Liturgia
Llegamos hoy a un momento crucial en la historia de la nueva religión.
Hech 9, 1-20 nos trae la conversión de Saulo. Saulo respiraba odio contra los
seguidores de Jesús, y pidió cartas de autorización para traer presos a
Jerusalén a los que en Damasco profesaran esa fe. Y marchaba rodeado de otros
de su misma índole cuando de pronto y sin haber obstáculo alguno, cae rodando
por los suelos, a la vez que oía una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Desde el suelo y cegado por el
resplandor de un extraño relámpago, preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y la voz, que escuchaban los acompañantes
aunque no veían a nadie, respondió: Yo
soy Jesús, a quien tú persigues.
Saulo hubiera podido responder: Yo no persigo a un muerto;
persigo a sus seguidores. Pero Saulo era más inteligente que eso, y en ese
instante comprendió que Jesús se sentía personalmente atacado allí donde Saulo
perseguía a sus discípulos.
Ciego, llevado de la mano, lo llevaron a Damasco.
Jesús, por su parte, se manifestaba a Ananías, un
discípulo, y le dice: Ve a la calle Mayor
(Recta) y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Te espera.
Ananías opuso su dificultad: el tal Saulo era un mal hombre
que venía para llevárselos presos. Y Jesús le responde: Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí.
Y Ananías, el perseguido por Saulo viene a ser la salud y
la liberación de Saulo, al que le da la vista y lo bautiza. Saulo se convierte
en el gran predicador de Cristo, el Hijo de Dios.
El evangelio (Jn 6, 53-58) comienza con el escándalo de las
gentes ante la afirmación de Jesús de que hay que comer su carne y beber su
sangre. Jesús lo confirma y lo pone como condición para vivir para siempre.
Porque mi carne es verdadera comida y mi
sangre es verdadera bebida.
Ni que decir tiene que aquello sonaba muy raro para los
mismos discípulos que no andaban siempre con él.
VIDA GLORIOSA
San Mateo concluye su evangelio con esa frase inmensa y de
repercusiones seculares: Y sabed que yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Afirmación
consoladora para nosotros, que sabemos que tenemos a Jesús con nosotros, porque
Jesús extiende su vida y su influencia a través de los siglos, en las personas
y en su Iglesia.
¿Y cómo la extiende? San Marcos nos ha marcado unas señales
que acompañan a los que creen en Jesús. Expresadas todas de modo simbólico,
podían ser entendidas muy bien por aquellas personas cuyo modo de expresarse es
menos concreto que el nuestro occidental. Jesús dice que los que creyeren, echarán demonios en mi nombre, hablaran
lenguas nuevas, tomarán serpientes y aunque bebieren algo mortífero, no les
dañará. Más aún: Impondrán las manos
en los enfermos y sanarán.
En mi nombre, ya
es una dimensión nueva, un poder misterioso…, el mismo de las pescas milagrosas
o la multiplicación de los panes…, que saca de donde no hay.
Echar demonios…,
toda maldad, toda esclavitud, todo lo que es contrario a ese Nombre. Lo que nos
plantea –a la hora de la verdad práctica- ¿cómo es posible que personas
religiosas, bautizadas, con deseos de vivir en el camino de Jesús…, puedan
aliarse con “los demonios” de la pasión, de la injusticia, de la infidelidad,
del pecado que ofende y se opone a Dios y a la causa de Jesús? Dejemos a un
lado lo que es debilidad, descuido, falta de previsión… Vayamos a situaciones
expresamente buscadas o a lo que es no evitar las ocasiones de peligro. Vayamos
a esa realidad de no echar los demonios personales… ¿Realmente puede decirse
que se está llevando una vida EN NOMBRE DE JESÚS?
A la hora de echar
demonios (como ya apuntaba ayer), hacen falta decisiones tajantes,
soluciones drásticas, mucha seriedad, ¡y mucho respeto a la dignidad de
personas bautizadas, que son pertenencia de Dios!
Echar demonios
pide una sinceridad enorme para descubrir las propias intenciones, que hay que
purificar para eliminar todo pensamiento vindicativo, todas segundas
intenciones, todo egoísmo y todo espíritu de soberbia.
Echar demonios
pide vivir muy rectos ante la propia conciencia y ante el nombre de Jesús. Y ya eso lo resuelve todo y nos pone
derechamente en línea de predicar el
Evangelio a toda criatura.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarCUARTO MADAMIENTO:"HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE"
"Si la familia está bien, el Estado estará bien; si el Estado está bien, la gran comunidad de los hombres vivirá en paz".
¿POR QUÉ SON INSUSTITUIBLES LAS FAMILIAS?.-Todo hijo proviene de un padre y una madre y necesita el calor y la seguridad de una familia para crecer protegido y feliz.
La familia es la célula original de la sociedad humana. Los valores y principios que se viven en el pequeño ambiente familiar hacen posible la vida social solidaria en un ámbito mayor.
¿POR QU´DEBE EL ESTADO PROTEGER Y POTENCIAR A LAS FAMILIAS?.-El bienestar y al futuro de un Estado dependen de que la unidad más pequeña que existe dentro de él, la familia pueda vivir y desarrollarse.
Ningún Estado tiene derecho a inmiscuirse en la célula originaria de la sociedad, la familia, y negarle el derecho a la existencia. Ningún Estado tiene derecho a definir a la familia de forma diferente a la que corresponde a su misión creatural. Ningún Estado tiene derecho a privar a la familia de sus derechos fundamentales, especialmente en el ámbito de la educación. Por el contrario, el Estado tiene la obligación de apoyar de manera eficaz a las familias y protegerlas en lo tocante a sus necesidades materiales.
Continuará
Nuestra Oración
ResponderEliminarhttps://youtu.be/mKlqhCgMfjg