YO SOY EL PAN DE VIDA
La liturgia del día
del Corpus toma su evangelio de Jn 6, el discurso de Jesús a los que le
buscaban porque habían comido de los panes y los peces multiplicados. Le
buscaban como a un líder que resuelve los problemas. Y Jesús les habla del
verdadero PAN, que no es el que han comido en el desierto, ni tampoco el maná
que comieron sus padres (1ª lectura) sino que él es el que da VIDA. Jesús da un PAN que es alimento que permanece
y da Vida.
“VIDA” que es vida que
se tendrá después de la muerte, pero vida que también es de aquí: vida de plenitud, que llena los anhelos
del ser humano: He venido a que tengan
vida y vida en abundancia. No es un mero sobrevivir, sino vida a imagen de
Dios, vida en plenitud.
PAN es mi carne y es
mi sangre… Y surge el escándalo de muchos, que dejan de seguirlo. Pregunta a
Pedro si ellos también quieren irse y Pedro, aunque no entiende mucho,
responde: ¿Adónde vamos a ir sin ti?
Y no se fueron aunque no entendieron hasta que algo comprenderían el Jueves Santo.
La EUCARISTÍA se
convierte en el PAN DE VIDA. Expresión que no es simbólica sino real, eficaz:
DA LA VIDA.
Pero no es algo
mágico. Es PAN DE VIDA si nosotros nos dejamos dar esa vida. Los efectos de
recibir el Pan de Vida no son mágicos. Jesús tiene que ser aceptado como Palabra de Vida.
En la Edad Media la
Eucaristía estaba poco validada: reducida a las Iglesias y al Clero. Y el Papa
quiso entonces que saliera a la calle; de ahí la FIESTA DEL CORPUS, para que el
pueblo conozca la Eucaristía.
Pero surge la
tendencia contraria, y se conciben esas iglesias de altas escalinatas y
Manifestadores en lo más alto del altar, como una “lección” de que la
Eucaristía es del pueblo pero no para participarla el pueblo.
Pío X es el Papa que
acerca la Eucaristía al pueblo fiel. Y el Concilio Vaticano II la define como culmen
y fuente de la vida cristiana.
Lo que celebramos no
es un ritual de palabras mágicas que “convierten” el pan natural en el Pan de
Vida. Jesús nos abre el misterio de SU CORAZÓN y nos deja cambiar por él. No es
un ritual mágico: es nuestra vida
para los alegres y los tristes, los enfermos, los sanos… Todo es abarcado por el PAN DE
VIDA. Participemos pero no sólo de “la comunión”. Abramos el corazón y la vida
a Jesús, para que fluya dentro de nosotros la vida en plenitud.
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