Texto completo del Papa
en el ángelus. ¿Qué tipo de semilla soy?
También nosotros somos sembradores. Nuestras palabras pueden hacer
mucho bien o tanto mal
13 de julio de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco rezó
este domingo la oración del ángelus desde su estudio en el Palacio Apostólica,
delante a la ventana que da a la plaza de San Pedro, en donde miles de fieles y
peregrinos le esperaban. Antes de la oración dirigió las siguientes palabras:
“Queridos hermanos y hermanas,¡buen día!
El evangelio de este domingo nos muestra a Jesús que predica en la
orilla del lago de Galilea y que una gran multitud lo circunda. Él sube a una
barca, se aleja un poco de la orilla y predica desde allí. Cuando habla al
pueblo, Jesús utiliza muchas parábolas: un lenguaje comprensible a todos, con
imágenes tomadas de la naturaleza y de las situaciones de la vida cotidiana.
La primera que cuenta es una introducción a todas las parábolas:
es la del sembrador, que sin ahorrar arroja las semillas en todo tipo de
terrenos. Y el verdadero protagonista de esta parábola es justamente la
semilla, que produce más fruto o menos según del terreno en el que ha caído.
Los tres primeros terrenos son improductivos: a lo largo del camino los pájaros
se comen la semilla; en el terreno pedregoso los brotes se secan rápido porque
no tienen raíces; en medio de la zarzas la semilla es sofocada por las espinas.
El cuarto terreno es el terreno bueno, solamente allí la semilla
prende y da fruto. En este caso, Jesús no se ha limitado a presentar esta
parábola, también la ha explicado a sus discípulos. La semilla caída en el
camino indica a cuantos escuchan el anuncio del Reino de Dios pero no lo
acogen; así llega el maligno y se lo lleva. El maligno de hecho no quiere que
la semilla del evangelio brote en el corazón de los hombres. Este es el primer
paragón. El segundo es el de la semilla caída entre las piedras: esto
representa a las personas que escuchan la palabra de Dios y la acogen
rápidamente. El tercer caso es el de la semilla entre las zarzas: Jesús explica
que se refiere a las personas que escuchan la palabra pero, a causa de las
preocupaciones mundanas y de la seducción de la riqueza, queda sofocada.
Y concluye con la semilla que cae en el terreno fértil, la que
representa a los que escuchan la palabra, la acogen, la custodian y la
comprenden, y esa trae fruto. El modelo perfecto de esta buena tierra es la
Virgen María".
Esta parábola nos habla hoy a cada uno de nosotros, como hablaba a
quienes se la escuchaban a Jesús hace dos mil años. Nos recuerda que nosotros
somos el terreno en donde el Señor arroja incansablemente la semilla de su
palabra y de su amor.
¿Con qué disposiciones le acogemos? Podemos plantearnos la
pregunta: ¿cómo es nuestro corazón?, ¿a qué terreno se asemeja?: ¿a un camino,
a un pedregullo, o a una zarza?
Depende de nosotros que nos volvamos un terreno bueno y sin
espinas ni piedras, pero preparado y cultivado con cuidado, para que pueda
traer buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos.
Y nos hará bien no olvidarnos que también nosotros somos
sembradores. Dios siembra semillas buenas y también aquí podemos hacernos la
pregunta: ¿Qué tipo de semilla sale de nuestro corazón y de nuestra boca?
Nuestras palabras pueden hacer mucho bien y también tanto mal; pueden curar y
pueden herir; pueden animar o pueden deprimir. Hay que recordarse: lo que
cuenta no es lo que entra pero lo que sale de la boca y del corazón.
La Virgen nos enseñe con su ejemplo a recibir la Palabra,
custodiarla y hacerla fructificar en nosotros y en los otros.
Después de la oración del ángelus el Papa hizo un llamado
en favor de la paz en Tierra Santa (clicar aquí para leerlo)
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