Liturgia: San Andrés
Andrés es uno de los dos primeros
discípulos que fueron a ver a Jesús y saber dónde
vivía. Así Andrés ocupa primeros puestos en el evangelio de Juan y –de acuerdo
con el evangelio de hoy (Mt.4,18-22)- también uno de los dos primeros que en
los sinópticos están llamados por Jesús. En Juan, Andrés responde a la palabra
de su maestro, el Bautista, que le señala el paso del Cordero de Dios. En los sinópticos, Jesús pasa junto a Andrés y
Simón que estaban con sus redes y su barca, y los llama para hacerlos pescadores de hombres Y para elo; Veníos
conmigo. Era la llamada personal que les hacía Jesús.
Por eso Andrés figura siempre en la primera línea de los discípulos
a los que eligió Jesús, finalmente, como apóstoles.
Pero hay una característica en Andrés y es que fue
mensajero ante su hermano Simón para llevarlo a Jesús. No se quedó Andrés con
su gozo de haber encontrado al Mesías. Se lo comunicó a su hermano y no se
limitó a una palabra: lo condujo hasta
Jesús. El resto ya lo haría directamente el Señor en su primer encuentro
con Pedro.
En los sinópticos también se deduce una trasmisión: Andrés
y Simón vivían en Betsaida. Y como es natural no se quedaron callados sobre sus
emociones tenidas en el encuentro con Jesús. De ahí surgió el contagio de
Felipe y de Felipe a Natanael… Es decir: hay una trasmisión de la alegría, un
mensaje que se va propagando y que irá produciendo frutos en uno y en otros.
Se realiza, pues, lo que nos ha dejado la 1ª lectura de la
carta de Pablo a los romanos (10,9-18) en donde el Apóstol expresa que la fe se
trasmite por la palabra, por la comunicación del mensaje. Para invocar a Jesús hay que creer en él, y para
creer en él hay que haber oído hablar de él, y para oír hablar de él hace falta
el mensajero que lo proclame. Hay una cadena que es indispensable para que
el mensaje de Jesucristo llegue a los últimos confines de la tierra.
Pero no podemos dejarlo a los apóstoles, ni es labor
solamente de unos cuantos maestros. De hecho la trasmisión del mensaje toca a
todos los que han recibido –a su vez- el mensaje de la fe. Todos nos hemos de
sentir encargados por el Espíritu del Señor para hacer resonar la voz en medio
de nuestros ámbitos, y cada cual desde sus posibilidades de acción. Nos dice
San Pablo que el mensaje de la fe ha llegado a todos. Y aunque es verdad que ha
llegado a los rincones más recónditos de la tierra, gracias a los misioneros,
también es verdad que quedan muchas almas a quienes no les llegó o no oyeron a
su tiempo esa palabra de salvación.
Incluso en nuestros tiempos estamos asistiendo no ya a la
ignorancia sino a la descristianización de las masas, que propagan el mensaje
contrario. Hay muchos que recibieron la fe y que la han dejado perder o dormir
de tal manera que hoy no tiene fuerza en ellos y viven como si no existiera ese
mensaje de salvación.
Los que tenemos la dicha de haber escuchado el mensaje y de
poder vivirlo con la alegría del alma, tenemos que sentir el picotazo profundo
de tantos hermanos nuestros que viven hoy como si nunca hubieran recibido el
tesoro de la fe. Y tenemos que salirles al paso. Habrá, en ocasiones, la
oportunidad de hablarles; otras veces será el testimonio fehaciente de nuestras
convicciones y nuestra rectitud, que les cuestione por qué en nosotros hay otro
talante. Otras veces tendremos que hacer valer nuestra fe profunda en una
oracion por esas almas que se han desgajado de Jesús.
No perdamos de vista la cadena de trasmisión que supuso
aquel encuentro de Andres con Cristo. Y cómo la fe se trasmite por la palabra…
Vivamos ya el sentido apostólico de nuestro Bautismo, por el que no podemos
quedarnos cruzados de brazos ante ese mundo que se desliza por la pendiente de
la increencia, de la falsa libertad, de la comodidad que puede aparentarse
cuando no hay unas leyes que vivir, un evangelio que asimilar, un Cristo
Salvador al que adherirse.
Nosotros sabemos que la verdadera libertad está en este
horizonte abierto que nos muestra la fe, y que por ella remite a Dios, que es
el horizonte infinitamente abierto que se nos presenta ante los ojos del alma.
Pidamos a Dios, desde esta RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA por la fe de
tantísimos hermanos nuestros que hoy van a la deriva, pero que en el fondo de
sus almas aún conservan el rescoldo de la fe que recibieron desde la cuna.
San Andrés, "evangelizador y pastor". Según el Evangelio de San Juan fue el primer discípulo llamado por Jesús; y fue él, quien a su vez,presentó a Jesús a su hermano Pedro.Anunciar la alegria del Evangelio, a todos sin distinción. Una Iglesia misionera no puede dejar de "salir"; es abierta porque tiene muchas cosas que decir, tiene que hablar de la alegria del Evangelio. No tiene miedo. Quiere encontrarse y compartir con los hermanos que sufren, escuchar su clamor, de los cercanos y de los lejanos y anunciarles a todos la Buena Noticia, La alegria del Evangelio(Papa Francisc).
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