Queridos
hermanos,
Estos nuestros hijos han sido llamados al orden presbiteral.
Como ustedes saben el Señor Jesús es el solo sumo sacerdote del Nuevo
Testamento, peo también en Él todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido
pueblo sacerdotal.
![El papa Francisco en la basílica de San Pedro](https://es.zenit.org/wp-content/uploads/2016/04/ordinazione4-1-407x275.jpg)
El papa
Francisco en la basílica de San Pedro
Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiso
elegir algunos en particular, para que ejercitando públicamente en la Iglesia
en su nombre el oficio sacerdotal a favor de todos los hombres, continuaran su
misión personal de maestro, sacerdote y pastor.
Después de una madura reflexión ahora estamos por elevar al
orden presbiterial a estos nuestros hermanos, de manera que al servicio de
Cristo, maestro, sacerdote, pastor, cooperen a edificar el Cuerpo de Cristo que
es la Iglesia en el pueblo de Dios y Templo santo del Espíritu Santo.
Ellos serán configurados en Cristo sumo y eterno sacerdote, o
sea serán consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, y con
este título, que les une en el sacerdocio al obispo, serán predicadores del
Evangelio, pastores del pueblo de Dios, y presidirán las acciones de culto,
especialmente en las celebraciones del Sacrificio del Señor.
A vosotros, hijos y hermanos dilectísimos que vais a ser
promovidos al orden del presbiterado, considerad que ejercitando el ministerio
de la sagrada doctrina seréis partícipes de la misión de Cristo, único maestro.
Dad a todos esa Palabra de Dios, que vosotros mismos habéis
recibido con alegría. Haced memoria de vuestra historia, de aquel don de la
palabra que el Señor les dio, a través de la mamá, de la abuela, de los
catequistas, de toda la Iglesia.
Leed y meditad asiduamente la palabra del Señor para creer lo
que habéis leído, enseñad lo que habéis aprendido de la fe, vivir lo que habéis
enseñado.
Esto sea el alimento para el pueblo de Dios, vuestra doctrina
alegría y apoyo a los fieles y a Cristo, el perfume de vuestra vida porque con
la palabra y el ejemplo, que van juntos, la palabra y el ejemplo, edificareis
la casa de Dios, que es la Iglesia.
Vosotros continuaréis la obra santificadora de Cristo. Mediante
vuestro ministerio el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto,
porque unido al Sacrificio de Cristo, que por vuestras manos en nombre de toda
la Iglesia viene ofrecido de forma incruenta en el altar en la celebración de
los santos misterios.
Reconoced por tanto lo que hacéis, imitad lo que celebráis,
porque así, participando en el misterio de la muerte y resurrección del Señor,
lleváis la muerte de Cristo en vuestros miembros y camináis con Él en novedad
de vida.
Llevar la muerte de Cristo en vosotros mismos, es caminar con
Cristo en novedad de vida, sin cruz no encontrareis nunca al verdadero Jesús, y
una cruz sin Cristo no tiene sentido.
Con el bautismo agregaréis nuevos fieles al pueblo de Dios. Con
el sacramento de la penitencia perdonáis los pecados en nombre de Cristo y de
la Iglesia.
Por favor, pido en nombre de Cristo y de la Iglesia les pido de
ser misericordiosos, muy misericordiosos.
Con el óleo santo daréis alivio a los enfermos. Celebrando los
sagrados ritos, elevando a las distintas horas del día la oración de alabanza y
súplica, os haréis voz del pueblo de Dios y de la humanidad entera.
Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres, elegidos,
no se olviden de esto, elegidos. Es el Señor que les ha llamado uno a uno.
Elegidos entre los hombres y constituidos a favor de ellos favor, no a favor
mío, en comunión filial con vuestro obispo, comprometeos a unir a los fieles en
una única familia, para conducirlos a Dios Padre por medio de Cristo en el
Espíritu Santo.
Tened siempre delante de los ojos el ejemplo del Buen Pastor,
que no ha venido para ser servido, sino para servir, no para quedarse en sus
comodidades sino para salir y buscar salvar lo que estaba perdido.
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