Liturgia
La Cuaresma nos va llevando por pasos hacia el misterio pleno de la
salvación. Hoy lo presenta en dos signos, el de José, el hijo preferido de
Jacob (Israel), y el de la parábola de la viña y los viñadores. José (Gn 37,
3-4. 12-13. 17-28) nos presenta un símbolo de salvación, partiendo de unas
pasiones humanas. Jacob distingue a José sobre los hermanos y los hermanos se
llenan de envidia. Y deciden acabar con él. Lo venden a unos mercaderes y va
como esclavo a Egipto. La historia se abrirá en un cambio de sentido y José
acabará siendo el salvador de sus propios hermanos y de su pueblo.
En Mt 21, 33-43. 45-46, los malos arrendatarios de la viña
pretenderán adueñarse de ella y maltratarán, apalearán o matarán a quienes
vienen enviados a cobrar los frutos. Incluso al hijo del dueño. ¿Qué les
corresponde a esos viñadores? Que les quiten la viña y se la entreguen a otros.
Y el Hijo, quedará constituido piedra angular, al que querían eliminar pero que
es el que triunfa.
La Cuaresma, con su carga de sacrificio, está abocada a una
victoria de Jesucristo, que es la victoria de la salvación de Dios.
PASIÓN DE JESÚS
Muy de madrugada (“cuando
amaneció”, dice San Lucas) estaban ya citados los ancianos, sacerdotes y
los doctores. Corría prisa aquella causa porque al día siguiente era la Pascua
y había que acabar cuanto antes.
Ya empieza mal porque a lo que se conmina a Jesús es a que
dé el mismo la causa de su condena: Si tú
eres el Hijo de Dios, dínoslo abiertamente. Y para apoyar la causa de la
condena, se buscan testigos falsos que testifiquen contra Jesús. Evidentemente
no podían coincidir en sus testimonios porque eran falsos y no aportaban datos
fidedignos. Intentó Caifás enfrentar a Jesus con aquellos datos, pero Jesús no
entró en el juego y guardó silencio. Eso exacerbaba más al pontífice porque no
tenía dónde apoyar la condena que él traía ya bajo la manga. De ahí que acabara
en ese intento de que Jesús fuera quien diera contra sí la prueba para su
condena. Y como aquellos testigos no sirvieron al intento, el Pontífice se pone
en pie, y le dice a Jesús: Te conjuro por el Dios vivo que tú nos digas
si eres el Cristo, el Hijo de Dios (=el Mesías). Era un juramento ante
Dios lo que se le pedía y Jesús respondió abiertamente: Así es, y veréis al Hijo del hombre sentado a la
derecha de Dios. ¡Estaba obtenida la confesión del acusado!, y ya no hacían
falta los testigos. Por la propia boca de Jesús había obtenido el Pontífice su
objetivo. ¿Qué más pueden querer? Y constituyéndose de juez en acusador, hace
el gesto de hombre escandalizado que no puede soportar el incendio de su pecho
ante la blasfemia, y se abre la túnica, mientras exclama: ¡Ha blasfemado!; nosotros lo hemos oído de su boca: ¿qué necesidad
tenemos ya de testigos? ¿Qué os parece? Y responden a una sola voz: Reo
es de muerte. Podían ser entre las 6’30 y las 7 de la madrugada. Ya
estaba conseguido lo principal. Ahora había que darle forma. Y como ellos no
tenían autoridad para dar muerte a nadie, tenían que recurrir al brazo civil. Y
a aquellas horas envían recado a Pilato, que no sólo debe estar preparado para celebrar
el juicio sino que debía hacerlo fuera de los terrenos interiores del Palacio,
porque los muy comedidos sacerdotes no podían entrar en terreno profano, porque
tenían que comer la Pascua y no podían contaminarse.
Una buena ocasión para reflexionar en la falsía de la vida
cuando religión y vida van por caminos divergentes. Ellos podían buscar hasta
testigos falsos, por tal de condenar a Jesús (aunque sea con falsas razones), y
eso no les contaminaba… Pero no podían entrar en el Palacio de Pilato porque
eso sí les contaminaba. Buen ejemplo de tantas situaciones en las que se vive
aparentemente un modo religioso y espiritual (externo), pero la vida va por
otros sitios en los que se conculcan actitudes fundamentales. Se hace oración
devota, pero no tiene aplicación concreta en el trato al prójimo, en la
fidelidad de conciencia para evitar ocasiones de mal… Se “cree en Dios” pero se
está lejos de vivir sus 10 mandamientos; se ama a Jesucristo, pero no se maneja
el evangelio…, y mucho menos se hace por vivirlo…
¿Qué sentimientos provocó en Jesús aquella escena del falso
juicio y de la terrible condena de él como blasfemo? ¿Qué sentimientos le
producirá un pueblo que se confiesa cristiano y cada día está más lejos de los
principios de Cristo y del Evangelio? Muchos temen “contaminarse” por cuatro
detalles y se tragan el camello de actitudes fundamentales.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. (Continuación)
ResponderEliminarLA COMUNIDAD HUMANA.
¿QUÉ PODEMOS APORTAR TODOS AL BIEN COMÚN?.-El BIEN COMÚN es cosa de todos.Esto se da en primer lugar cuando las personas se comprometen en su ambiente concreto-familia, vecindario, trabajo y asumen responsabilidades. Implicarse también en responsabilidades sociales y políticas es importante. Pero quien asume una responsabilidad, ejerce el poder y está siempre en peligro de abusar de este poder,Por eso todo responsable está llamado a un proceso continuo de conversión, para poder ejercer el cuidado de los otros en justicia y en caridad permanente.
Trabajar por el BIEN COMÚN quiere decir asumir responsabilidades en favor de lo demás.
¿CÖMO SE CONSTRUYE LA JUSTICIA SOCIAL EN UNA SOCIEDAD?.-La justicia social se construye allí donde se respeta la digninad inviolable de cada ser humano y se garantiza y se pone en práctica los derechos que se derivan de ella, sin ninguna restricción. A ellos pertenece también el derecho a la participación activa en la vida po´litica<, económica y cultural de la sociedad.
La base de toda justicia es el respeto inviolable del hombre que "nos ha sido confiado por el Creador, y de la que son rigurosa yresponsablemente deudores los hombres y mujeres en cada coyuntura de la historia". De la dignidad humana se derivan directamente derechos humanos que no puede cambiar o abolir ningún Estado.Loe Estados y las autoridades que pisotean estos derechos son regímenes injustos y pierden su auroridad.
Pero una sociedad no se perfecciona mediante leyes, sino mediante el amor al prójimo que "sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como otro yo"
"CADA VEZ QUE LO HICÍSTEIS CON UNO DE ESTOS MIS HERMANOS MÁS PEQUEÑOS, CONMIGO LO HICÍSTEIS" (Mt25,40)
Sí, a una sociedad hay que formarla, hay que construirla desde el "amor al prójimo, al que debe aprender a contemplar como "otro yo".
ResponderEliminarEl Evangelio de hoy hace alusión al Viernes Santo. La viña, plantada por Dios y cuidada por Dios con mucho cariño, es el pueblo elegido que no ha producido los frutos esperados a pesar de haber sido cuidada con esmero...Sólo Dios, obligado por un amor infinito a los hombres, es capaz de enviar a su propio Hijo para obtener los frutos, después de lo ocurrido con los enviados anteriores. Con todo, la condena a los viñadores no la hace Jesús, sino sus oyentes. Él llama a la conversión y a producir los frutos que Dios espera de nosotros, porque Dios no deja de amarnos a pesar de nuestras infidelidades.
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