Liturgia:
Ya soy repetitivo si os digo que la
1ª lectura (Sab 2,13 a 3,9) es más para leerla que para comentarla. Es que lo
que me queda es que copiar los asertos que hace. Pero sí me llama la atención
el comienzo: Dios hizo al hombre
incorruptible. ¿Cómo es que se dejó corromper? Lo explica el autor diciendo
que por envidia del demonio entró la
muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen. Por el
contrario, la vida de los justos está en
manos de Dios y no los tocará el tormento. Todo esto nos lleva a una
reflexión muy honda. El hombre sería incorruptible si mantuviera su recto
camino hacia Dios. Esa actitud firme y recta es considerada por los impíos e
insensatos como una desgracia, una pérdida de libertad, una esclavitud. Los
insensatos se creen libres porque hacen lo que les viene en gana, y no se están
dando cuenta de que ellos son los que están esclavizados al mal, y no tienen
fuerza para oponerse a él. La gente
pensaba que eran castigados los justos, pero precisamente los justos esperaban
la inmortalidad…, se sabían verdaderamente triunfadores. El que obra
rectamente es mucho más feliz. Sufrieron
un poco; recibirán grandes favores. Dios los puso a prueba y los halló dignos
de sí. El día de la cuenta resplandecerán ellos como chispas que prenden en el
cañaveral. Y en la exaltación de lo que es el justo que mantiene su
fidelidad a Dios y al bien que pone Dios delante, conocerán la verdad, permanecerán con Dios en el amor…, gobernarán
naciones y someterán pueblos. Al llegar a este final ya se ha roto la pura
lógica y se ha expresado la apoteosis de la bondad.
Hoy Lucas nos da otra versión sobre los criados que están
atentos a la llegada de su amo. En 17,7-10 no dice que el amo, al llegar y
encontrarlos vigilantes, él vaya a sentarlos a la mesa y él se ponga a
servirles. Es más: aquí habla de unos criados que han pasado el día trabajando
en el campo como labradores o pastores… Que llegan a la noche cansados. El amo
llega cuando llega, que no significa que llegue a horas “prudentes”. Pero los
criados tienen que estar igualmente en vela para esa hora en que el amo
aparezca. Y entonces el amo se sienta a comer y los criados le han de servir.
Luego les tocará a ellos comer.
La pregunta que hace Jesús es muy clara: ¿Tiene el amo que estar agradecido a los
criados que han velado? En realidad han hecho lo que estaba mandado, lo
normal, lo que era su misión, para la que estaban al servicio.
Y Jesús saca las consecuencias: ¿Hemos de recibir parabienes porque hemos hecho lo que teníamos que
hacer? Lo que nos toca es decirnos a nosotros mismos: Somos unos pobres siervos que hemos hecho lo que nos correspondía hacer.
Pasado a la realidad, cuando llegamos a la noche y hacemos
examen de conciencia, ¿vamos a colgarnos medallas porque fuimos fieles a nuestras
prácticas diarias?...: al trabajo, al cuido de los niños, a estar sentados 8
horas en una oficina, a hacer la compra en la plaza de Abastos, a haber puesto
ladrillo sobre ladrillo, a haber lavado la ropa…, haber orado, haber visitado a
un familiar, haber asistido a una catequesis… Sencillamente diremos en esa hora
del examen, que hemos hecho lo que teníamos que hacer. Y ciertamente lo
experimentaremos con gozo interior, pero sin pensar que hemos sido unos héroes.
Sencillamente somos pobres hombres o mujeres que hicimos lo que teníamos que
hacer.
Es lo que ha descrito Jesús en esa parábola.
Lo contrario sería lo que nos picaría en la conciencia, lo
que nos diría que no hemos hecho lo que nos tocaba hacer. Y nos iríamos a la
cama con ese resquemor de un día fallado, de una misión no cumplida. Uniéndonos
a la 1ª lectura, sería la suerte de la gente insensata que no ha cubierto su
periplo y ha dejado atrás posibilidades de haber llenado su día.
No vamos a perder de vista la otra parábola que tuvimos
hace un tiempo: el amo se pone a servir… Porque la verdad es que al final de
cuentas va a ser así. De nuestra parte nos toca haber trabajado y haber hecho
todo y haber esperado la llegada de Jesús. Y servirlo y amarlo y gozar de haber
podido estar a su servicio. Pero por esas maravillas de la vida, acaba Jesús
por ser quien viene a servirnos y a llevarnos consigo y a darnos la felicidad
completa. Somos unos pobres siervos…, pero
en realidad somos unos siervos afortunados.
Nos consideramos buenos, casi unos héroes, por hacer lo que tenemos que hacer: llegar puntuales a la oficina, respetar las normas de tráfico...Los cristianos nos creemos buenísimos, como que le hacemos un favor a Dios, cuando hacemos nuestras oraciones, le ofrecemos nuestro minuto heroico y, sin lavarnos la cara, le decimos, al Señor de todas las cosas: Hola y adiós. A lo largo del día podremos acordarnos de dar gracias a Dios, por la FE, por la familia y por todo lo que me ha dado...Al final de la jornada,casi seguro que he de reconocer que no soy un héroe y, al considerar mis miserias, con muchísima humildad, pero sin desanimarme, correré a los brazos abiertos de mi Padre.
ResponderEliminar