ESCUELA DE ORACIÓN y EUCARISTÍA,
a las 17’30 en el Salón de Actos
Jesuitas.- Málaga
HOY, DÍA 17
Liturgia:
Leamos el texto. El libro de la
Sabiduría tiene una redacción muy fluida y la verdad es que saca uno más de
leer en directo que de ir a un comentario. Como vengo haciendo con este libro
de la Sabiduría, casi que basta con copiar sus frases.
Sab.13,1-9 declara vanos
(hueros, vacíos) a quienes viendo las obras de Dios no acaban concluyendo la
existencia de Dios y la mano de Dios en el universo. Por otra parte, “vano”
tiene también la acepción de “pecador”: el que no descubre a Dios viendo las
obras que él ha hecho, no sólo está vacío sino que cae en pecado de necedad
extrema, de malintencionalidad. Porque partiendo
de las cosas buenas que están a la vista, son incapaces de reconocer al
Artífice de ellas. Y se van a adorar al sol, a la luna, a los animales, a
las estrellas… ¡Cuánto más es quien hizo todo eso! Y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto es más poderoso
quien los hizo.
En parte se les podría perdonar por ignorantes que andan
buscando y no encuentran. Pero ni siquiera les salva esa ignorancia porque si lograron saber tanto que fueron capaces
de desvelar el cosmos. ¿cómo no descubrieron antes a su Señor?
Es el argumento que les sobra a quienes han descubierto a
Dios y lo reconocen de la forma más lógica que puede pensarse: un amanecer, una
naturaleza variopinta en fauna y flora, las fuerzas de la naturaleza,
incontrolables, la noche estrellada…, los ojos de un niño, la maravilla de los
descubrimientos constantes del hombre sobre lo que ya está hecho…, ¿cómo no
lleva a ojos cerrados a descubrir la mano de Dios? Por eso no sólo son vanos;
son culpables.
Sigue la exposición escatológica de San Lucas (17,26-37):
La gente sigue comiendo y bebiendo pero en el momento más inesperado se
manifestará el Hijo del hombre. También comían y bebían en tiempos de Noé, y
sucedió el diluvio. También seguían su ritmo de vida en tiempos de Lot, y vino
la catástrofe sobre Sodoma. Ahora la gente sigue su vida como si no fuera a
pasar nada, y sin embargo el Hijo del hombre hará su presentación en medio de
las gentes.
Ese día recomienda Jesús que no se quiera arreglar todo
variando de situación. El que esté en la
azotea, que no baje por sus cosas. Ha llegado el momento y se encontrará en
la azotea con esa presencia del Hijo del hombre. El que esté en el campo, allí
tendrá su encuentro final.
¿Cuándo, cómo y dónde? Es el misterio del momento. Porque
estarán dos en una cama, y a uno le tocará y al otro no. Estarán dos moliendo
juntas, y una tendrá la visita del Señor y la otra no la tendrá todavía. Es el
misterio del “último día”, al que hay que estar preparados y el que no ofrece
una nueva oportunidad. Donde está el
cadáver, se reunirán los buitres. A cada cual le llega dónde y cuándo le
llega. Y no hay prórroga.
Bien lo tiene dicho Jesucristo. También ésta es una
Sabiduría, la del saber estar preparados y no tener entonces que buscar el
remedio. Cuentan de San Luis Gonzaga, estudiante jesuita, que estaba en el
recreo jugando junto a sus compañeros, y uno le dijo: Hermano Luis: ¿qué haría
Vd si le dijeran ahora mismo que iba a morir ya? Y Luis Gonzaga respondió sin
alterarse: “Seguiría jugando”. Estaba haciendo lo que en ese momento tenía que
hacer. No necesitaba cambiar la ocupación. Estaba preparado y en paz con su
propia conciencia. Así, pues, “seguiría
jugando”.
El cristiano sabe que es una criatura que, en ningún momento, puede sentirse dueño del tiempo. El tiempo es de Dios y nuestra responsabilidad nos obliga a vivir cada instante usándolo de forma adecuada. Hoy Jesús nos recuerda que las responsabilidades, las preocupaciones y los problemas no pueden no pueden hacernos perder de vista lo que realmente nos interesa: nuestra relación con Dios. Es la mejor manera de estar preparados...
ResponderEliminar