Liturgia:
Isaías 35, 1-10. Es una cantidad de detalles optimistas los que nos
ofrece la lectura, que no se puede escoger uno sobre otro. Presenta así la
liturgia el espíritu del adviento. Y yo he preferido copiar la lectura entera y
que cada persona vaya rumiando la gran esperanza a la que aboca la llegada del
Señor.
El desierto y el yermo
se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá, germinará y florecerá como
flor de narciso, festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la
gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria
del Señor, la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos
débiles, afianzad las rodillas vacilantes; decid a los inquietos: «Sed fuertes,
no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará».
Entonces se despegarán
los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el
cojo como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en
el desierto, y corrientes en la estepa.
El páramo se convertirá
en estanque, el suelo sediento en manantial. En el lugar donde se echan los
chacales habrá hierbas, cañas y juncos. Habrá un camino recto. Lo llamarán «Vía
Sacra». Los impuros no pasarán por él. Él mismo abre el camino para que no se
extravíen los inexpertos. No hay por allí leones, ni se acercan las bestias
feroces. Los liberados caminan por ella y por ella retornan los rescatados del
Señor.
Llegarán a Sión con
cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros. Los dominan el gozo y la
alegría. Quedan atrás la pena y la aflicción.
El evangelio nos trae una actuación múltiple de Jesús:
Lc.5,17-26, con aquel paralítico que es conducido a Jesús por unos hombres (que
en San Marcos se nos aclara que eran cuatro). Cuatro hombres que posiblemente
eran amigos y que se comportan como tales, porque no sólo lo traen hasta donde
pueden –había tal gentío que no pudieron presentarlo a Jesús-, y se toman el
nuevo trabajo de dar el rodeo para entrar por la parte de atrás, subir con la
camilla hasta el terrado, levantar unas tejas para hacer descender al enfermo
al porche en donde estaba Jesús predicando a las gentes.
Aquí entra Jesús a actuar, y lo primero que hace –viendo la
fe que tenían los amigos y el propio enfermo- es decirle: perdonados son tus pecados. Primera actuación de Jesús, que expresa
un fruto de su presencia, y fruto muy importante: perdonar los pecados. Además
aquello suponía también la curación de la parálisis, puesto que en aquella
cultura, la enfermedad era consecuencia del pecado.
Los fariseos presentes se escandalizan y dicen que éste blasfema, porque sólo Dios puede
perdonar pecados. Llega la segunda acción liberadora explícita de Jesús: ¿Qué es más fácil: decirle a este hombre
‘perdonados son tus pecados’ o decirle ‘levántate y anda’? La acción en sí
es doble: curar el escándalo de los fariseos y curar al paralítico. Porque a
los fariseos los deja sin respuesta (segunda acción de Jesús: para que veáis que el Hijo del hombre tiene
poder para perdonar pecados), y al paralítico le dice que está sano: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu
camilla y vete a tu casa (tercera acción).
He enumerado esas actuaciones porque en adviento esa
lectura dice más que en una contemplación normal del hecho: aquí se verifican
varias de las características que se han enumerado en la 1ª lectura: acciones
liberadoras que se salen del cauce normal de la vida, que es lo que quiere
mostrarnos la esperanza del adviento: que la entrada en la historia de Jesús,
cambia las leyes y establece una realidad nueva.
Claro: lo que entonces fue pura gracia, a nosotros se nos
anuncia ya como actuación personal propia por la que hemos de poner las mimbres
para una vida nueva. Eso que se alberga bajo la palabra “conversión”, que no
por repetida pueda perder valor en su significado. Se trata de que una
dirección que llevamos por nuestra cuenta, debe girarse (convertirse) para
tomar la dirección que nos conduce a acoger con más plenitud las llegadas
progresivas del Señor a nosotros, para lo que la Navidad es un anuncio, y la
mirada al encuentro final es el sentido central de este tiempo.
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