MUCHAS
FELICIDADES EN EL SEÑOR
LITURGIA
Es difícil hablar de la liturgia si no se hace un recorrido por
el conjunto litúrgico que abarca esta fiesta de la Natividad. Porque fijarse en
un solo formulario es dejarse atrás lo demás. ¡Y Navidad tiene 4 formularios!: Misa de la Vigilia, que está preparada
para la tarde del día 24 que es entrar en los orígenes mismos del Mesías
anunciado. Se vuelve a la genealogía de Jesucristo, según la versión de San
Mateo, que se eleva hasta Abrahán. Dios se encarna en serio. En la línea de
ascendientes de Jesucristo hay adúlteros, reyes soberbios, prostitutas… Pero en
ese Jesucristo que abarca toda la realidad humana, Dios nos ha dicho su definitiva palabra: ENMANUEL: Yo estoy con vosotros. Y ahora de una manera irrevocable, no
cono en los tiempos anteriores en que se rompía la alianza de Dios por culpa
del hombre.
En el umbral del día 25, La Misa de Medianoche, que se suele nombrar como MISA DEL GALLO. En
el evangelio (Lc.2,1-14) se recoge el relato escueto del nacimiento, y sus
circunstancias. Dios no quiere nacer en terreno de “alguien” porque quiere ser
para todos. Y elige ese “lugar” indefinido: “mientras estaban allí”…, dice el texto, sin más detalles que la
existencia de un pesebre, lo que da pie a situarlo en un establo de animales. Y
situarlo a medianoche está dependiendo de aquella expresión antigua: Cuando un silencio profundo lo llenaba todo
y la noche llegaba a la mitad de su carrera. Incluye el anuncio del ángel a
los pastores, que se hallaban cerca velando a sus rebaños.
La aparición de Jesús entre los hombres es luz que brilla
en las tinieblas (1ª lectura: Is.9,2-7), y es gracia y presencia de Dios, una
gracia que salva y enseña (2ª lectura: Tit.2,11-14), pero que aparece en
pobreza como señal que se da a los pastores, gente muy humilde, que son los
primeros en recibir la buena noticia.
Al amanecer, la Misa
de la Aurora, formulario centrado en la venida y adoración de los pastores
(Lc.215-20) que alaban a Dios por lo que ven y oyen. María por su parte, como
cofre sagrado, va almacenando todas estas experiencias profundas en su corazón,
que la 2ª lectura resume en dos expresiones riquísimas: ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre, que San
Jerónimo traduce en la Vulgata como “la
humanidad de nuestro Dios” y su cercanía al hombre. Es así la palabra que
Dios pronuncia tan elocuente: “El Señor
hace oír su voz hasta el confín de la tierra” (1ª lectura: Tit3,4-7).
Desemboca finalmente la liturgia de Navidad, dando un salto
mortal, en la Misa del día, que ya
nos lleva al nacimiento del Verbo de Dios en el seno del Padre, en la
eternidad. Ese Verbo de Dios, que es Dios igual al Padre, en la eternidad, y
que es autor de todo cuanto existe y sin él no se ha hecho nada de lo que
existe (Jn.1,1-18) es también ese Niño indefenso de Belén.
Es el formulario que generalmente encuentran los fieles el
día de Navidad, y en cierto modo deja un poco empinados porque llegan a la Misa
con el espíritu navideño, y se encuentran con unas alturas insospechables de la
teología, las que nos dio San Juan en su evangelio, como inicio de la vida de
Jesús sobre la tierra: Vino a los suyos y
los suyos no le recibieron A los que les reciben les da el poder ser hijos de
Dios, no nacidos de la carne sino de Dios.
Dios se había manifestado a los hombres de muchas maneras a
través del tiempo. Pero ahora lo hace en totalidad, en una sola Palabra que lo
abarca todo y lo dice todo. Esa PALABRA viva y que resonará en adelante, es
Jesús (2ª lectura: Heb.1,1-6).
¡Qué hermosos los
pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena noticia, que pregona
la victoria! (Is.52,7-10), apostilla la 1ª lectura.
Queda completado el rico contenido de esta liturgia, que
pretende hacernos vivir en profundidad el misterio de la aparición de Dios
visiblemente en nuestra tierra.
Luego resulta que los creyentes asistimos al nacimiento
real eucarístico, en el que el Dios hecho hombre, hecho niño, pero siendo Dios,
baja al altar en la consagración de las sagradas especies, y lo recibimos
nosotros en nuestro propio corazón, en ese misterio de nuestra fe en el que
quiso quedar encerrado el propio Señor Jesús.
FELICITACIONES A TODOS.
ResponderEliminarPidamos a Dios nuestro Padre
ResponderEliminar- Por la Iglesia, para que sea lugar privilegiado que nos haga presente al Señor. ROGUEMOS AL SEÑOR.
- Porque nosotros repitamos en nosotros mismos el misterio de Jesús, que nace y se desarrolla en nuestro corazón. ROGUEMOS AL SEÑOR.
- Porque el mundo se abra a que pueda vivir en él el Hijo de Dios. ROGUEMOS AL SEÑOR.
- Porque la Eucaristía nos traiga nuevas disposiciones para ver a Jesús en nuestros prójimos. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Ven, Señor, y no tardes. Que tu presencia en nosotros te manifiesta cada vez mejor a los demás. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Santa y feliz Navidad, que le llevo al Niño Dios que le agrade Un corazón limpio y generoso,con la ayuda de su Espíritu.
ResponderEliminar