28 agosto: “Ayes”
de Jesús, y 3
Pienso que el primer “ay” de hoy es el que condensa todos los
demás, porque define en muy pocas palabras la esencia misma de la
hipocresía. La visita a un cementerio –y
como hoy son los cementerios- es casi como ir a pasear por un parque, por una
galería de arte arquitectónico, por un lugar de esparcimiento que añade la
buena nota de la tranquilidad, el silencio. Sí: por fuera es así. Incluso para lugares
menos llamativos, las tumbas suelen ser blancas, de mármol que luce, y en el
más pobre de los casos, ¡mucha cal!, que presente por fuera una visión que no
echa para atrás.
Pero ¿dentro? Cadáveres, podredumbre, un montoncito de
cenizas. Lo de fuera engañaría. Conduciría a una idea estética. Pero no
podremos escarbar mucho porque nos íbamos a encontrar con una verdad muy fea.
Esa es la síntesis o retrato que
Jesús les hace a los fariseos. Sois por fuera tan blancos y aparentes como esas
sepulturas. ¿Cómo estáis por dentro? Llenos
de rapiña, de mentir, de malas ideas, de soberbia y altanería, de pretender
estar en la cogolla, de vivir de la apariencia. En el fondo, gusanera viviente,
polvos de cadáver.
Y el colofón de toda esta
diatriba de Jesús frente a los fariseos: vosotros edificáis sepulcros a los
profetas que mataron vuestros antepasados y confesáis que vosotros no los hubierais
matado. Y sin embargo seguís matando, y
os hacéis cómplices de aquellos.
Un salto en el túnel del tiempo. Un encuentro nuestro personal con Jesús. Un
dejarnos ver en el espejo de sus palabras. Tampoco nosotros estamos de acuerdo
con esos fariseos antepasados…, y sin embargo hemos de saber ver si acaso hay
en nosotros esas líneas de la hipocresía con las que nuestro interior no
responde a lo que decimos, hacemos, cómo nos presentamos, cómo amos la vuelta a
las “razones” hasta el punto que un mismo hecho es tan distinto contado en un
foro o en otro. El día que esos foros se encuentran, aparece que cada cual
tiene una versión distinta de un mismo hecho, porque ha sido contada unas veces
en adobo, otras al baño María, otras de otra manera. La verdad cruda, al natural, tal como fue un hecho o un dicho, es muy difícil
hallarla.
Ahí están nuestros concretos
sepulcros blanqueados y convertidos en “mausoleos” artísticos. Es una tendencia innata, un instinto de
defensa, una sutil tendencia a la media verdad (que alberga media mentira).
La diferencia radical clon aquel
fariseísmo recalcitrante es que Jesús se nos adelantó para advertirnos. Que
tenemos tiempo y posibilidad de mirar de frente nuestras realidades: actos,
intenciones, conversaciones, comentarios, actuaciones… Que Jesús nos ha
ofrecido una “piscina” probática cuyas aguas se mueven y curan… El Sacramento
de la Sinceridad (en lo que nos toca a nosotros) y de la Misericordia y el
Perdón en la parte de Dios. Que si no tenemos aún arrestos para entrar en el
agua que se remueve, ALGUIEN nos impulsa a dar el paso…, y que los que íbamos
en camillas sin poder dar el paso, encontramos la oportunidad de salir
liberados, sincerados con nosotros mismos…, llevando ahora ya en vilo la “camilla”
en que yacíamos.
Quienes vivimos este hecho en
primera persona, podemos constatar de todo. Pero lo hermoso es quien se desborda
con toda su sinceridad, desnuda sus íntimos repliegues, y queda gozando de
haberse liberado de esos “ojos presos” (como loas de Emaús) que no lograban
ver. Y, liberados, viven una nueva realidad.
Ya no tiene nadie la culpa…, ya no se justifica en favor personal ninguna
reacción o actitud. Se ha visto uno con
su alma en gusanera disimulada…, y decide afrontar su vida con la verdad más
fuerte: la verdad CRISTIANA, la que ve las cosas a la luz de Cristo, y ahí no
hay trampa posible.
Muchos hacemos Ejercicios
Espirituales. En ellos debe haber un período purificativo, porque muy mal
íbamos a encarar el encuentro con Jesús, en línea de Evangelio, si no hemos
limpiad antes las vías de escapatoria o engaño en las que se desenvuelve la
vida en el común diario. Y hasta es de agradecer que en esos ratos profundos de
oración silenciosa, nos encontremos con Jesús que nos ayuda con sus “ayes”.
Por lo general son momentos íntimos.
Pero ya dije que no descarto que ese “Jesús” se disfrace de “tercera
persona” que –con buenos o menos buenos modos- nos haga un examen de
conciencia. Como aquel cuentecillo que
se contaba en misiones populares del hombre que siempre se presentaba como
bueno, aparentaba bondades…, pero… El
cura del pueblo lo escuchó decir tantas cosas buenas de sí mismo que le quiso
dar un escarmiento: le pidió que limpiara la hornacina del Patrón. Y cuando
estuvo dentro, le cerró la puerta y tocó las campanas. Acudió el pueblo extrañado… ¡Es
que tenemos un nuevo santo! Miraba la gente a un lado y otro buscando
la nueva imagen… ¡No…!; el que está en la hornacina,
Y allí las gentes del pueblo se encargaron de hacerle el examen de
conciencia: Es un borracho; le pega a su
mujer; tiene una boca maldita; es un vago que no trabaja; solivianta a las
mozas del pueblo… Y ese cúmulo de “cosas” que él no se vio nunca…, porque no robaba ni mataba.
¡Dame, Señor, una hornacina que
me ayude a conocer MI VERDAD! Hoy, fiesta de San Agustín, tenemos un buen modelo
de CONVERSIÓN.
ResponderEliminarEnhorabuena ;Padre; por esa ilusión que tiene
usted siempre para proclamar el Evangelio a través de sus escritos .
Como hoy narra el Evangelista ..; en el supuesto de que la hipocresia llegue a
cotas tan altas que haga hablar al mismo Dios (siempre y cuando esa situación se de )Jesús corrije para buscar el crecimiento del otro ni
siquiera su propia gloria.
Es interesante meditar el día de San Agustín aquella celebre frase entre muchas que expresa "Odia el delito y ama al delincuente".