29 oct.- De lo
pequeño a lo mayor
No
es tema nuevo ni difícil de comprender. La novedad viene de San Lucas (13,
18-21) inclinado a extraer lo esencial y evitar el adorno. Pero al final de
todo, las dos parábolas del poco que
aspira al más…, la levadura y el
grano de mostaza, ya nos son más que conocidas. Trata precisamente de
expresarnos Jesús que el reino de Dios no es un reino de masas, aunque tenga
vocación de hacer fermentar toda esa masa. Pero con la simplicidad con que una
poco de levadura que una mujer mete en la masa, acaba haciendo esponjar todo y
convertirlo no en una masa esponjada solamente, sino con esa llamada particular
de cada punto de la masa a convertirse en nuevos focos de levadura que vuelve a
iniciar el proceso, y así lo van contagiando y extendiendo.
El
Papa está siendo en esta etapa de la historia esa levadura en pequeño puñado
para toda la inmensa masa que tiene delante. Él puede hacer los gestos más
elocuentes, dar las catequesis más sencillas de entender, expresar la verdad
evangélica de forma que se acepte mejor. Pero su labor queda ahí encerrarla en su
pequeño espacio geográfico y en el eco de comunicación de los Medios que
quieran trasmitir objetivamente su levadura.
El
tema es mucho más peliagudo: es la acogida que esa masa haga de tal levadura.
El grado de “blandura” y esponjosidad que tenga esa “masa”, y la fuerza de
contagio de cada parte de ella. Porque la pequeña parábola va por ahí. El Reino que predico Jesús, la levadura que
ha ido fermentando a través de los siglos, los santos como luminarias para el
trayecto. Todo eso ha llegado hasta aquí y, ciertamente ha atravesado regiones
de dureza mucho mayores a través de los siglos.
La
pregunta que nos queda abierta a este punto concreto y circunstancia real de la
vida: a nosotros…, a preguntarnos nosotros
nuestra calidad de levadura. Y no
menos, la calidad de esa masa ahí
presente, a la que tendríamos que llegar fermentando…, contagiando un
mensaje renovado hoy por el Papa, que se ha limitado a lo más básico: Jesús era así, yo intento ir por caminos más
a afines a los de Jesús, aunque dentro del S.XXI. y lo que Jesús dejó ahí…, y lo que el Papa
está preguntando es si hay tal fe en la
tierra.
Porque
es evidente que es una empresa que no se puede realizar con grandilocuentes
palabras ni con presiones de fuera. La semilla está esparcida, y la respuesta
va a depender del tipo de tierra que
la recibe. Ahí estamos directamente llamados y exigidos nosotros. Lo importante ahora es preguntarme en qué
punto me siento y en esa exigencia.
La
levadura está ahí; el Evangelio. Los caminos que han de seguirse también: quien no se niegue a sí mismo, tome su cruz
y me siga, no puede ser discípulo
mío. El tema final: si la levadura puede
hacer fermentar, está dependiendo de cada uno. Y mientras no se arregle LA
PERSONA, es absurdo pensar en que cambie LA MASA. He ahí la responsabilidad nuestra, y
responsabilidad en estos momentos providenciales que nos tenemos delante.
Somos
muy pequeños. Tenemos pocos recursos humanos personales en muchas ocasiones.
Podemos tirarnos por los suelos, viéndonos como diminutos granos de semilla de
mostaza. ¡Ahí nos coge Jesús! ¡Es que Él
no necesita más! Lo que –eso sí que lo
necesita- es que sembrados, empiece a
crecer, a hacerse un arbusto y hasta los pájaros encuentren lugar apropiado
para hacer sus nidos. Pensemos en
todos esos pasos. Y pensemos en la HUMILDAD BÁSICA que hace falta para aceptar
abiertamente que los pájaros de otros
colores aniden en las ramas. Lo mínimo pequeño que se hace suficientemente
hermoso como para cobijar… Ésta es la Iglesia, éste es el Reino. Con estos
bueyes ara el Señor. Vamos a ver que los
bueyes caminen…, y que cada cual no se conforme sólo con lo que es y hace (más,
¡que no se le pida!), o si el grano de mostaza pueda ser esa semilla que va
dando fruto y expandiéndose… Que seamos una Iglesia de buenos remeros que se
han percatado de la necesidad de ir en la misma dirección… Caben los colores de
todos los pájaros, y nuestra dicha debe ser ver un día de sol elevado en el
horizonte. Que cada color se pueda mezclar
con el otro; que la misma fe y el mismo Bautismo, y el mismo Dios y Padre, sean
resultado de una importante misión que Jesús nos ha puesto delante en el Evangelio
de hoy.
La
1ª lectura ha puesto el botón de fuego: al ESPÍRITU SANTO. Dentro de nosotros
hay un grito inmenso que nos dice que estamos hechos para más…, que vivimos la
esperanza de que eso sea…, y que la suprema fuerza y motor que tengamos dentro
de nosotros para alcanzar los objetivos del Reino, que Jesús nos ha
puesto. Ahí, dentro de nosotros, como un chip nuevo y poderoso, el Espíritu
Santo nos hace sentir y clamar que somos hijos de Dios, y que así ha llegado la
redención de nuestro cuerpo.
Ahora
queda la parte personal…, la que cada uno hemos de aportar. La levadura que
hemos de meter en la masa, y la pequeña semilla de mostaza que necesita
expandirse. Lo que somos y tenemos o no
tenemos… Lo que es parte de esta vida real nuestra.
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