12 oct.- La Virgen
del PILAR
Comenzaré
felicitando a tantas personas que llevan en su nombre la referencia a la VIRGEN
DEL PILAR. A todos los españoles de pro, que siguen sintiendo la necesidad de
una Patrona, fuerte como columna inamovible, ahí donde tanta arena se mueve
bajo los pies. A los Cuerpos de Seguridad que celebran hoy su fiesta patronal,
porque esa fortaleza de la columna enhiesta les es seguridad en el difícil
cometido de su misión.
En
el Oficio religioso a rezar hoy en su fiesta, se expresa esta tradición desde
los comienzos del cristianismo en España. Una ermita a orillas del Ebro, en Zaragoza,
fue el comienzo de ese centro de espiritualidad, peregrinaciones y eje de
unidad para todos los pueblos de Iberoamérica. Y señala el Oficio de la fiesta
que, por encima de milagros espectaculares, la Virgen del Pilar es refugio de
pecadores, consuelo de afligidos, Madre
de España.
En
la Liturgia hay que “forzar” los textos, puesto que la revelación no va a
recoger lo que fueron hechos tan posteriores.
Su se va uno por la lectura del Antiguo Testamento, se hace un
paralelismo entre el Arca de la Alianza –portadora de la presencia de Dios, y
centro de toda la religión judía- y la Virgen que fue real portadora de Dios,
al llevar a Cristo en su seno. Su el Arca era fuerza firme para el pueblo
aquel, María –asentada como columna firme e inamovible- polariza todo el sentir
cristiano que halla en en Ella, en María, la seguridad para ir a Jesús.
Si
se lee la del Nuevo Testamento, se resalta la raigambre de María, sobre la roca
firme de la oración, en la que aglutina a su alrededor a los Once apóstoles,
tras la muerte y resurrección de Jesús.
Y
el Evangelio, que más allá de la persona en sí de María, lo que la hace dichosa
y bienaventurada, ensalzada sobre todas las mujeres, es su firme actitud de escuchar y vivir la voluntad de Dios.
Eso es lo que crea esa columna o pilar inexpugnable en donde hemos de
acogernos.
Da
la casualidad que en la lectura continuada tendríamos el mismo Evangelio. Solo
que ahí el contexto hace más expresiva la emoción de aquella mujer del pueblo
que prorrumpió en alabanzas de Jesús y de su madre. Ayer estábamos ante el
ridículo de aquellas gentes que, por tal de desprestigiar a Jesús, llegan a
decirle que echa los demonios con el poder de Belcebú, el príncipe de los
demonios. Jesús les hizo ver la estupidez de aquel juicio, y explicó… (ya lo
vimos). Y al otro lado, como una reacción incoercible de una mujer sencilla,
sin prejuicios, surge esta alabanza a Jesús (que en muy castizo estilo), rebota
hacia la madre que le dio la primera leche. Algo de esto sucede en determinados
sectores del pueblo sencillo actual, que hace frente a la descristianización y
a la falta de espíritu humano y sobrenatural, potenciando de alguna manera las alabanzas externas a María o a Jesús.
Luego
está la conclusión de la lectura de la profecía de Joel, posiblemente un
profeta rápido de exposición, que –tras detectar el dolor de un pueblo- sale
disparado hacia una seguridad de salvación. Dos males amenazaban al pueblo; uno
de índole natural (la plaga de langosta, que asola), y otro, un pueblo
extranjero, una horda, que pretende asolar el país, creando oscuridad
tinieblas, nubarrones y negrura extendida sobre los montes… HOY desemboca el profeta en la alarma que
Dios mismo da: ¡Alerta; vengan las
naciones al valle de Josafat!, ese lugar emblemático donde Dios pone justicia (equilibrio y bondad), y donde
actúa liberando del mal y dando luz a su pueblo: protege, auxilia…, donde Dios
habita y defiende, y bajo cuyo poder, los montes dan leche, las acequias van
llenas de agua, y brota un manantial en el templo del Señor. [¿No evoca todo esto al propio Jesús, de cuyo
costado abierto –auténtico templo de la redención consumada- manan esos torrentes de agua y de vida?]
Agua
purificadora y sanadora. La que limpia nuestro corazón y así saldrán siempre
visiones limpias de las cosas y de las personas. Y si la visión es limpia, lo
posterior (en juicios, palabras, imaginaciones) irá en esa línea virgen y
relajante, constructora de paz y produciendo un equilibrio profundo en la
persona.
Joel
avista así una Jerusalén habitable de generación en generación. [Jerusalén es ciudad de paz), una “ciudad” en la que
habitará Dios.
Bien
se ve que este profeta ha sido rápido y positivo. No niega ni puede evitar las
calamidades, pero sale por encima de ellas. No se queda en un llanto inútil,
sino que proyecta a la seguridad de la victoria de Dios, un Dios que asienta
sus reales en nuestra misma tierra…, en esa Jerusalén que simboliza toda la fe
de Israel.
Casi
que también por esta vía hemos desembocado en la ROCA SEGURA, la COLUMNA firmemente
arraigada, ese PILAR que es –por antonomasia- Dios mismo, pero que Él va
entregando en manos de aquellas almas que han de ejercer una labor de
construcción o reconstrucción de “Jerusalén”.
Y pionera de esa nueva etapa, de ese NUEVO TESTAMENTO, estará María
junto a su Hijo Redentor, en fidelidad a Él y en mano maternal extendida hacia
cada uno de nosotros.
Hermosa fiesta la que celebramos hoy:LA VIRGEN DEL PILAR.
ResponderEliminarEn este día le pedimos a Nuestra Señora,que nos guíe siempre,que sea nuestra seguridad en la que se apoya nuestra vida,porque ELLA es el pilar firme,los cimientos seguros,donde se asienta la fe y donde esta fe se guarda.