Liturgia
Hoy tenemos entre manos el texto “constitucional” del
cristianismo: LAS BIENAVENTURANZAS (Mt 5, 1-12). Es la “carta magna” que nos
dejó Jesús, de la que ya se derivan todas las demás enseñanzas del evangelio y
todas las actuaciones de Jesús. Lo que Jesús hizo fue poner en práctica momento
a momento lo que había diseñado como la LEY FUNDAMENTAL de la vida de quienes
quisieran ir tras de él.
Las bienaventuranzas en realidad son 7. Según diversas
opiniones, la que marca el ritmo de todo el resto es la primera, que felicita a
los POBRES DE ESPÍRITU. Para otros, la síntesis es LOS QUE PADECEN PERSECUCIÓN
POR LA JUSTICIA. Yo doy mi opinión favorable a la primera hipótesis, puesto que
Jesús salió constantemente a favor de los POBRES, y precisamente por ser “pobres”,
padecen en razón de su fidelidad.
POBRE en el evangelio no es simplemente el que carece de
bienes materiales. Pobre es el que carece del afecto del prójimo, el que es
menos considerado, el que sufre, el que está enfermo, el que no es entendido,
el que es menospreciado, el que padece persecución por razón de su fe y su
fidelidad a la verdad.
Y si seguimos la descripción misma de Jesús, POBRE se desdobla en el que ES SUFRIDO en medio de
las realidades que son contrarias; LOS QUE LLORAN paciente y serenamente los
abusos que se cometen con ellos o con otros; LOS QUE TIENEN HAMBRE DE JUSTICIA
(de santidad, de que haya rectitud en la vida, de que se respete al prójimo y a
las cosas del otro, incluido el respeto a la religión de cada cual).
Son pobres
evangélicos, pobres “de espíritu” LOS MISERICORDIOSOS, los que tienen el
corazón tan grande que todo y todos encuentran en ellos una compasión, una
comprensión, una acogida y una misericordia. Son pobres LOS LIMPIOS DE CORAZÓN,
los que tienen la mirada limpia para ver la vida y los hechos de los demás. Los
que siempre descubren primero la parte positiva de cada suceso o de cada
persona, y casi que dejan oculto bajo un velo de caridad lo defectuoso y
negativo. Sencillamente miran con “ojos de Dios”, que está siempre más
dispuesto a perdonar que a condenar. LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ: viven en paz
interior, viven aceptándose a sí mismos. Y con mucha más razón, son pacíficos
hacia afuera: no crean tensiones, no envidian, no pelean, no pretenden imponer
sus formas, quitan hierro a lo que puede ser motivo de disgusto. Comunican esa
paz. Perdonan totalmente, sin que les quede un resquicio de recuerdo negativo
de lo que se hizo o les hicieron malamente. Son agentes de perdón entre
desavenidos, con el arte de la sencillez que les da esa “pobreza” que nada
impone pero que tiene recursos para ayudar a tender puentes donde se habían
construido barreras. Y todo desemboca en LOS QUE SUFREN PERSECUCIÓN POR LA
JUSTICIA (por su fidelidad), porque siendo pobres “a lo Cristo”, se llevan las
bofetadas de los de arriba y los de abajo. Si como pobres, Dios es su Rey, como
perseguidos “de ellos es el Reino”. Empezamos y acabamos por el mismo sitio.
En medio de esas
dos bienaventuranzas, los sufridos serán dueños de sí mismos y de las
situaciones (heredarán la tierra, saldrán victoriosos de las tensiones), o los
que lloran van a tener el consuelo interior que sólo puede venir de Dios, desde
las lágrimas pacíficas que sosiegan el alma; o van a quedar saciados los que
ansían la bondad. O los misericordiosos van a gozar de la misericordia de Dios,
que supera toda maldad. O los limpios de corazón verán a Dios. Son los que se “han
comprado unas gafas del color de Dios”
y por eso pueden descubrir a Dios en todas las cosas, sin que algo les aparte
de esa visión luminosa aun dentro de la misma oscuridad que se presenta a la
vuelta de la esquina. Y los que trabajan por la paz se van a llamar “hijos de
Dios” porque Dios es Dios de paz y se manifiesta en la paz.
Lo que no promete
Jesús es una felicidad humana de pasar por la vida con los parabienes de todos,
sino que acoge a esos POBRES en su mismo estilo de vida, allí donde él es
perseguido y maltratado, insultado y perseguido. Los que padecen todo eso POR
EL NOMBRE DE CRISTO…, en razón de su fidelidad a Cristo, esos son los que
encuentran en su pobreza los elementos necesarios para ser felices. Y por
tanto, estad alegres y felices porque vuestra recompensa será grande en el
cielo.
Así empezamos muy bien, con las Bienaventuranzas, la "carta magna del Reino.Jesús anuncia ocho veces a sus seguidores el camino hacia el Proyecto de Dios; un camino feliz porque Jesús es el Hombre Feliz de las Bienaventuranzas. Su camino que nos propone es un camino de Vida y de Felicidad. Como Moisés anunciara de parte de Dios , desde el monte Sinaí, el Decálogo de la Alianza a su pueblo, ahora Jesús, el nuevo y definitivo Moisés, desde la montaña de las Bieaventuranzas, propone su nuevo código de vida.
ResponderEliminarEs un camino que nos revela a un Jesús al que le gustan las paradojas: llama felices a los pobres, a los humildes , a los que lloran y son perseguidos, a los limpios de corazón...Naturalmente, la felicidad no está en la misma pobreza ni en las lágrimas; sino en lo que esta actitud de aceptación y de apertura significa y en el premio que Jesús promete.Los bienaventurados de Jesús son los pobres de JAHVÉ del A. T, que no son autosuficientes, que no se apoyan en sí mismos, sino en Dios. Atodos los que quieren seguir este camino, Jesus les promete el Reino y ser hijos de Dios, y poseer la tierra.Hace más de dos mil años que Jesús nos ha hecho esta propuesta y el mundo no acaba de ser "feliz"¿Qué es lo que estamos haciendo mal?
Las Benaventuranzas son el retrato de cómo es Dios, de cómo es Jesús, a qué le dan mucha importancia Ellos, qué es lo que tenemos qué hacer para salvarnos.Y, no son una promesa, ya son una felicitación.