Hoy, 18, tercer viernes de mes,
ESCUELA DE ORACIÓN
a las 5'30
en el Salón de Actos (PP. Jesuitas, C/ Compañía),
con el PADRENUESTRO, según San Lucas.
18 oct.: SAN
LUCAS
Hoy
celebra la Iglesia a San Lucas evangelista. Le aplica la parte de evangelio que
él escribió y que hace poco comentamos en el blog: el envío de los 72 discípulos para anunciar la proximidad
del Reino de Dios. Como Lucas no es apóstol ni convivió con Jesús y los
apóstoles, se le engloba en ese grupo amplio de los setenta y dos, como una forma de expresar que fue discípulo fiel
de este Reino. Lucas conoció el mensaje algún tiempo después, e investigó a
través de los que habían convivido con Jesús y eran testigos fieles de los
hechos de su vida, pasión, muerte y resurrección.
En
las puertas del DOMUND, el mensaje de este texto nos llega muy de cerca, porque
Jesús nos pide que le acompañemos en la petición al Padre, Señor y dueño de la
mies, que envíe obreros a su mies. Y no son sólo segadores para recoger…, pues
hoy urgen sembradores de paz y del Reino,
en unos momentos en los que la persecución religiosa contra la fe
católica arrecia en determinados lugares de África y Asia. O cuando la mies en
el mundo va perdiendo vigor por no tener quien la cultive…
En
la lectura continua (Lc 12, 1-7) cambiamos de capítulo pero aún quedan ecos de
lo anterior. Los fariseos y escribas se han quedado deliberando cómo poner
trampas para coger en palabras a Jesús.
Y Jesús, que ahora respira el oxígeno de las gentes sencillas y de sus
propios discípulos fieles, se vuelve a ellos y les previene de la levadura de los fariseos. Jesús había explicado que el Reino es
semejante a la levadura: pequeña cantidad hace fermentar la masa. Pero lo mismo
hay levadura mala que corrompe la masa. Y los fariseos tienen “mala levadura”:
son hipócritas y van haciendo su labor subrepticiamente.
Sin
embargo –afirma Jesús- nada va a quedar oculto; todo se sabe al final, y lo que
parecía secreto, se pregona desde las azoteas. En lo bueno y en lo malo. [Cuando San Mateo
hace la dramatización del “juicio final”, con toda la humanidad presente, está
resaltando que lo que cada uno ha tenido al final es lo que le corresponde… Que
nada quedó oculto, y que Dios no hizo sino poner a flote la verdad de cada
uno]. Es lo que aquí está diciendo Jesús. Y repito: lo mismo para los
hipócritas, disimuladores, los que pretenden “justificar” sus enredos, los
mentirosos…, que los que vivieron su vida como la hormiguita que casi no
aparenta pero que labora para dejar las cosas bien hechas. ¡Tantos santos
ocultos, ignorados, no reconocidos…, que un día verán que sus buenas obras
salen a la luz, pregonadas desde las
azoteas…!
Sigue
a continuación una frase que tambalea a quienes no leen más que frases sueltas
y no el conjunto del párrafo. Dice Jesús que “no tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden hacer más;
habéis de temer a quien puede echar al fuego alma y cuerpo. Vuestro Padre no se
olvida ni de los gorriones…; y vosotros valéis mucho más que ellos. Por tanto,
no tengáis miedo…”
Por
tanto un lector orante no se confunde al leer quién es el que puede matar y condenar, puesto que la frase está emparedada entre
una repetida exhortación a NO TEMER…, y entre esa claridad con la que se va a
ver a plena luz, y el Padre cercano y tierno que hasta tiene en su mano la vida
de los gorriones, y ni uno cae sin el permiso de Dios. O sea: todo el contexto
es de confianza, de Dios cercano y objetivo (nada oculto que no llegue a saberse), del Padre que se ocupa aún de
los detalles pequeños. Por consiguiente,
NO ES Dios quien puede matar y mandar cuerpo y alma al fuego. Se despega
totalmente de todo el contexto. Y repito: el lector orante no se limita a leer frases
sueltas sino que se adentra y busca la línea maestra, el argumento básico… Y
sabe que Jesús era coherente en sus exposiciones, y que venía a salvar y a
exponer el Reino de Dios, que es Reinado de salud…, que es “historia de
Salvación”. No será Dios quien condena
(ya lo advierte San Pablo).
El
hecho de que nada va a quedar oculto
deberá hacernos muy sinceros ahora, en el momento presente. Aquellas
expresiones populares de que se coge a un
embustero antes que a un cojo, o la de que la mentira tiene las patas muy cortas, es exactamente lo que ha
dicho Jesús. Y es exactamente lo que ha de hacernos pensar. Los disimulos, las
justificaciones y las medias verdades (repartidas según sea el interlocutor), los
intentos subrepticios de salir con la propia intención adelante, podrán engañar
de momento. Pero la verdad quedará patente a la vuelta de la esquina. Y de
alguna manera se podría aplicar ahí esa palabra de Jesús: Yo os digo a quién habéis de temer y quién os puede condenar…: la
levadura de la hipocresía y de la propia falta de sinceridad personal. No hace falta siquiera que nos pudieran
descubrir… Uno mismo lleva dentro su propia realidad, y de esa no se libra
mientras que su realidad no se pregone
desde las azoteas. [No es el espacio ni el momento, pero tengo casos
patentes de ello, vividos cerca de los años 60].
La hipocresía, gran problema difícil de detectar. Yo mismo me pregunto si cuando escribo un comentario, habla mi corazón , hablo en verdad o estoy haciendo literatura religiosa.
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