se ignora y
se quiere ignorar, como si no hubiera que pensar en ello.
Lo que pasa es que aquí no exime de
culpa la ignorancia, máxime cuando es culpable en tantas ocasiones, porque es
que hay muchos que no quieren saber, no quieren enterarse, como si haciendo la
grulla fueran a evitar eso “que está por venir”.
De ahí que Jesús nos ponga en guardia
y nos advierta que nos mantengamos en pie,
avizores, atentos a lo que viene…, a la espera del Hijo del hombre.
Y vuelvo a insistir: no se trata de
pensar en un espectáculo de “juicio final” con gentes a la derecha y a la
izquierda… Todo es mucho más sencillo y personal: cada uno nos vamos a
encontrar de frente con ese Jesucristo que viene por nosotros, y que nos quiere
encontrar dispuestos y preparados para poder tomarnos junto a sí.
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