San Benito,
patrón de Europa
La
Liturgia nos sitúa hoy a SAN BENITO como fiesta. Es considerado como la figura
ejemplar y determinante de la vida monástica. No sólo por su vida misma sino
porque vino a ser un modelo en las Reglas con que dotó a su familia
benedictina. Y no sólo queda en ella esa Regla sino que su espíritu viene a
hacerse modelo inspirador de otras Reglas monásticas de diversas órdenes
religiosas.
Por ser
fiesta litúrgica tiene lecturas propias. Se ha escogido Prov 2, 1-9 para
expresar la esencia de ese espíritu. Y lo primero que aparece es su dependencia
y fidelidad a la PALABRA DE DIOS, de la que acepta sus consejos y a la que
presta oído. Lo que el texto bíblico va enumerando condicionalmente, cae de su
peso en San Benito: atiende la sabiduría que se encierra en la Palabra. Y por
consiguiente vive la prudencia a la que conduce esa Palabra de Dios. Si la
gente del pueblo estima el dinero y los tesoros, en mucho mayor grado valora
Benito el amor de dios, el conocimiento de Dios. En realidad no habría que
explicitar amor y conocimiento: bastaría uno solo, porque nadie puede conocer a
Dios y no volcarse en amor; ni nadie puede amar a Dios que no se le vaya el
alma a conocerlo más profundamente. Y es que es Dios quien da la Sabiduría, y
con ella la prudencia y la inteligencia: el don de “entender” las cosas de Dios.
Y de ahí, a la honradez de vida, a la conducta intachable, al camino de la fe,
la justicia y el derecho (=la rectitud de vida), ya no hay distancia.
Claro:
hablamos de un entrada en la PALABRA DE DIOS que no es la que proviene del
conocimiento superficial, ni siquiera de ese primer conocimiento que llega por
detenerse ante la Palabra de Dios, y aun por orarla desde los resortes humanos
(recogimiento, meditación, silencio interior). Todo eso será necesario. Pero la
oración que transforma, la que cambia a la persona; la que le hace ver DENTRO,
y ya le toca a los mismos “sistemas
interiores”, es el momento en el que el Espíritu Santo hace ir más allá del
“leer”, del “meditar”, del “comprender”, del “emocionarse”… Es el momento en
que el Espíritu ora en nosotros y nos
hace exclamar con gemidos inefables… Es el momento en que la persona es
otra, siente cambiado su “chip”, y entra en esa otra dimensión en que la
Palabra de Dios no es “algo” que se mira desde fuera, sino es el mismo respirar
del alma.
Por eso, cuando
el Evangelio elegido para esta fiesta –Mt 19, 27…- nos vuelve a la pregunta de
Pedro: Nosotros, que lo hemos dejado todo…,
adquiere en San Benito una realidad de verdad. Benito “ha salido” ya de este
mundo humano y de egoísmos y bajezas humanas. Instruido por la sabiduría de
Dios y la inteligencia de las cosas divinas, su vivir ya no es en la tierra. La
sabiduría que trasmite ya no es humana. Lo
ha dejado todo. Y el fruto que aquí mismo abajo recolecta es su amplia
familia benedictina: “casas y hermanos y
hermanas, hijos y campo”…, el cien doblado y la herencia de la vida eterna.
La
experiencia pastoral –y la propia experiencia- da clara cuenta de la diferencia
que hay de oración a oración, de oír a escuchar, y de escuchar a “sentir
internamente y gustar”… Oración hacemos muchos. Y hasta bellas palabras de
oración podemos predicar. Oración que va influyendo en la vida hasta hacer
cambiar clavijas, ya es más difícil. Incluso engañosa, porque se ve uno “buena
persona orante”…, pero luego es como aquel
que se mira en el espejo y luego se olvida de la figura que tiene (nos
enseña San Pablo). Oración que “coge el pellizco” en el alma, plantea una
vuelta de tuerca, y constriñe hasta hacer cambiar la dirección de la vida…, ¡ya
es más difícil! Y la prueba es tan fácil como la de vernos orando cada día…, y
seguir con las mismas deficiencias “de andar por casa”: el egoísta sigue
egoísta, el celoso sigue celoso, el egocéntrico sigue haciendo girar la vida
sobre sí y pretende que todo gire a su modo, el que se ha encasquillado en sus
juicios, sigue en ellos…, el “adicto a oír sermones” (o leer el blog) sigue
haciéndolo…, y al segundo siguiente está haciendo todo al revés como si nada
hubiera escuchado.
Toso esto es
lo que nos plantea la liturgia de hoy, para que la mirada y el recuerdo de San
Benito nos lleva a ansiar ese otro conocimiento que ya no es de la
inteligencia sino del sentir dentro y gustar con el alma, y vivir
en la vida esa Palabra que ha
quedado amasada dentro de la propia
persona hasta el ya no vivo yo, sino que
es Cristo quien vive en mí. Y mis reacciones, mis pensamientos, mi sentir,
mi respirar, mi soñar y mi ser entero, están transidos por esa Palabra. Que ya
no está sólo en lo escrito en la Biblia, sino que ha pasado a estar en la
médula misma de la persona.
San Ignacio
fue un místico de mucha altura. Cuando empieza a pedir el conocimiento interno del Señor para que más le ame y le siga, se
encamina a una identificación tal con Jesucristo que –en caso de igual gloria
de Dios en una elección o en otra- quiere
y elige pobreza con Cristo pobre, humillación con Cristo humillado…, y todo
ello hasta querer sentir dolor con Cristo
doloroso, quebranto con Cristo quebrantado. Ya no hay “dos”: Cristo y yo;
yo pido ya ser metido ya en el Corazón de Cristo. Y como todavía sigo “siendo
yo”, el paso siguiente es que yo desaparezco porque lo único que ya me importa
ya es el propio gozo y alegría del Cristo
resucitado. ¡Vamos! que la vida se reduzca a vivir amando…, a servir y amar.
Hoy dia de San Benito patrón de Europa le encomendamos la tarea de recristianizar la sociedad y le pedimos que sepamos proclamar con nuestra vida y nuestra palabra "la pernnne juventud de la Iglesia ".Ningún cristiano puede permanecer al margen de las grandes cuestiones humanas que el mundo tiene planteadas.No podemos cruzarnos de brazos cuando se condena a la Iglesia,relegándola fuera de la vida pública,impediéndole intervenir en la educación,en la cultura o en la vida familiar.
ResponderEliminarSanta María Reina de Europa ruega por todos aquellos que se encuentran en camino hacia Cristo....ruega por nosotros.