Liturgia:
Tenemos hoy en la 1ª lectura uno de
los párrafos más expresivos y concretos de Pablo en su carta a los romanos.
(12,5-16). Comienza tocando, aunque sin expresar muchos detalles el tema tan
paulino como el del CUERPO MÍSTICO: siendo
muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de
los otros miembros. Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que
se nos ha dado, y se han de ejercer… (aquí pone ejemplos concretos).
Donde baja a realidades de cada día es a continuación, en
un párrafo que yo daría a leer en particular y que sirva como análisis de la
vida personal de cada cual: aborreced lo
malo, apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos sed cariñosos unos con otros,
estimando a los demás más que a uno
mismo.
En la actividad, no
seáis descuidados; en el espíritu manteneos ardientes. Servid constantemente al
Señor.
Que la esperanza os
tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
Contribuid a las necesidades del pueblo de Dios, practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os
persiguen. Bendecid, sí; no maldigáis.
Con los que ríen, estad
alegres, con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros; no
tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
Creo que no hay mucho que explicar. Hay mucho que aplicar.
Y que bajar al concreto personal. Y hasta sirve de guía para hacer el examen de
conciencia para la confesión. Son principios de vida que quedan perfectamente
inteligibles y que, si algo no se entiende, no es porque no está muy claro sino
porque las barreras de nuestra falsa personalidad lo dificultan. No queda sino
que enfrentarse a esa llamada que Dios nos hace por medio de Pablo, en ese
inspiradísimo texto de la carta a los fieles de Roma.
Lc 14,15-24 comienza por una alabanza emocionada que hace
uno de los comensales a Jesús, porque ha sintonizado con las advertencias que
Jesús ha hecho. Y exclama: ¡Dichoso el
que coma en el banquete del Reino de Dios! Jesús aprovechó para plantear
ante aquellos invitados una parábola que era muy significativa y que, si la
entendían, les estaba enseñando algo muy serio que debían conocer. Jesús les
pone delante el caso de los invitados a un gran banquete que daba un hombre: Venid, que ya está preparado. Pero los
invitados comenzaron a excusarse, por unas razones u otras, de manera que nadie de ellos acudió a la
invitación.
El criado que había hecho la llamada viene a contárselo al
que invitaba, y entonces éste, indignado,
le dice al criado: Sal corriendo a las plazas y a las calles y tráete a los
pobres, a los lisiados, a cojos y ciegos. Y así lo hizo el criado y anunció
al dueño de casa que ya estaba hecho, pero que quedaban sitios libres.
Entonces el amo da la orden de que salgan a los caminos y
senderos e insistan hasta que entren y se le llene la casa. Y concluye: Y os digo que ninguno de aquellos convidados
probará mi banquete.
Para este momento los asistentes a la famosa comida del
fariseo, ya debían haber comprendido que aquello llevaba una dirección, y que
Jesús no perdía el tiempo con sus cuentecillos. Que ha aprovechado aquella
comida y aquellas circunstancias para ponerles ante los ojos la importancia de
acudir al banquete del reino…, o la desgracia de quedar fuera.
De hecho, aquella salida primera a las calles y plazas,
supone que los primeros invitados, los que podían tener más derecho, no han
querido acudir. Por el contrario, se ha llamado a los despreciados del pueblo:
los lisiados, cojos y ciegos.
Pero la
segunda salida a los caminos era ya muy llamativa porque era salirse de Israel
y convocar a los extraños, a los gentiles. Y ahora son ellos, junto a los otros
pobres los que van a comer del banquete del Reino, mientras que los primeros
invitados no van a probarlo.
Tenemos que
concluir que Jesús no era “políticamente correcto”. Que invitado por el
fariseo, no se mordió la lengua y que aprovechó cada detalle para seguir
enseñando las profundidades del Reino auténtico. Y nos dejó un camino que no es
nada fácil de repetir, porque nosotros somos “muy correctos” y no arriesgamos.
Claro que Jesús era Jesús. Pero ahí queda su enseñanza por si nos es posible
asumir o empezar a asumir.
"Jesús no era políticamente correcto" Jesús nos recuerda que tenemos que ser felices y compartir nuestro gozo con los demás. El banquete puede ser material o espiritual. La naturaleza nos ofrece unos banquetes deliciosos para encontrarnos a solas con nosotros mismos y con el Creador. Los banquetes tradicionales nos ofrecen la oportunidad de saborear una comida exquisita en la compañía de unas personas fantásticas que nos pueden enseñar muchas cosas, o nos ponen en la ocasión de ser interlocutores, como Jesús, que sin cortarse, sin que lo pudiesen los respetos humanos, le dijo al fariseo cómo debía tratar a los invitados...
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