14 oct.:
SIGNOS
Jesús
ha recibido la alabanza de aquella mujer que se ha entusiasmado escuchando a
Jesús. Jesús acababa de toparse con unas
gentes muy particulares: unos, que piensan que Jesús echa los demonios con el
poder del demonio. Otros, simultáneamente, pidiendo “un signo”. Se ve que no
les ha bastado el signo del poder de Jesús frente al demonio. Y Jesús expresa
hoy su hartura de tanta incoherencia, por más o por menos. Y su exclamación
expresa bien ese dolor, ese cansancio, que produce ver que su predicación, su
labor, su obra, no son para aquellas gentes “un signo”. Necesitan “otro”… Es lo
propio de la vida diaria y de las actitudes diarias. Lo que se tiene delante,
no vale. Se busca “otra cosa”. Y así sucesivamente. Y es que el problema no está
en LOS SIGNOS sino en quien los ve. Y cuando la negativa es previa, ya puede
llover fuego del cielo que no bastará ahora…, y se pedirá “otro signo” después.
Y
Jesús, viendo a esa generación perversa
(pervertida, que ve las cosas del revés, que nunca tiene ojos claros para ver
las cosas con sencillez), acaba yéndose al signo
final, el que creerán o no creerán…, pero es el signo incontrovertible: el signo de Jonás… La profundidad de ese signo está en los tres
días sepultado en el cetáceo y salido con vida a la playa de Nínive, de la que
él había pretendido huir. Allí fue Jonás
quien se oponía. Pero Nínive vio la luz en su predicación. En Cristo, Él es la
luz…, y Él camina hacia la Luz y dando luz.
Jesús
ahonda ante aquellos que pedían el signo y les hace recordar cómo la sabiduría
de Salomón hizo rendir a la reina del Sur; cómo la predicación de Jonás fue
acogida por los ninivitas. Y concluye
afirmando: Y aquí hay uno que es más que
Salomón, más que Jonás.
Ya
he observado que el tema no está en los signos sino en la lectura y aceptación
de los signos. El mismo signo es luz para aquella mujer, y no existe para los
otros…, o hasta lo atribuyen a Belcebú. Y ya vemos cómo reacciona la generación presente, la nuestra, en la
que nos desenvolvemos. De hecho, ya
podemos saberlo. Para aquella “generación”
de entonces Jesús no ha sido ni el Cristo, ni el Mesías…, ni su enorme signo ha
servido. ¿Qué piensa y cómo se desenvuelve la nuestra? Habrá quien prefiera ver “los brotes verdes”.
Pero entrar un poco en lo que hay ahí en ese fondo, en esos modos de vida, en
esa concepción de “lo religioso” con ausencia llamativa de lo sacramental, en
esa “libertad” para hacer las cosas a gusto propio y luego pretender que creen
en Dios…
Es una
experiencia tantas veces vivida en el trato con las gentes. La misma realidad
con dos efectos diferentes y aun contradictorios. ¿Qué hay de por medio? Los
prejuicios. O el juicio propio con el que uno se cree más acertado que lo que
pueda decirse…, y aunque fuera un ángel del cielo quien apareciera. El mismo
signo abre una luz nítida al otro.
También un
efecto curioso: el que negaba el signo, tiene de pronto esa luz y acaba
cayendo… No era problema de signo. Era la oscuridad en que se mete quien cree
que su verdad es la única o la más verdadera.
La luz viene cuando se acoge la “otra verdad” (la otra cara de la
verdad) que ni se había visto ni se le había dado posibilidad de que existiera.
Por
eso la mujer aquella VIO, y los otros no vieron. Ella era sencilla. Los otros
buscaban demasiadas patas al gato. Y lo
malo es que se quedaron sin ver.
También
hay un aspecto que Jesús nos desvela al final de su vida: que hay que tener
paciencia, saber esperar, entender las Escrituras…, pero saber que hay que esperar que venga la Luz de lo alto. Que no
sabremos más o mejor por esforzarnos más, ni por mucho estudiar o muchos libros
leídos. Que el secreto básico es estar convencido de que uno no ha puesto ya el
último punto a la frase. Lo he expresado muchas veces con la expresión: SABER
DUDAR…, dejar siempre paso a otra posibilidad, en el plano dialéctico. No
supone una duda que quite la base a todo, sino precisamente que la aumenta
porque allí donde dudo yo, estoy dejando entrada a esa riqueza de colores del
arco iris que, en definitiva, no son más que las diversas gamas del blanco.
Cuando
la sorna de algún colaborador ha insinuado alguna “seguridad” mía como si yo
dictaminara, la verdad es que no conoce la realidad. Mi misión es poner a
reflexión aquello. Ofrecerlo. Que cada uno tenga oportunidad de pensar sobre el
particular, y bien sea que dude de mis proposiciones como de sus convicciones,
esta reflexión que ofrezco habrá tenido el efecto que pretende. Cuando se
presenta pecho y se quiere abrir diálogo sobre algún punto, eso es válido y
legítimo. Eso es ir creando una nueva
generación no pervertida, porque buscar la verdad siempre es una gracia de
Dios. Asentar la propia verdad como “el
no va más” es el signo de la vaciedad. Que nunca sabe menos que quien cree
saberlo todo…, y un punto más allá todavía.
Gracias
a Dios DUDO. Busco SABER DUDAR. Me encanta la buena fe de quien duda. Y pienso
que ahí tendremos a la reina del Sur o a los ninivitas del siglo XXI.
La Señal está en la Madre Iglesia que a través de sus Ministros los que te acogen y te suben
ResponderEliminara la barca en limine Litis exhortan para rescatarte de los abismos marinos .Como San Pablo se hacen todo a todos.