Liturgia:
El evangelio (Mt.23,1-13) nos aporta
el mensaje central de este domingo. Muy conocido y casi sabido de memoria,
debemos una vez más desmenuzarlo para entender lo que quiere decirnos y no
perdernos en los detalles que no son objeto de la enseñanza que Jesús quiere
trasmitir.
El mensaje es muy claro y muy sencillo: el Señor llegará a
nuestras vidas en el momento que él decide, y que para nosotros es desconocido.
El secreto de todo es estar disponibles y preparados en ese preciso momento.
Como aquellas muchachas que salen a su encuentro y van preparadas con sus
alcuzas de aceite, previniendo que el esposo puede retrasarse. Esa es la
SABIDURÍA de que habla la primera lectura (Sab.6,13-17), que afirma que pensar
en ella es prudencia consumada. Por eso
se habla de doncellas prudentes o
sensatas porque supieron estar preparadas para el momento definitivo. Por
el contrario, las otras fueron imprudentes o necias porque no fueron
previsoras, y pretendieron arreglar todo a última hora, y apoyándose en las
demás.
La realidad es que la vida nos deja solos en el momento de
nuestro encuentro último con el Señor. Es cada uno el que tiene que estar
preparado, y no vale en esa hora que otros puedan prestarnos sus buenas obras.
Cada uno se presenta con su bagaje personal, con lo que ha acumulado en su vida
y como le coge en el momento de su muerte. Por eso es importante disponerse ya
desde ahora, desde este mismo instante, porque nadie puede asegurarse el
instante siguiente. Y entonces no vale ir a pedirle a las otras muchachas que
le presten de su aceite, porque la realidad de la vida es otra. El momento del
paso se da a solas, ante la presencia misma del Señor que ha salido al
encuentro, y al que hay que poder mirar con ojos limpios y el corazón bien
preparado.
San Ignacio en los Ejercicios nos lleva a una reflexión muy
acorde con este tema. Nos dice que a la hora de tomar una decisión, se ponga
uno mentalmente en la hora de la muerte: ¿Qué le hubiera gustado elegir en la
vida, cuando se plantea desde el pensamiento de la muerte? Pues bien: ya que el
Señor parece dejarnos aún en la vida, vamos a elegir aquello que vimos que
debíamos hacer. Porque eso será lo que nos encontraremos en el momento final.
La 2ª lectura, muy breve, tomada de la 1ª Tes 4,12-14
(puede ampliarse hasta el v.17) da en el mismo clavo de la realidad de la
muerte. Pero Pablo lo toma ya desde el supuesto de quien ha sido sensato y
sabio en su vida y ha llegado al final con su alma bien dispuesta. A esos tales
les dice que no se aflijan y que levanten la esperanza porque creemos
que Jesús ha muerto y ha resucitado, y del mismo modo a los que han muerto en Cristo Jesús, Dios los llevará
con él.
Éste es el sentido del SANTO VIÁTICO, que es la ayuda que
la Iglesia ofrece a sus fieles moribundos, para que afronten en paz el paso
hacia la otra vida. La EUCARISTÍA, que es la prenda de la gloria futura, viene a ser como la semilla que
sembramos aquí en la tierra con nuestra comunión, pero que tiene un tallo tan
alto que ya da su espiga en el Cielo. Quien ha comulgado a Cristo y se ha
dejado purificar por la Hostia Santa e inmaculada, lleva ya el billete para el
viaje final, que le lleva al encuentro definitivo con Dios. De ahí la
importancia de participar de la Eucaristía cada domingo y no dejarlo pasar por
alto por razones poco justificadas. Estamos acumulando los elementos del
billete con que hemos de ir en el viaje de la eternidad.
Pedimos al Señor.
-
Que vivamos como queremos morir. Roguemos
al Señor.
-
Que nuestras obras con Dios y con los prójimos nos dispongan al
encuentro final. Roguemos al Señor.
-
Que la Eucaristía sea nuestro impulso y el testigo de nuestra buena
disposición. Roguemos al Señor.
-
Que el Señor conceda armonía y sensatez en la vida y el pensamiento de
todos los españoles, y que nos conceda la lluvia abundante y benéfica. Roguemos al Señor.
Que tu
misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti. Que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Hay cristianos que tienen una imagen muy poco cristiana de Dios.No lo pueden ver como Padre, lo ven como un juez implacable siempre dispuesto para condenar a los pecadores a un tormento eterno, a un fuego que no se extingue jamás...Cuando Jesús explicó esta parábola, su intención no fué llenar de pánico a las personas; Él quería despertarlas, sacarlas de su rutina crónica, que empezaran a vivir los días como algo que tiene valor de eternidad, No tenemos que vivir estas rutinas negativas, tenemos que acostumbrarnos a otras rutinas positivas que nos ayudan a mantener un estilo de vida marcado por la oración, la práctica de los sacramentos , la familia, revisión de vida en grupo, voluntariado...Llenando de vida el tiempo, no nos dormimos, nos mantenemos en vela , atentos a las llamadas de Dios que nos habla a través de los acontecimientos. Así es como se busca al Señor, día a día; así es como nuestra sensibilidad va cambiando y nos hace sentir felices cuando lo reconocemos y podemos llamarle ABBA,traducido significa Papaíto. Así quería Jesús que lo llamáramos y nos enseñó a rezar: Padrenuestro...
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