LITURGIA
Hoy celebra la Iglesia el martirio de San Esteban, el primer
partir de la Iglesia, y que por eso está su celebración unida al día de
Navidad, para expresarnos la relación entre Jesús y el martirio de un hombre
que le fue fiel hasta derramar su sangre.
Viene dada la historia en la 1ª lectura –Hech.6,8-10 y
7,54-59)-. Esteban era un cristiano lleno
de gracia y poder, que realizaba grandes prodigios y signos en medio del
pueblo. Eso atraía a muchas gentes a la nueva fe de la Iglesia, y –por lo
mismo- concitaba muchos odios por parte de los judíos.
Los que constituían la llamada “sinagoga de los Libertos”
discutían con él pero no podían hacer frente a la fuerza de Esteban y sus
argumentaciones a favor de la fe. No
lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba, y oyendo
sus palabras se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia.
Esteban, lleno de
Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de
pie a la derecha de Dios, y dijo: Veo el
cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.
Aquello les sonó a blasfemia a los judíos que le
escuchaban, y dando un grito estentóreo, se taparon los oídos, y como un solo
hombre se abalanzaron sobre Esteban, lo empujaron fuera de la ciudad y se
pusieron a apedrearlo. Era el castigo a los blasfemos. Y no sólo aquellos que
le habían empujado, sino otros que estaban presentes, también se pusieron a
arrojar piedras contra él, que repetía
esta invocación: -Señor Jesús, recibe mi espíritu. Luego, cayendo de rodillas,
lanzó un grito: ¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado! Y con estas
palabras, expiró.
El evangelio está tomado de San Mateo (10,17-22) y pone las
palabras de Jesús en su instrucción a sus apóstoles, a los que les advierte que
serán entregados a la sinagoga de los judíos, que les harán comparecer ante
tribunales y reyes por causa de la fe. Pero que no se preocupen de cómo han de
proceder y cómo han de responder porque el Espíritu Santo pondrá en sus actos
la manera en que han de comportarse, y las palabras que han de responder. El Espíritu hablara por vosotros.
Y aquí es donde Jesús hace el retrato de la vida real, en
el que los que se pongan en contra serán los de la propia casa: todos os odiarán por mi nombre. El que
persevere hasta el final, se salvará.
Es la lección que nos deja este día el contenido de las
lecturas: la necesidad de la fidelidad a la palabra y a la vida predicada por
Jesucristo…, la necesidad de la
perseverancia…, de seguir siempre adelante aun en medio de las
contrariedades y de los ataques que puede recibir nuestra fe, nuestros
criterios cristianos, atacados por los cuatro costados por un mundo hostil a
todo lo que suena a religión católica. Ataques que provienen de los medios de
comunicación, de los dirigentes políticos sin conciencia, de muchos docentes…, que
van minando la misma base de las familias y de la religión de la familia. Por
eso Jesús advierte que es en esa realidad familiar donde el padre y los hijos
se ponen en contra, los hijos se rebelan contra los padres y los anularán y los
humillarán. Jesús lo dramatiza diciendo que los
matarán. Porque muchas veces las actitudes de oposición y ridiculización
contra la fe de los mayores, acaba equivaliendo a una muerte en vida.
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