Virgen de la alabanza
Cierra el mes de Mayo con la festividad litúrgica de la
visita de la Virgen María a su prima Isabel. María se había enterado por el
anuncio del ángel de que su pariente de la montaña de Judea, mujer ya entrada
en años, había quedado embarazada. Y María decidió irse a ella para ayudarle en
aquellos últimos tres meses de gestación.
Cuando María apareció por Aim Karim, la casa de Zacarías e
Isabel, su prima mayor, toda se convirtió en alabanzas admiradas hacia María.
Isabel tiene una inspiración profética y la reconoce la Madre de mi Señor, y se admira de cómo llega a visitarla. Un clamoroso saludo y bendición sale de los
labios de Isabel, llena del Espíritu Santo: ¡Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! La llegada de María
al pueblo de la montaña se ha convertido en una inmensa alabanza. María, “la
Madre de mi Señor” merecía aquel grito profundo que sale de la emocionada
garganta de Isabel.
Y no es sólo una primera impresión: siguen las alabanzas y
las admiraciones cuando Isabel llega a notar en el interior de su seno que el niño de sus entrañas ha dado saltos en
cuanto la voz de Maria llegó a sus oídos. Y la alabanza se continúa con una
nueva emoción que sale del corazón de Isabel: Dichosa tú que has creído.
María ha
quedado anonadada por aquel recibimiento en el que no habían mediado palabras
ni explicaciones, pero se siente perfectamente identificada con todo lo que ha
dicho su pariente. Es una realidad y no puede negar las alabanzas que ha recibido
porque responden a una realidad. Pero María opta por hacer girar aquellas
palabras de glorificación y llevarlas ella hacia Dios. Y ella explota también
en una alabanza, aunque en boca de María es alabanza dirigida hacia Dios, el
que ha hecho en ella cosas grandes. Y proclamó
la grandeza del Señor que hizo en ella tales maravillas. Su espíritu se alegró
en Dios, su Salvador, que se había fijado y había escogido lo pequeño de una
esclava. María se miraba a sí misma y se veía muy pequeña, muy nada, sin
mérito alguno para llevar ahora sobre sí aquella dicha. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha
hecho obras grandes en ella. María se miraba a sí misma y se admiraba. Veía
un don tan sublime y grandioso en un vaso tan pequeño como ella. Y más alababa
a Dios, y más reconocía la misericordia
de Dios que se extendía de generación en generación. María estaba ahora
mismo en el séptimo cielo. Hablaba pero era más su corazón el que respondía a
las alabanzas recibidas con ese volcarlas todas ellas en el Señor. Isabel
asentía y hacía coro a las palabras de su prima…, alababa a Dios porque todas
las maravillas vienen de Dios. Había silencio. Sólo se escuchaba aquel canto de
María que seguía volcando hacia Dios toda su alma, sus recuerdos de la historia
de Israel…
Luego siguió
un silencio de acción de gracias en todos, y la invitación de Isabel a entrar
en la casa, bajo la mirada atenta de Zacarías, que había podido escuchar todo
aquello aunque él no pudiera intervenir sino con su asentimiento emocionado. Y
la vida de Aim Karim continuó ya con su realidad diaria, mientras María sabía
ser la muchacha alegre y trabajadora, que a cada momento era admirada y alabada
por su prima, y a cada momento María dirigía su mente al Señor. Aquel: “mi alma
proclama la gloria de Dios” no fue palabra de un primer momento. Se convirtió
en una jaculatoria en labios de María, lo mismo que el “bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre” salían frecuentemente de Isabel.
Aim Karim se
convirtió en una alabanza. María hizo su papel de joven alegre y pariente
eficaz en la ayuda a su anciana prima, y allí se estuvo hasta que llegó el
parto a Isabel, y fue testigo del nacimiento del Precursor, que iría delante de
su Jesús, y testigo de aquel momento feliz en que Zacarías volvió a hablar y
“determinar” (como el ángel le había dicho) que el niño que había nacido se iba
a llamar JUAN.
Quiera Dios
que el mes que hemos dedicado a la Virgen, haya repercutido favorablemente en
los corazones. Por supuesto, en los que ya estaban inclinados. Mi deseo sería
que “otros” que podían haberse resfriado en su relación mariana, hayan podido
tomar vitaminas en este proceso de llevar cada día una flor a María…, un obsequio, un propósito, un detalle de agrado
mayor a la que es MADRE NUESTRA, y a la que necesitamos ir con toda nuestra
fuerza para recuperar nuestra verdadera actitud de seguimiento del Señor.
Ha sido un Mes de Mayo especial ya que, con motivo del Centenario de las Apariciones de la Virgen y la Canonización de los Pastorcitos, nos hemos encontrado orando juntos los creyentes cristianos y los no creyentes de los cinco continentes...¡Todos en torno al Papa Francisco, pidiendo a la Santísima que se acabe la guerra! El Santo Rosario meditado en todos los idiomas ha sido conmovedor y supongo que habrá favorecido muchas conversiones.
ResponderEliminarHe aquí la Esclava del Señor. El Magnificat no es el canto de los ganadores. Es el canto de los agradecidos que han superado las dificultades dela vida y se saben amados y protegidos por Dios. En el Magníficat escuchamos los gritos de tantos santos y santas de la caridad....Las personas que han permanecido con enfermos, concen bien sus angustias, pero también conocen el gozo y la dicha inmensa de sentirse amados por Dios
Termina el mes dedicado a María, un mes muy especial; hemos sentido su compañía, nos ha mirado con amor de Madre.Desde que María fue mirada por Dios, Ella tambien mira de otra manera.María mira para admirar las maravillas de Dios, para proclamar las grandezas del Señor.
ResponderEliminarMaría sí que fue mirada benévolamente por Dios.Dios puso en Ella sus ojos y quedó prendado de su ser.Miró a su esclava y aunque nada exterior cambió en Ella, en su interior se encendió una hoguera, surgió el Hijo de Dios. Ninguna mujer ha sido mirada por Dios como María. María es como una ventana abierta hacia el cielo limpio de Dios. Pequeña, hermosa, entrañable, pero desde ese marco se atisba ciertamente el infinito. Mirar todos los dias a ese cielo limpio es una cura de salud Y mirarlo a través de la ventana del Corazón de María es una hermosa gracia de Dios.