Liturgia
Dedicación de la Basílica de
San Juan de Letrán:
San Juan de Letrán es la Catedral del
Obispo de Roma, y por tanto el templo titular del Papa. Llamada Madre de todas las Iglesias, fue una
donación del rey Constantino a la Iglesia Católica. No se sabe a ciencia cierta
cuándo fue dedicada como Basílica cristiana, pero se señala la fecha de hoy
para celebrarlo litúrgicamente. Es “fiesta litúrgica” y por eso las lecturas
son propias de la celebración. Hay varias lecturas a escoger.
La 1ª lectura que veo más apropiada a esta fiesta está
tomada de 1Cor 3,9-13. 16-17. En ella hace Pablo una descripción de
construcciones de iglesias, que pueden ser de madera, oro, piedras preciosas, o
de barro y paja. Lo de fuera es lo de menos, y Dios se hace lo mismo de presente
en una gran catedral que en una chabola de una pobre misión en medio de la
selva. Pero el verdadero templo donde habita Dios es el corazón de cada
persona: ¿No sabéis que sois templo de
Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros? Y nos advierte de lo
importante que es conservar limpio ese templo del corazón.
Pero en el evangelio de Jn.2,13-22 hay una extensión que
también se refiere al respeto que hay que tener a la construcción en sí, como
espacio sagrado de oración. Cuando Jesús entra en el templo de Jerusalén y
advierte que en los patios exteriores se ha establecido una feria de mercaderes
y cambistas de moneda, siente celos de la gloria de Dios y coge del suelo unos
cordeles de los que habían servido para traer las mercancías, y con ellos
arroja a los bueyes y ovejas. A los feriantes se dirige y les dice que quiten
de allí a aquellos animales que estaban para los sacrificios; a los más pobres,
que vendían palomas les hace la reconvención de que no hagan de la cada de Dios
un mercado. A los usureros que hacían los cambio de moneda en curso por siclos
de plata, propios de las ofrendas, les echa las monedas por el suelo, porque la casa de mi Padre no es un lugar de contratación.
Claro que si ocurría todo aquel desmán era porque los
sacerdotes y encargados del templo lo permitían y les suponían ganancias. Por
eso los que salen a pedirle cuentas a Jesús por aquel acto son ellos: ¿Por qué lo haces y qué signo das para obrar
así? Y Jesús les responde enigmáticamente: Destruid este templo y en 3 días lo reedificaré. Se lo tomaron a
broma porque aquel templo había necesitado 46 años en construirse. ¿Cómo podía
él reedificarlo en tres días?
Es que Jesús se ha ido mucho más arriba y se referían al
templo de su cuerpo. Lo que estaba era respondiendo a la pregunta: ¿con qué
autoridad haces esto? La autoridad que le da que el día que ellos destruyan su
cuerpo con la muerte, él resucitará al tercer día. Eso lo llegaron a entender
sus discípulos cuando se realizó la resurrección.
En la Pasión, los testigos acusarán a Jesús de haber dicho:
Yo destruiré el templo. Pero no fue eso lo que dijo el Señor, que se refirió a
que ellos lo destruirían y él lo reconstruiría.
Todo este episodio y el sentido de la fiesta a mí me lleva
al momento actual, y a recordar que el
templo de Dios somos nosotros, y que el Espíritu Santo habita en nosotros.
Y no se puede profanar impunemente el templo que Dios se ha elegido para morar.
Hay materia para reflexión muy de frente cuando el mundo de hoy se ha profanado
tan escandalosamente con la falta de respeto a la vida personal, la del
prójimo, el sexo, el abuso del pobre…
Entiendo que para el pueblo religioso eso puede ser terreno
ganado y que realmente hay un respeto al “templo” que es cada uno. Entonces me
iría a temas de vida corriente, como el respeto al templo material en nuestra
manera de entrar en él, nuestro respeto, nuestra devoción, nuestro tenerlo como
casa de Dios y casa de oración y no como lugar donde se cruzan conversaciones o
se habla en voz alta, sin consideración a los que oran y están allí buscando la
paz del espíritu y el encuentro con Dios.
Y si voy al centro de la cuestión, lo que Jesús purificó
con su actuación no eran las dependencias sagradas del templo sino el Patio de
los gentiles, que era un espacio muy amplio que estaba en los aledaños del
Sancta Sanctorum. Y eso me hace pensar que no son sólo los espacios sagrados en
sí mismos los que hay que respetar en nuestros templos, sino también los
cercanos, los que influyen en ese respeto a la oración. Por ejemplo, las sacristías.
Si somos "templos del Espíritu Santo", el primer templo que tenemos que respetar es nuestro cuerpo. Al día de hoy hay muchos "mercaderes del Templo" Se mercadea con las personas de distintas maneras; ahora se cometen más abusos que en los tiempos de Jesús. Si nos paramos a ver las "noticias", se nos hiela la sangre y entonces reivindicamos con rabia lo sagrado de cada ser humano.
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