Novena al
Sagrado Corazón, día 8º
Benedicto XVI escribió: El Don de Cristo y el mirar en persona a
Jesús muerto, nos lleva a ver el amor sin límites. Y ese amor se transforma en
adoración silenciosa. Esa es la
verdadera devoción al Amor de Jesús,
al Corazón de Jesús.
El
Papa ha condensado magistralmente: Don de
Cristo; mirar en persona a Jesús; a Jesús muerto; amor en adoración silenciosa…
Analizando cada una de esas expresiones nos encontramos con la profundidad de
la devoción
al Amor de Jesús. El amor de Jesús es un DON, un puro regalo, y un
regalo que nos ofrece cuando éramos pecadores, cuando el pecado reinaba porque
todavía no se había realizado la redención. Por eso lo que más necesita el
creyente es MIRAR A JESÚS…, Que Jesús no desaparezca nunca del objetivo de su
oración. La Persona de Jesús es modelo y paradigma de todo el que quiere vivir
una vida plena que no se quede en las cáscaras de la fe. Pero es que –además-
esa Persona de Jesús se contempla en LA MUERTE, en el acto supremo del amor, porque
ha dado la vida por la persona que ama,
en realidad por el mundo, aunque haya una parte de ese mundo que no lo quiere
conocer y toma otras veredas y vericuetos completamente antagónicos. Es que al
Corazón de Cristo se llega en ADORACIÓN SILENCIOSA y el silencio es de las
cosas que más cuesta vivir en los tiempos actuales. El silencio mete a la
persona dentro de sí misma y puede encontrarse allí con su verdadera realidad y
–muy al fondo- con el mismo Dios. Ahí es donde se produce la ADORACIÓN, el
momento sublime en el que el amor de la criatura se hace donación gratuita de
sí mismo.
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OSEAS presenta el
rostro tierno del amor (sin la visión dolorosa /sufriente del Calvario. Las
imágenes gráficas son bellísimas: le
enseñó a hablar, a andar, le llevaba en brazos, le atraía...; se me conmueve el
corazón… ¡Ese el AMOR DE DIOS!
Así, pues, desde el Antiguo Testamento se nos están manifestando esas dulzuras
del amor de Dios con su Pueblo, y se nos está abriendo la puerta al conocimiento interno del Corazón de Dios,
que se hará manifiesto a la humanidad en el Corazón del Hijo de Dios encarnado,
el Jesús que es todo corazón para acercarse a las gentes más necesitadas y en
ellas mostrar las ternuras íntimas de su Corazón.
En
la carta a los Efesios se describe
la riqueza inagotable que es Cristo. Y así hemos de abarcar lo que trasciende toda filosofía: el Amor de Dios, el amor
de Jesucristo. No hay filosofía humana que pueda expresar la realidad de Jesús.
La filosofía no pasa de lo meramente humano. Y lo que San Pablo nos pone
delante es un amor de Dios que no tiene límites: la altura, la anchura, la profundidad…, sin determinar medidas,
porque en el amor de Dios no hay medida. Esto a su vez nos pone ante nuestro amor hacia Jesús que tiene que
romper todos los moldes porque –desde la línea sobrenatural de la vida de la
Gracia- nos sobredimensionamos y somos capaces de llegar mucho más allá de lo
que haríamos por fuerzas solamente personales. El amor a Jesucristo es el que
ha arrancado más heroísmos y más fuertes enamoramientos del alma. Pero se
quedaría en una mística vacía si el amor a Cristo y a Dios se redujera a ese
ámbito “interno espiritual”. Se nos está exigiendo una aplicación práctica de
ese amor en la aplicación en el amor al
prójimo. Se trata de que el creyente (y devoto del Corazón de Jesús) se adentre en la
plenitud que hay en Dios, y que –por tanto- se vuelque hacia los otros
hermanos. Sin ello no hay plenitud
cristiana.
El
pecado más determinante del momento actual es el individualismo. El egoísmo
llevado a la soledad de la persona en sí misma, bastándose a sí misma,
entendiéndose a solas con una maquinita entre los dedos. El individualismo que
sólo busca la ventaja para sí, aunque sea a costa de los demás, y aun de la
vida de los demás. Las hambrunas de muchos pueblos esquilmados por las grandes
mafias de la globalización. Las víctimas de la trata de mujeres y de niños, el
lanzamiento al riesgo y a la muerte de esas otras mafias que se enriquecen con
el dolor de la inmigración. El negocio infame e inhumano de las clínicas
abortivas, y el enriquecimiento de unos pocos a costa de los muchos…, más todo
lo que cada día nos desayunan los medios de comunicación, son la expresión más
evidente de lo que es una humanidad que ha apartado de sí a Dios y las
referencias necesarias para la vida social que son los principios
sobrenaturales que Dios nos pone delante. El mundo se ha apartado y ha prescindido
del Corazón de Dios manifestado en
Cristo, y el resultado es que se está devorando a sí mismo, perdido en su
individualismo egoísta.
Pongamos amor donde no hay amor…, pongamos
al Corazón de Jesús traspasado por el dolor, aceptemos el DON de Dios expresado
en la Persona de Jesucristo muerto por nosotros, y entremos en adoración
silenciosa, capaz de levantar de entre nosotros, de entre el mundo, la
suprema medicina del AMOR RECÍPROCO, del amor entre todos.
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