Un
cristiano no recorre “caminos oscuros” porque allí no está “la verdad de Dios”.
Pero incluso si cayera, puede contar con el perdón y la dulzura de Dios, que lo
restituye a la vida de la “luz”. Así lo ha asegurado el papa Francisco en la
homilía de esta mañana en Santa Marta.
Límpios, como Dios. Y sin pecado, porque no hay error reconocido
que no atraiga ternura y perdón del Padre. “Esta es la vida cristiana”, ha
observado el Santo Padre al comentar el pasaje de la Carta de san Juan, esa en la que el
apóstol pone a los creyentes frente a la seria responsabilidad de no tener
doble vida –luz de fachada y tinieblas en el corazón– porque Dios es solamente
luz.
Asimismo, ha precisado que “si decimos que no tenemos pecado,
Dios sería un mentiroso”, subrayando la eterna lucha del hombre contra el
pecado y por la gracia.
“¡Si tú dices que estás en comunión con el Señor, camina en la
luz! ¡Pero no en la doble vida! ¡Esa no!” Esa mentira que estamos tan
acostumbrados a ver y también a caer. Decir una cosa y hacer otra ¿no? Siempre
la tentación… La mentira sabemos de dónde viene: en la Biblia, Jesús llama al
diablo ‘padre de la mentira’, el mentiroso. Y por eso, con tanta dulzura, con
tanta mansedumbre, este ‘abuelo’ dice a la Iglesia ‘adolescente’, a la Iglesia
joven: ‘¡No seas mentirosa!’ Tú estás en comunión con Dios, camina a la luz.
Haz obras de luz, no digas una cosa y hagas otra, no a la doble vida”.
El Santo Padre ha recordado que cuando pecamos no tenemos que
desanimarnos. porque “tenemos un paráclito, una palabra, un abogado, un
defensor ante el Padre: es Jesucristo, el Justo. Él nos justifica, Él nos da la
gracia”.
La misericordia y la grandeza de Dios –ha precisado el Papa– es
que Él sabe que “somos nada”, que solamente “de Él” viene la fuerza y por tanto
“siempre nos espera”.
El Pontífice ha insistido: “caminemos en el luz, porque Dios es
Luz. No ir con un pie en la luz y otro en las tinieblas. No ser mentirosos”.
Por otro lado, ha recordado que todos hemos pecado y nadie puede decir: “este
es un pecador, esta es una pecadora. Yo gracias a Dios, soy justo”. El único
Justo –ha aseverado– es Él, que ha pagado por nosotros.
Así, el Papa ha concluido su homilía indicando que si alguien
peca “Él nos espera, nos perdona, porque es misericordioso y sabe bien de qué
estamos hechos y recuerda que somos polvo”. Que la alegría que nos da esta
Lectura –ha exhortado– nos lleve adelante en la sencillez y en la transparencia
de la vida cristiana, sobre todo cuando nos dirigimos al Señor. Con la verdad.
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