18 de julio
Una
fecha que tiene, en Málaga, una connotación muy popular y especial: es el aniversario de la muerte del P. Tiburcio
Arnaiz, y punto de encuentro de miles de personas que le profesan una
profunda devoción, y se reúnen hoy para pedir
la pronta beatificación del Siervo de Dios.
En
las lecturas de hoy encontramos referencias que pueden conducirnos a una somera
semblanza de este jesuita que perdura en el recuerdo de tantos, y que murió en
olor de santidad. En Isaías 38 encontramos la historia de un tal Ezequías, que
cayó enfermo de muerte y sollozó ante Dios… Pensó que se le quedan muchas
posibilidades sin realizar… Y en su oración alcanzó que Dios le prolongara la
vida 15 años más.
Esto
me ha llevado el pensamiento a los diversos momentos de la vida del P. Arnaiz
en lo que pareció truncarse una misión que él había levantado y que llevaba con
tanta eficacia, como era la obra de las Doctrinas Rurales. El P. Arnaiz fie
pedido por el Obispo de Cádiz y los Superiores jesuitas lo sacaron de Málaga y
lo enviaron a Cádiz. Como si hubiera por medio una oración de poder volver a su
fundación, el Obispo de Cádiz murió y al P. Arnaiz le alargaron la vida en
Málaga con su nuevo regreso a lo que él tanto le había dado.
El
Evangelio, con el ya conocido episodio de los fariseos hostigando a los
apóstoles y quejándose a Jesús porque sus discípulos faltaban a la ley del
sábado, Jesús responde que más allá de las leyes está la misericordia. Y que
más allá del sábado está Él.
Yo
destacaría en el P. Arnaiz su profunda unión y peculiar amor al Corazón de
Jesucristo. También los “nuevos fariseos” de sus tiempos –los que intentaban
eliminar la fe cristiana del pueblo y el amor a Jesucristo-había llevado a
aconsejar la supresión de la procesión del Corazón de Jesús. El P. Arnaiz,
contra viento y marea piensa también que vale más el amor que los temores, y
contacta con gentes de importancia que ayuden y garanticen la salida
procesional del Sagrado Corazón. Y con la osadía de las almas de Dios…, y miles
de personas fieles, el P. Arnaiz, Director del Apostolado de la Oración, vuelve
a sacar a las calles la imagen bendita del Corazón de Cristo, desde la Iglesia
de San Agustín, en donde entonces estaban los jesuitas. Fue un éxito.
Pero
más allá de ese milagro exterior en tiempos tan difíciles, lo que me importa
resaltar es la fuerza interior que le lleva al P. Tiburcio Arnaiz a dar ese
paso. Y esa fuerza es que hay alguien que es más que el sábado, y que
es señor del sábado. Que hay Alguien que quiere misericordia más que sacrificios. O que bien podría decirse
que lo que mueve al P. Arnaiz es la fuerza de Jesucristo, al que se ha fajado
de por vida en una labor ímproba, por el celo de su gloria. Nada extraño. El
día que el Padre optó por la Compañía de Jesús –dejando su buen cargo y
reputación en el Clero diocesano de su patria chica castellana- encontró de
pleno la experiencia profunda de unos Ejercicios de Mes, en los que
redescubrió, profundizó, interiorizó más en el conocimiento interno del Señor.
Y ahí, por “lógica”, en los sentimientos
internos de Jesús…, lo que se traduce en la figura del CORAZÓN DE JESÚS, que ya llevaba él dentro, pero que ahora toma
unas dimensiones peculiares, como una misión muy concreta en la que tiene que
desenvolver el resto de sus días. El Señor le ha concedido esos “simbólicos 15
años más” para dar mucha gloria a Dios, y crear esa plataforma esencial de las
MISIONERAS DE LAS DOCTRINAS RURALES, que son el brazo prolongado de la obra del
P. Tiburcio. Brazo que sigue hoy realizando aquella labor que creó el Siervo de
Dios, por tantos rincones y pueblos de la geografía malagueña.
El
Evangelio de hoy ha tomado vida. En medio de los campos, entre las espigas, y
sin temor a los “fariseos”, se siguen arrancando frutos que expresan el triunfo
de la misericordia sobre el olvido de tantos y el ataque de otros, a quienes
siempre les estorba la labor de la Iglesia Católica. Y sin embargo, Jesús
sigue siendo Señor del Sábado, y su obra continúa adelante aunque haya
tantos obstáculos para continuarla, y tantas personas empeñadas en arrasar la
fe y a la Iglesia, ¡que es el estamento que sigue defendiendo unos valores por
encima de ese mundo demoledor que pretende adormecer las conciencias, para luego
entrar a saco con sus intereses y patrañas.
San
Ignacio queda ahí en la base de la vida del P. Arnaiz. En la mística ignaciana,
en el carisma del Santo de Loyola, fue donde se vio llamado este Sacerdote, y
dejó todos sus honores e influencias para hacerse jesuita bajo unos votos que
llevó a rajatabla, como buen Religioso, “buscando
en el Señor nuestro su mayor abnegación y continua mortificación en todas las
cosas posibles” [R.12], Porque todos
los de la Compañía se den a las virtudes sólidas y perfectas, y a las cosas
espirituales; y se haga de ellas más caudal que de las letras y otros dones
naturales y humanos; porque aquellas interiores son las que han de dar eficacia
a estos exteriores para el fin que se pretende” [R 16].
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