Lo que va del
SÍ al NO
El
casi “naufragio” sufrido por la barca de los apóstoles y Jesús ha acabado en es
gana de desembarcar de los aterrados y asombrados remeros, que acaban buscando
la playa más cercana para varar allí y salirse de la barca. No debía ser una
playa demasiado acogedora. Tiene muy cerca un acantilado, y por la otra parte,
grutas (que suponen un sitio agreste). Pero era una palaya más próxima y allí
se dirigieron para desentumecer o destensar los músculos. El caso era salir de
la barca.
Y
en una de esas grutas vivían dos
endemoniados [no perdamos de vista que estamos en San Mateo, que suele
frecuentemente multiplicar por dos]. Endemoniados feroces, agresivos, peligrosos…
Significa que LA PROVIDENCIA ha actuado y que una tempestad ha venido a
encaminar hasta allí a Jesús que, de modo “casual” se topa con aquel
espectáculo y penosa situación de aquellos desgraciados. Jesús, en cuanto
descubre el panorama, increpa al demonio a salir de aquellos hombres. Y el
demonio –hablando el plural- se enfrenta a Jesús porque ha venido a echarlos antes de tiempo.
Sabe
el demonio (o demonios) que llevan las de perder, y optan por pedirle a Jesús…
¡El demonio, pidiendo! Y como es demonio y no sabe pedir, suplica a Jesús que
les deje salir pero poder entrar en los cerdos. En efecto, había una piara en
la otra parte, a cierta distancia. Jesús se lo permitió. No suponía un triunfo
de los demonios “suplicantes” sino el propio fracaso de quien no sabe pedir. Y
mientras los dos que habían estado posesos han quedado serenos, los cerdos
salen de estampida y se precipitan por el acantilado, y se ahogan en el mar.
Los
porquerizos no habían podido estar en “la conversación” de Jesús con los
posesos, aunque –a distancia- puede ser que observaran. Y ya les llamó la
atención primera aquella expedición de hombres que se adentraban en un espacio
tan peligroso. Más extrañados cuando vieron que los posesos agresivos parlamentaban
con Jesús… Pero el terror y el espanto y el temor les invadió cuando de pronto
vieron a sus cerdos salir enloquecidos hacia su propio desastre, mientras los
temidos hombres de las grutas estaban serenos junto a Jesús.
La
primera reacción fue quedarse paralizados, sin saber qué había pasado. Luego,
el movimiento instintivo de asomarse al acantilado, y echarse las manos a la
cabeza por el desastre… Desastre de los cerdos, de los dueños de los cerdos, y
de ellos mismos (que quedaban vacantes)… Luego fue mirar a la otra parte y ver
el cuadro tan distinto de Jesús y aquel grupo de hombres que están rodeando y
hablando con los que habían sido endemoniados y el terror del contorno. Y
cuando se rehicieron, el siguiente movimiento fue correr al pueblo para contar
lo que había ocurrido.
Para
el pueblo era un desastre económico (aunque fuera una economía que estaba
prohibida en Israel porque no era permitido el negocio de los cerdos). Y el pueblo
salió a ver. Y vio a sus “temibles paisanos”, tranquilos y normales. Eso no les
impactó demasiado. Se asomaron al acantilado y vieron ahogada la piara de sus
cerdos. Y como reacción instintiva, parte de “temor sagrado”, parte de heridos
en sus negocios, fueron a Jesús y le pidieron que se ausentase de allí.
El
momento es para pensárselo. La providencia había traído a Jesús a un lugar donde
había unas necesidades: los endemoniados que atemorizaban; los negocios sucios
que ofendían… Les había llegado Jesús “de pura casualidad”, consecuencia de una
misteriosa imprevista tempestad. El misterio salvador de Dios se hacía presente
de una forma evidente y misericordiosa. Y el pueblo opta por pedirle a Jesús
que se vaya de allí.
¡Lo
que Jesús pudo hacer en aquel poblado! Los enfermos que pudieron ser curados…;
la palabra del Reino que pudo haber dejado allí Jesús… Todo queda a las
puertas, porque a Jesús le piden que se marche cuando casi aún no había
avanzado muchos pasos en aquella región…
Y
resulta penoso ver a Jesús que ha de volver grupas hacia la barca, en silencio,
sin haber podido realizar allí lo mucho bueno que llevaba en sí. Aquellos
habitantes han dejado pasar de largo la providencia de Dios. Y Jesús se embarcó
con los Doce, y yo quiero imaginarlos silenciosos…Los apóstoles, como quienes
se sienten humillados. Jesús, porque experimenta el dolor por aquella región,
que tuvo tan cerca el Reino…, y no quiso saber nada de él.
¿Pasó
eso solamente en la región de los gerasenos? ¿Ha ocurrido sólo esa vez? ¿Sólo
entonces? ¡Desgraciadamente no! Esta
situación ha sucedido y sigue sucediendo. Jesús es un estorbo. Mejor “la piara de cerdos” que la liberación
de lo diabólico… Mejor que Jesús se ausente y no actúe, no comprometa, no venga
a traer algo nuevo… Estamos mejor con “lo nuestro” aunque haya demonios por
medio y cerdos rondando en las cercanías. La Providencia quiere seguir actuando.
El “mundo” no quiere que le compliquen. “Nos arreglamos con lo que tenemos…”,
aunque los cerdos sigan hozando en nuestras laderas.
Una
palabra de San Ignacio de Loyola, en este mes suyo: La Compañía de Jesús pide a sus miembros que busquen su propio
perfeccionamiento, y -con la misma
intensidad- buscar y procurar el de las almas con las que tratamos. Dos
partes de un todo, que no debe cojear por ninguna parte.
Buenos días padre, pues el evangelio de hoy no es más que el reflejo de lo que está pasando actualmente, Dios quiere quiere estar presente en el mundo, pero éste no sólo no le echa sino que miles y millones de cristianos , misioneros, religiosos y jesuitas en todo el mundo como en los países islámicos, china, o ÁFRICA, por citar algunos ejemplos, son asesinados , aniquilados y perseguidos a diario, por anunciar el Evangelio y nadie dice nada, ningún medio de comunicación se hace eco de eso, y cuándo lo hace, es tan de soslayo que no profundiza y pasa a los deportes.
ResponderEliminarEl Santo Padre decía antes de ayer que nunca ha habido tantos mártires y Santos como ahora, que la persecución es atroz y que en algunos países ( demasiados) se les expulsa con guante blanco por sus propios gobiernos, algo así dice y es la verdad.
Desgraciadamente no hay que irse muy lejos para comprobar que esto es así, se quitan crucifijos, organizan procesiones burlándose y profanando el corpus cristi, cuyo nombre no reproduzco por asco e indignación se nos agrede, se profanan nuestras iglesias y el gobierno no sólo no hace nada para garantizar la libertad religiosa y el derecho a culto recogido en nuestra constitución, sino que lo permite .
La gente no quiere a Dios en su vida, ese Dios que hace 21 siglos muríó por salvarnos a todos nosotros de la muerte y que , a pesar de todo nos ama sin medida e incondicionalmente, sin importarle nuestros pecados, acciones y debilidades, tal y como somos.