Anotaciones a la Liturgia del sábado de Ceniza
La 1ª lectura es muy bella, expresada toda en positivo. Es para leerla
despacio e irse repitiendo sus afirmaciones.
En el Evangelio (Lc 5, 27-32) me quedo con el mismo aspecto
positivo de Leví, que corresponde a la llamada de Jesús con una respuesta plena
de su persona. Podríamos decir que Leví ha sido el caso concreto práctico de la
1ª lectura: ha brillado su luz en las tinieblas. Tinieblas que aparecen en los
fariseos que toman el caso por donde pica para criticar a Jesus. Jesús vuelve a
poner en pie lo positivo: Ha venido a
llamar a los pecadores para que se conviertan.
LA PASIÓN DE JESÚS
Llegaba el jueves. Jesús quería adelantarse a la Pascua de
los judíos (que era el sábado) con la celebración de su propia Pascua. Porque
lo que ya tenía claro es que sus horas estaban contadas. Lo que no iba a dejar
es que se estropeara su plan de celebración. Por eso tuvo que ingeniárselas
para no desvelar el lugar donde iba a celebrar la Pascua. No podía arriesgarse
con Judas de por medio en el plan que ya estaba, y del que ya sabía que le
había vendido a sus declarados enemigos, los sacerdotes, y Jesús ya se había
concertado con un buen discípulo fiel para que le tuviera preparado un lugar.
De ahí que cuando el jueves llegan sus discípulos a
preguntarle dónde le preparan la Pascua, Jesús envía a dos con un misterio
llamativo: habían de llegar a la ciudad y encontrarían a un hombre llevando un
cántaro. Lo más seguro es que era oficio de mujeres, y por eso no podía haber
confusión. Ya estaba apalabrado momento y situación. Esos discípulos debían
seguir al hombre del cántaro y entrar en la casa en la que él entrara. Y allí
al dueño –el discípulo fiel- preguntarían: Dónde
preparamos la Pascua para el Maestro y
sus discípulos. Y os mostrará una sala amplia y alfombrada.
No cabe duda que Jesús no había perdido el tiempo ni se le
habían pasado detalles. El lugar de aquella Pascua era un local digno y bien
preparado.
Todo salió perfectamente y los dos de la avanzadilla
dispusieron todo para la hora en que Jesús llegaría con los otros diez, y se
dirigiría a la casa sin dar lugar a sorpresas.
Llegada la hora prudente, Jesús se despidió de Marta, María
y Lázaro. Posiblemente una despedida que dejaba entrever que ya no volverían.
No era la despedida de los días anteriores. Era más honda. Los amigos pudieron
captar algo pero de seguro que nunca en toda su dimensión de despedida total.
Y emprendieron el camino. Era un caminar duro, con Jesús
más solitario, a una parte; Judas también solo casi todo el camino, huyendo de
conversación, y los nueve en dos corros comentando muy por lo bajo aquel
anuncio que Jesús les había hecho hacía 48 horas. No se lo querrían creer pero
el Maestro se lo anunció muy en serio. A Judas lo dejaron con su manía solitaria.
Pero se preguntaban qué le ocurría. No se lo podían imaginar. Que era un tipo
raro y que más de una vez no había estado de acuerdo con el Maestro, era claro.
Lo ocurrido en el banquete no era tan fuerte como para aquella actitud. Incluso
es posible que alguno de ellos ni siquiera eran conscientes de la situación de
aquel día. En algunos momentos se acercaban a Jesús para preguntarle alguna
cosa y porque no querían dejarlo solo. Estaban acostumbrados a caminar rodeando
al Maestro y les resultaba extraña la situación que ellos mismos estaban
viviendo.
Llegaron a la casa rondando las 6 de la tarde. Y Jesús
entró, saludó al dueño, al que evidentemente conocían los Doce, y les indicó la
escalera. Tras ese saludo Jesús subió con sus apóstoles a la sala. Allí se
acomodaron en los divanes. No cabe duda que allí había un ambiente de misterio.
Habían comido otras pascuas y esta vez era todo muy diferente; tenía otra
solemnidad. Lo que quedó patente cuando Jesús “saludó” el momento con aquellas
palabras tan expresivas: Con gran deseo
he querido comer esta Pascua con vosotros antes
de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla
en el reino de Dios. Estaba claro que para Jesús era aquel momento un
momento de despedida. No se lo podían creer pero Jesús lo acababa de decir.
¿Cómo reaccionaron ellos?
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarLA MSERICORDIA DE DIOS Y EL PECADO
Buen Jesús,¡Quièn no tendrá confianza confianza, por pecador que haya sido, si llega a tu Santísima Madre, Ella a Ti, y Tú a tu eterno Padre? (Lope de Vega).
LAS RAICES DEL PECADO:-Es fácil decir que tal a cual acción es pecaminosa. No lo es tanto decir que tal o cual persona ha pecado.Si un olvida, por ejemplo, que hoy es dìa de precepto y no va a Misa, su pecado es sólo exteno, interiormente no hay intención de obrar mal.Sería inúltil mencionarlo en confesión.Para mayor tranquilidad puede consultarlo al confesor.
Pero también puede darse lo contrario. Siguiendo el mismo ejemplo: una persona que piensa que hoy es día de precepto y por tanto debe asistir a Misa y voluntatiamente decide no ir , sin razón suficiente es culpable de omisiòn de esa misa.
Vemos que es la intención y la voluntad de una persona lo que determina la malicia del pecado.Hay pecado cuando la intención y voluntad quiere algo contra lo que Dios quiere..
Por esta razón soy culpable de pecado en el momento que decido cometerlo, aunque no tenga oportunidad de ponerlo por obra. Ejemplo, si decido mentir sobre un asunto cuando me pregunten, y a nadie se le ocurre hacerlo, sigo siendo culpable de una mentira a causa de mi mala intención.
¿QUË SON LOS VICIOS:-Los vicios son costumbres negativas adquiridas por repetición de actos negativos que adormecen y oscurecen la conciencia, abren a los hombres al mal y los predisponen al pecado.
Los vicios humanos se encuentran en la cercanía de los pecados capitales:SOBERBIA, AVARICIA, ENVIDIA, IRA, LUJURIA, GULA Y PEREZA.
CONTINUARÁ