Liturgia de PENTECOSTÉS
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El día de Pentecostés, cuando todos estaban reunidos, de repente un ruido del cielo, como de un
viento recio, resonó en toda la casa donde estaban. Era como un vendaval
pero que no producía daños. Aquello que dijo Jesús a Nicodemo: El Espíritu sopla como el viento y no se
sabe de dónde viene ni a dónde va; pero lo captan los que han nacido del
Espíritu. Paralelamente vieron
aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se posaban sobre cada uno. El
Espíritu de Dios se hacía visible a través de esos elementos, pero la gran
realidad era mucho más interior: empezaron
los apóstoles a hablar en lenguas extranjeras de modo que lo entendían los
venidos de 16 países diferentes, y cada uno escuchaba en su propio idioma.
Es casi obligado hacer una referencia a Babel (cuya lectura
se tuvo en la vigilia) que refiere la imposibilidad de entenderse personas que
hablaban en principio el mismo lenguaje, pero no según el Espíritu de Dios.
Babel constituyó una confusión para no entenderse; Pentecostés supone el efecto
de diferentes lenguas que pueden oír la misma palabra que ha inspirado el
Espíritu Santo, hablada por unos varones galileos sin letras ni conocimientos
humanos. Las gentes se admiran del suceso.
El evangelio nos repite el mismo del domingo de la
Misericordia (Jn 20,19-23) cuando Jesús realiza el Pentecostés de exhalar su
aliento sobre sus apóstoles y decirles: Recibid
el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados. A
quienes vosotros no se los perdonéis, no se les perdonan, expresando así
ese otro nuevo lenguaje por el que unos hombres van a poder ejercer la fuerza
misma de Jesús, en el perdón de los pecados.
La 2ª lectura (1Co 12,3-7. 12-13) nos remite a las que
pudiéramos llamar “acciones menores” del Espíritu Santo, para indicar cómo el
Espíritu actúa en la vida diaria y en las personas normales, a través de los carismas, o gracias diarias que nos
llegan constantemente. Empieza poniendo Pablo el ejemplo más simple: Nadie
puede decir: ‘Jesús es Señor’ si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Por eso cada buen impulso del corazón, cada movimiento positivo del alma, cada
acto de fe, cada vez que damos razón de nuestra esperanza, o que hacemos una
obra buena…, sin saberlo, sin darnos cuenta, estamos ejercitando carismas o
dones diarios del Espíritu Santo que actúa en nosotros.
Lo que advierte Pablo es interesante: en cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. La acción
del Espíritu Santo es una acción que va abierta al bien de los otros, porque
todos formamos un solo cuerpo y unos miembros estamos dispuestos para la ayuda
de los otros. Y judíos o griegos,
esclavos o libres, bautizados en un mismo Espíritu, formamos un solo cuerpo y
todos hemos bebido del mismo Espíritu.
La SECUENCIA que se leerá en las Misas es una oración de
reconocimiento y fe en ese Espíritu Santo, Padre
amoroso del pobre, don en tus dones espléndido, al que suplicamos su acción
benéfica de luz en el alma, consuelo de
nuestro espíritu, descanso en el esfuerzo y en el trabajo… Con una
delicadeza que expresa sus efectos benefactores, se le reconoce como brisa en el estío y fuerza en el dolor, que
llena el vacío del corazón humano y alienta al pecador para convertirse.
Se acaba con una petición de sus siete dones según la fe de sus siervos, y la salvación eterna.
Estamos, pues, bajo la era del Espíritu Santo, el Dios que nos acompaña a cada
paso y en el que nos desenvolvemos nuestra vida cristiana.
Vivamos LA EUCARISTÍA bajo ese manto del Espíritu de Dios,
que nos entrega a Cristo para que nuestra vida se vaya adecuando día a día al
estilo de Jesús, quien vivió también movido por el Espíritu Santo y realizó su
obra bajo la inspiración de ese Espíritu.
Movidos por el Espíritu Santo que ora dentro de nosotros,
dirigimos a Dios nuestra oración.
-
Que la Iglesia y el Papa vayan movidos por el Espíritu Santo. Roguemos al Señor
-
Que nosotros seamos dóciles a las inspiraciones del Espíritu en el
pensar y en actuar. Roguemos al Señor.
-
Que el Espíritu actúe en los políticos y en todos los que están
constituidos en autoridad. Roguemos al
Señor.
-
Que los múltiples carismas del Espíritu sean siempre empleados en el
bien común. Roguemos al Señor.
Reparte tus
siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al
esfuerzo su mérito, y danos tu gozo eterno.
Que vives y reinas con el Padre y el Hijo por los siglos de
los siglos
PENTECOSTÉS era una de las grandes fiestas judías.El origen de la fiesta se remontaba a una antiquísima celebración en la que se daba gracias a Dios por la cosecha del año, a punto de ser ya recogida. Después se sumó ya ese día el recuerdo de la promulgación de la Ley dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Se celebraba cincuenta días después de la PASCUA.La cosecha material que los judíos celebraban con tanto gozo se convirtió , por designio divino, en la Nueva Alianza en una fiesta de inmensa alegría: la venida del Espíritu Santo con todos sus dones y sus frutos.
ResponderEliminarEn el Antiguo Testamento, la obra del Espíritu Santo se manifiesta en aquellos elementos en aquellos elementos que solían acompañar la presencia de Dios: el " viento" y el ""fuego".Tambien por el " soplo".
En PENTECOSTÉS los Apóstoles fueron robustecidos en su misión de testigos de Jesús, para anunciar la Buena Nueva a todas las gentes; pero no solamente ellos sino cuantos crean en Él tendrán el dulce deber de anunciar que Cristo ha muerto y resucitado para nuestra salvación.
Todos los cristianos tenemos desde entonces la misión de anunciar,y cantar las maravillas que ha hecho Dios en su Hijo y en todos aquellos que creen en Dios. Somos ya un Pueblo Santo para publicar las grandezas de Dios que nos sacó de las tinieblas a su Luz admirable.
El Paráclito actúa sin cesar en nuestra alma que con sus inspiraciones va dando tono sobrenatural a nuestros pensamientos, deseos y obras.
Hay Realidades que no podemos explicar porque son previas al lenguaje. ser, vida, tiempo, amor, aire...Lo mismo nos pasa con el Espíritu. Sin Él, nada de lo que existe, sería. Él es la fuerza creadora de Dios. Sin Dios todo sería un caos que causaría espanto. Él pone AMOR en las criaturas y las vuelve amables. También Él hace que tengamos FE y que su Palabra tenga sentido. Con Él, Jesús, vive en cada persona que le abre el corazón y su Palabra, que es la Palabra de Dios, es su lección de vida,y la Iglesia es una gran familia, la gran Familia de Dios, una familia de hermanos, cuyo Padre es Dios.
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