¿A dónde
iremos hoy, Señor?
Para
quienes tienen la calificación de “Palabra
de Dios “bonita” y “fea”, hoy tienen “plato fuerte”. Porque hoy no aparece
a primera vista alguna proyección destacable de las dos lecturas.
Vayamos
a la primera: Isaías 7, 1-9. Acaz reina en Judá. Judá es la parcela en la que
está depositada la promesa de Dios, porque de ella sacará un salvador, un
mesías liberador. Pero lo que hoy protagoniza el desarrollo de la lectura son
dos reyes limítrofes que han decidido conquistarla.
La
Palabra de Dios es: No temas, no te acobardes
ante esos dos tizones encendidos. Y acabará la lectura: No se cumplirá la amenaza, ni sucederá.
Esos pueblos que ahora deciden atacar, dejarán de ser pueblo. Por tanto, Judá seguirá delante,
pese a todos los pesares. Dios lleva en sus palmas esa historia, y Judá será la
que prevalezca. No puede fallar Dios a su promesa: De ti nacerá un vástago… Está anunciándose el Salvador.
La
otra lectura va por el estilo: Mt 11, 20-24 es el dolor de Cristo ante ciudades
impenitentes que se han cerrado a la acción de Dios: Corozaín y Betsaida (la
patria chica de varios apóstoles), no han respondido a las llamadas de Jesús;
incluso no han sabido descubrirlo como liberador, aun cuando Jesús ha hecho en
ellas muchos milagros. Y la misma Cafarnaúm, emporio comercial, centro de
distribución para todo Israel, va a caer en el abismo…
Cambiemos
nombres de ciudades y centros de influencia. Imaginemos a Jesús en nuestra
nación -este “Judá” de aquí y de hoy- que permanece a pesar de los “tizones
encendidos” que atacan por todos los flancos. Por supuesto en el religioso. Este “Corozaín/Betsaida
o Cafarnaúm de la realidad
presente, en este ir deshaciéndose por conveniencias y maldiciones políticas,
sociales, tramposas, egoístas, de pillería, de campaña de acoso y derribo de la
Iglesia Católica como cofre de valores permanentes. Parece abocarse a ese “caerás al abismo”.
Una
nación que se consume a sí misma y se agota en sí misma porque envejece sin remedio
porque el índice de natalidad ya ha caído al umbral de no retorno. Un “Cafarnaúm”
en el que un día no se ponía el sol,
y que hoy vive a la sombra de manos mafiosas o intereses espurios, a los que
nada les interesa la Nación. Una nación que va siendo colonizada de la manera
más suave posible, por otros intereses y otras religiones, apoyada por la
estulticia de las facciones políticas y la mano negra –impertérrita- de la
masonería.
No
es un dibujo de la serie negra de Goya. Es atrevernos a abrir los ojos y salir
del letargo. Porque lo único que es necesario es tener la mirada de Jesús
cuando se encontró con una nación que se deshacía como sal en el agua, porque no quiso aceptar lo que le traía su
salvación”.
Lo
que pasa es que de nada valen esos lamentos, que son como lágrima que se llora
sobre el mar…: todo queda igual y no sube ni millonésimas de litro el caudal
del océano.
Pero
el estilo de este blog no es –ni quiere ser- agorero de males sin remedio.
Quiere siempre pensar que si tú y yo
somos más sinceros y honrados, habrá dos pillos menos en el mundo. Y aquí
sube el telón para una nueva representación que tenga sentido. Y al levantarse
ese telón estamos cada uno de nosotros en escena. Y el papel al que estamos llamados
en este gran teatro del mundo es un papel de constructores. Yo tengo sólo un
ladrillo, pero voy a ver dónde lo coloco para que sea útil. Tú sólo tienes un
serrucho, y lo que hay que ver es qué y cómo hay que aserrar. Fulanito sólo
tiene un lápiz, y es útil para ir llevando las cuentas. Nadie puede quedarse
parado.
Si
ahora entramos entre bambalinas, ahí en mi interior (o en el tuyo y en el de
Fulano) lo que tenemos es que preparar y ensayar bien el papel que vamos a
representar. Eso requiere de mucho analizar posibilidades y carencias, fallos y
aptitudes… Porque si falta el análisis no desenvolveremos bien el papel. Dejaré
el ladrillo donde me sea más cómodo; harás daño con el serrucho; el lápiz pintarrajeará
garabatos.
El
futuro de la vida depende mucho más de ti, de mí y de Fulanito… El futuro de “nuestro
Cafarnaúm” está mucho más dependiente de testimonios auténticos de cristianos
serios que de las mafias. No fue mejor el mundo romano en el que empezó la
Iglesia, ¡y ahí sigue viviendo!, tras abrirse paso entre los leones, el
circo, y el propio “circo” que tuvo dentro de sí esa Iglesia de Cristo, cuando
los payasos se dedicaron a otras cosas que no fueran ayudar a “Juda´” a llevar
adelante la promesa de salvación.
Pero
la promesa está hecha y Dios no la retira. Ha surgido JESÚS, y sigue vivo
aunque tantas veces le intentaron dar muerte en la vida de sus cristianos.
San
Ignacio tiene unas contemplaciones típicas, que hacen parada sobre la línea
principal de tener los ojos fijos en Jesús. Ignacio pone al ejercitante ante un
espejo y le dice: ¿crees de verdad que el problema está fuera de ti? ¿No
adviertes que la lucha de “dos bandos” se está librando en ti mismo, y que es
tan sutil que puedes caer “inocentemente” en su tupido entramado de mentiras?
¡Pues manos a la obra! Estúdiate y descubre.
No sé hacer un comentario a las lecturas de hoy.Solamente pienso que Jesús pasa una y otra vez por nuestras vidas , como por aquellas ciudades de Galilea y nos invita a salir a su encuentro, dejando a un lado lo que a Él le desagrada.Ante tanta debilidad, no podemos reaccionar como algo inevitable , sino pidiendo perdón y llegar a una conversión sincera y llena de amor.
ResponderEliminarEs habitual encontranos con un entorno social, cultural, asociacional ...que aleja de si y excluye a todo lo que huela a Iglesia (por ende, a Dios y a los valores evangélicos) Pero efectivamente, si unos cuantos "sumamos" (tras esa introspección necesaria a la que hace referencia), podemos llegar a hacer ambientes más fraternos, más justos, más honestos... más "de Dios". Podemos diluirnos y quedarnos en la queja, en la melancolía de tiempos pasados... o construir y que nuestra persona sea un sumar "no codificado" con otros, es decir abierto a todos los hermanos, no sólo a ámbitos privados, sino allí donde podamos hacer bien en el nombre del Jesús en el que creemos y al que queremos hacer vida con nuestras palabras y obras.
ResponderEliminarExcelente reflexión, Padre Cantero. Si las cosas no nos gustan podemos cambiarlas, pero primero desde dentro de uno mismo, y luego sumando de uno en uno, podremos lograr los objetivos. Si nos quedamos parados lamentándonos de lo mal que está todo, eso sólo servirá para dar más ventaja si cabe al enemigo. Por eso, el mal tiempo tiene que ser tomado siempre como un tiempo de esperanza y de oportunidad para el crecimiento, animados con el ejemplo del Señor y sus santos, sabiéndonos dentro de su Iglesia, y con la fuerza del Espíritu Santo.
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