Liturgia:
Nueva historia del libro de Daniel
(5,1-6.13-14.16-17 .23-28), referida hoy al rey Baltasar, sucesor de
Nabucodonosor. Éste había traído a Babilonia los vasos sagrados del templo de
Jerusalén, Y Baltasar ahora, en un banquete a sus magnates, manda traer esos
vasos sagrados para beber con sus invitados y concubinas, en una enorme
profanación.
Entonces aparecen unos dedos que escriben en la pared a la
vista de Baltasar, que se echa a temblar.
Manda llamar a Daniel para que le lea lo que dice lo
escrito y se lo explique, prometiéndole a Daniel hasta el tercer puesto en su
reino.
David le hace ver la profanación que ha cometido y le lee
lo escrito: CONTADO. PESADO. DIVIDIDO. Y su significado es: que están contados
los días del monarca. Pesados, carecen de peso. Dividido: su reino será
dividido entre persas y medos.
No se puede atentar impunemente contra el Señor.
Lc.21,12-19 continúa el capítulo apocalíptico que mira al
“final de los tiempos”…, porque el tiempo se acaba. Jesús advierte a los
apóstoles que serán perseguidos y que los entregarán a los tribunales y los
llevarán a la cárcel, y tendrán que comparecer ante gobernadores y reyes por
causa de mi nombre. Ahí está el secreto de la situación. Cuanto van a
padecer los apóstoles…, y tras ellos, los otros muchos a través de los siglos,
va a ser a causa de ser discípulos de Jesús y por defender la doctrina de
Jesús.
Es la historia de la Iglesia condensada en unos versículos
del evangelio de Lucas. No ha habido siglos sin mártires, y los sigue habiendo.
Todo apunta a un final –que no ha llegado pero que está llegando- en el que
Jesús va a estar como antorcha que luce en medio, y que para unos es motivo de
abominación, y para otros de adhesiones heroicas.
Lo que Jesús enseña ahora es que no preparen la defensa los perseguidos porque yo os daré palabras y
sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario
vuestro.
La persecución no sólo vendrá de los enemigos declarados;
serán los propios padres y parientes y hermanos y amigos los que traicionen y
odien por causa del nombre de Cristo.
Lucas no habla de memoria. Lucas ha asistido a las
persecuciones que narra en el libro de los Hechos. Ha vivido la carrera de
Pablo que ha sido una carrera triunfal en medio de la cárcel y de su fe
entregada a Jesucristo, por lo que la presentación que hace Lucas –dentro de la
tragedia- tiene luces y optimismo. Y posiblemente recordando el martirio de
Esteban, presenta al Espíritu que pone en la boca la palabra oportuna y la
fortaleza de ánimo que necesita para hacer frente a la dificultad.
Pero ni un cabello de
vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
Indica la providencia de Dios sobre los discípulos. No es que no van a sufrir
daño físico: de hecho hay persecuciones y muertes, pero se les promete que en medio
de los sufrimientos soportados con paciencia, ganarán su salvación. Es una
exhortación a la perseverancia, lo que avala que el final no está inmediato…,
que hay que mantener esa fortaleza y la lucha frente a la dificultad.
Por eso esta perícopa no está apuntando al fin del mundo
sino a algo más inmediato que hay que vivir en el momento presente. Ahí todos
nosotros estamos abocados a vivir nuestro tiempo con esa actitud de lucha y
perseverancia, aguardando nuestro momento. Y sin que nos escandalice la incomprensión
de muchos y la soledad en la que muchas veces hay que caminar por la senda de
la fe.
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