Reina de las almas vírgenes
Rizamos el rizo. La virginidad ha estado establecida en el
plano físico. “Las vírgenes” eran las mujeres que habían conservado su
sexualidad intacta. “Los vírgenes”, los varones que no habían tenido relación
con mujer y habían mantenido su castidad. Ahí llegaba y hasta ahí se extendía
la advocación de MARÍA, REINA DE LAS VÍRGENES, como figuraba en la traducción
de las letanías de Nuestra Señora. De suyo, al no tener artículo el latín, el Regina virginum no tenía por qué
aplicarse sólo a las mujeres vírgenes. Hoy, con la nueva concepción de “Reina de las almas vírgenes”, queda muy
ampliado el concepto y va incluso mucho más allá del sentido físico de la
virginidad.
ALMAS VÍRGENES equivale a los limpios de corazón que Jesús exalta en las bienaventuranzas.
Hombres o mujeres cuyos sentimientos y actitudes, cuya manera de pensar y de
expresarse, son impolutos: evitan el mal juicio, la palabra de doble sentido,
la mirada intencionada, “la visión negativa” de las cosas o de las personas…
Diríamos que son incapaces de ver el mal, y tienen una preciosa afinidad para
descubrir lo bello y lo bueno que hay en esas cosas o personas.
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ALMAS VÍRGENES, almas que tienen los ojos de la Virgen
María para mirar al trasluz de todo lo que existe, y ver siempre el lado blanco
de toda circunstancia.
Jesucristo dijo en la bienaventuranza que los limpios de corazón verán a Dios. ¡Pues eso mismo! Tienen una mirada que siempre
transparenta la mirada amorosa de Dios, y en esos ojos no caben las sospechas,
los celos, las desconfianzas, las dudas, los temores, ni ninguna clase de
malicia.
Es, pues, momento de repetir esa advocación a María con una
fuerza impetratoria muy grande, porque en este mundo sucio y malintencionado
nos hace mucha falta abrir esa zona blanca en la que quepa ver las ráfagas
luminosas de luz. Ya se encargan los medios de comunicación de presentarnos la
basura –que parece que todo el mundo es basura y se desenvuelve en la basura-;
necesitamos de los ojos de la Virgen y necesitamos tener ojos y corazón
vírgenes para darle la vuelta a las cosas y empezar a vislumbrar la pureza que
hay escondida pero que es una realidad que existe, y que debe existir mucho más
allá de lo que vemos y de los que nos muestran. Y rezaremos a María, REINA DE
LAS ALMAS VÍRGENES, para que nos ponga esas lentillas de cielo, especiales y
nítidas, que nos sitúen ante una bondad de alma virgen y llena de luz.
Jn 15,1-8 nos introduce en un concepto muy expresivo de
nuestra unión y dependencia de Jesús. Con una alegoría (se llama alegoría
porque compara a Jesús y a los hombres con seres inanimados), Jesús afirma: Yo
soy la vid; vosotros los sarmientos;
Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. Jesús es el tronco
principal, el tocón lleno de vida del que dependen todas las ramas. El labrador
de esa vid es Dios, que es el que cuida de la viña. Y la cuida podando,
abonando, regando. Podar, sí. Es lo propio del buen agricultor, para que los
frutos sean más vigorosos: para que den
más fruto. Como es propio suyo arrancar los sarmientos que no dan fruto.
El sarmiento tiene
que estar unido a la vid para recibir su savia; el sarmiento que no está unido a la vid no puede dar fruto por sí mismo.
La vida del discípulo de Jesús está dependiendo de estar unido a Jesús y de
tomar su jugo –su estilo de vida- de Jesús. Por eso, permaneced en mí y yo en vosotros…: formad una unidad con Jesús,
estar muy aferrados a Jesús, para recibir de él toda la vida. Porque sin
mí, no podéis nada. Y al que está alejado de ese tronco vital, lo tiran
fuera y lo queman.
Si permanecéis en mí
y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.
Bella alegoría y muy expresiva para enseñarnos la necesidad
de la unión a Jesucristo y cómo tenemos que asimilar su Palabra y su vida. Y
nos enseña claramente cómo el evangelio es un pozo sin fondo y que no basta con
tenerlo leído y orado. Porque aquí, en esta enseñanza que nos ha dejado el
evangelista, Jesús ha hablado muy profundamente y con unas expresiones que nos
son muy significativas.
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