Día
24-2-2016. Miércoles
Buscamos
y leemos: Jeremías 18, 18-20
Hoy es la primera vez que la
liturgia del tiempo de Cuaresma nos trae un texto de Jeremías. Se trata de uno
de los libros proféticos más complejos y ricos. La tradición no ha hecho
justicia a Jeremías al atribuirle la composición de las Lamentaciones, que ha
contribuido a distorsionar la imagen del profeta. Pero si nos atenemos a la
realidad, a Jeremías le tocó vivir uno de los momentos más importantes y
difíciles de su pueblo: la caída de Jerusalén y el destierro en Babilonia.
En
el breve texto de hoy nos relata cómo sus adversarios le persiguen basándose en
la tradición: sabios, sacerdotes y profetas serán su apoyo. Jeremías ve
cerrarse el círculo de enemigos a su alrededor y sube de grado su angustia. Él
ha intercedido por ellos mientras podía. Ahora su defensa está en manos del
Señor.
El complot era más grave porque estaba urdido por los propios guias espirituales del pueblo que querían callarlo porque les decía las "verdades" y les resultaba muy incómodo.
ResponderEliminarEl profeta Jeremías padece persecución por la fidelidad a su vocación, por amor a su pueblo, por el cual, como Moisés, se atrevió a interceder a pesar de la prohibición del Señor. Su confesión es un abandonarse confiadamente en Dios, del único que espera la salvación. Todo lo que ha hecho Jeremías "en favor" del pueblo elegido- Israel- y lo que formula en su Oración se realizará fielmente en el verdadero Siervo Doliente, en Jesús de Nazaret. Los Jefes lo ejecutarán, y, Jesús , no sólo no pedirá venganza sino que impetrará el perdón, y ofrecerá libremente su vida por los que le crucificaron.
El profeta, hombre de Dios y el propio Jesús, Hijo predilecto del Padre, nos efrecen el ejemplo de toda una vida "gastada en el servicio" por amor... El bien que hacemos no cae en el vacío, sino que dará fruto a su debido tiempo, un tiempo que es vida eterna, gozo eterno para todos.