NOVENA al
Sagrado Corazón.- 6º día
SEGUIR A JESÚS COMPORTA SACRIFICIO, Y SACRIFICIO
CONDUCE A AMOR
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Cuando en el Evangelio se acercan unos fariseos a
Jesús, y pretenden ganarse su atención, lo que le dicen es: Enseñas el camino sinceramente. Tal camino es precisamente la vida cristiana,
y es muy claro que Jesús no se limitó a quedarse parado en un lugar donde fuera
mejor atendido, sino que pateó Palestina de arriba a abajo, llevando su mensaje
y haciendo sus obras. Y no sólo es que él va y viene buscando dónde y cómo hacer
el bien, sino que su enseñanza está siempre poniendo en movimiento porque es
exigente. Ya se define Jesús como camino…: Yo soy el Camino y seguir
ese CAMINO es el ideal, el ejemplar y modelo de vida. Presupone, pues un
dinamismo que lleva al creyente a las actuaciones más impensables. Y cuando se
le ha seguido y se le ha conocido, brota el amarlo para imitarlo… Es la
petición de S. Ignacio durante las contemplaciones de la vida pública. Y
obras son amores. El seguimiento se manifiesta en obras y las obras son las que
brotan del corazón del que ama. El amor se da entre iguales o va haciendo a las
personas más iguales, Nosotros, imitando a Jesús, nos iremos acercando a ser
más como Jesús. Cierto que no vamos a llegar adonde él llegó, pero caminamos en
esa dirección y nos vamos haciendo a su estilo.
Ahora
bien: el Corazón de Jesús invita al seguimiento en el doble amor: a Dios y al
prójimo. Es la vía del afecto. Y cuando
se ama, se va avanzando en la línea del sacrificio porque no hay amor verdadero
sin sacrificio. Y el sacrificio no se da sin sufrimiento. Un sufrimiento que
llega de mil maneras porque es ley de vida que mucho cuesta lo que mucho vale.
Eso sí: no culpa nunca a Dios de los sacrificios que van viniendo y que se van
presentando, y lo que sabe y espera de ese mismo sufrimiento que viene dado por
unas causas u otras es que detrás lleva para el sujeto la vida que Dios da.
Dios no manda el sufrimiento, pero el sufrimiento no es baldío ante Dios. Dios
no podía querer la barbaridad que supuso la Pasión (con tantas maldades
humanas), pero la Pasión fue el medio a través del cual quiso Dios llevarnos a
la vida.
Saber
encajar el sufrimiento es una forma que se hace casi necesaria en el
seguimiento de Jesús. No somos masoquistas que queremos sufrir. Somos realistas
que sabemos que –queriendo o no queriéndolo- el sufrimiento forma parte de
nuestra vida, y se presenta de mil formas y se verifica antes o después. Así camina
el que imita a Jesús. Sabe descubrir que su Pasión y muerte manifiestan su amor
a Dios y su amor a nosotros. El Corazón traspasado es la gran prueba de ese
amor. Benedicto XVI escribió que ese Corazón así traspasado, aquel amor de
dones y gracias, nos abre al culto al
Corazón de Jesús. Las generaciones modernas ni admiten ni aceptan ni se
resignan ante el sacrificio. Por eso mismo sufren más cuando el sufrimiento
aparece en sus vidas o en su entorno. Quizás les esté faltando el realismo de
la vida y en definitiva les falte entender el amor verdadero. Quizás les falte entender
en el sufrimiento el amor. Amar precisamente cuando ha surgido el sufrimiento.
Saber encajar el sufrimiento sin culpar a Dios. Quizás sea para muchos una
asignatura pendiente, por el vicio establecido de que Dios hace padecer a los
que más ama. Más de uno se ha apartado de la fe por sufrir el escándalo de que
Dios no ha evitado tal o cual sufrimiento. Quisieran un Dios que manejara los
hilos de las marionetas del dolor, para evitar que ese dolor se presente en la
vida. Luego protestarían de que Dios nos usase como marionetas… El hecho es
haberse criado en un ámbito de falsa felicidad placentera, en la que a Dios se
le quiere sólo para que elimine el sacrificio. No van más allá de los misterios
que hay detrás de las realidades de la vida, y que Dios lloró aquellos tormentos
que le infligieron a su Hijo, y sin embargo con su poder fue cambiando cada
herida en una perla, cada llaga en una puerta de misericordia
Siempre
juntos el amor y el sacrificio, el seguimiento de Jesús y la aceptación del
sufrimiento que la vida se encarga de traer. Y el amor vivido en las dos
direcciones: a Dios y al prójimo.
Hasta los fariseos reconocían que Jesús enseñaba el camino sinceramente. Cristo se dirigía a todos, no solo a los Apóstoles; y, dice San Mateo que al terminar estos discursos, "las multitudes quedaban admiradas de sus enseñanzas". Hablaba a las madres de familia, a los jornaleros a los mendigos, enfermos... El Señor nos llama a nosotros, a cada uno en particular...Jesús quiere que seamos perfectos y nos da las gracias necesarias. Esto no es un ruego, nos lo exige, porque en la Iglesia de Jesucristo, todos sus miembros están llamados al heroismo, al amor fraterno y al sacrificio alegre por Dios y por el prójimo.Dios nos da las gracias necesarias y nos coloca a cada uno en el lugar que le es más propicio para que pueda seguir seguir cerca del Señor y que pueda realizar un apostolado fecundo.
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