Una aplicación de la Liturgia del
Viernes de Ceniza
Más que explicar, me remito a la palabra misma del Papa que, con gran
acierto, señala “formas de ayuno” útiles, sencillas, posibles para cualquiera:
“Ayuna
de palabras hirientes y transmite palabras bondadosas.
Ayuna
de descontentos y llénate de gratitud.
Ayuna
de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia.
Ayuna
de pesimismo y llénate de esperanza y optimismo.
Ayuna
de preocupaciones y llénate de esperanza en Dios.
Ayuna
de quejarte, llénate de las cosas sencillas de la vida.
Ayuna
de presiones y llénate de oración.
Ayuna
de tristezas y amargura y llénate de alegría el corazón.
Ayuna
de egoísmo y llénate de compasión por los demás.
Ayuna
de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación.
Ayuna
de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros”.
Con
razón Jesús desvía el sentido del ayuno ritual defendido por los fariseos hacia
otro sentido mucho más profundo: el que deberán vivir sus apóstoles y
discípulos en la vida de cada día. Mt 9, 14.
PASIÓN DEL SEÑOR
Los días que siguieron al domingo de la entrada mesiánica
en Jerusalén fueron días difíciles en la convivencia con Judas. Este hombre
venía ya tenso desde la unción de María y la defensa que hizo de ella el
Maestro. Jesús siguió su labor yendo todos los días desde Betania a Jerusalén
donde enseñaba. Judas no había rebajado su tensión y andaba buscando el momento
propicio para consumar su venganza.
El Consejo y los ancianos se habían reunido en el palacio
del Sumo Sacerdote Caifás el martes (“dos días antes de la Pascua”) y
deliberaron prender a Jesús. Pero aquello había que hacerlo con mucha
prudencia. Los días de la Pascua con la ciudad hirviendo de gentes de Galilea,
Transjordania y Judea, no era prudente. No sabían con cuántos seguidores
contaba Jesús y no podían arriesgarse, no fuera a producirse un tumulto…
Fue entonces cuando Judas apareció por allí y les propuso
el plan por el que él mismo se comprometía entregarles a Jesus. Todo consistía
en cerrar un trato: ¿Qué me dais si os lo
entrego? Y él se ocuparía del resto.
No me cabe
duda que a Jesús le llegó muy pronto la noticia de lo que Judas había hecho.
José de Arimatea tuvo que avisarle de la situación. Él era miembro del Sanedrín
o Consejo de ancianos, y tuvo conocimiento de la fechoría de Judas. Tenía que
ver a su amigo Jesús para ponerle en guardia de que el enemigo estaba dentro de
casa.
Ya era duro convivir aquella semana desde el momento que
Judas andaba tan huidizo. Pero cuando Jesús supo ya con seguridad lo que Judas
había tramado, la convivencia se hizo mucho más difícil. Jesús hacía por
acercarse; Judas por alejarse. Los compañeros molestos con aquel carácter
huraño que había echado el Iscariote, y unas veces con peor talante y otras con
mejores intenciones de parte de ellos, se intentaba sobrepasar aquellas horas.
Jesús no dijo nada a los Once. Jesús siguió sus planes como si no pasara nada.
La maldición de la higuera, expresando la esterilidad del
pueblo judío que no había respondido a los cuidados que le había prodigado, no
podía menos que evocarle la otra dureza de corazón de uno de los suyos. La
parábola de los dos hijos, con uno que parece estar en buena disposición pero
que al final “no va” adonde le dice su padre, también reflejaba esas dos
referencias. No era normal que Jesús pudiera ir haciendo su obra sin tener ahí
detrás la idea de lo que tramaba uno de los suyos. Lo mismo -¡y con cuanta
fuerza!- los labradores homicidas que mataron al Hijo para quedarse con su
hacienda… Todo esto se estaba desarrollando en aquellos días… Y, aunque el
objeto directo era Israel, no podía menos que martillear en su corazón que “uno
de los suyos” estaba en el cráter de aquel volcán… “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te
son enviados… ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos como la gallina recoge
sus pollos…, y no quisiste! Y a Jesús se le revolvían las entrañas… Judas
había sido elegido para estar con él,
echar demonios…, y ahora Satanás había entrado en él…, y no había sabido
echarlo…
Jesús –ya bien informado- advirtió a sus discípulos que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo
del hombre va a ser entregado para ser crucificado”. ¡Una verdadera bomba
en el corazón de los apóstoles!, y no menos admirado quedaba Judas cuando Jesús
hacía tal anuncio… porque eso quería decir que se había enterado. Mucho más se
alejó entonces Judas de la conversación con unos y otros y andaba solitario,
aunque Jesús hubiera querido entablar con él una conversación: ¡Judas le
causaba pena!, y Jesús querría atraerlo. Pero no hubo oportunidad. Judas
siempre estaba en el rincón contrario. ¿Qué pensamientos rondarían la mente de
aquel hombre?
Fueron, pues, dos días muy duros. Jesús continuaba su labor
pero su corazón estaba herido por la lejanía del Iscariote. Los compañeros
hacían corrillos y comentaban… Estaban
impactados.
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¡Judas le causaba pena..!, y Jesús querría atraerlo pero no tuvo oportunidad. Jesús sufría por la lejanía del Iscariote...¿No pudo moverle el corazón? Jesús, todo AMOR y MISERICORDIA,¿no pudo salvarlo?
ResponderEliminarEl Papa Francisco, nos recuerda que, "el Evangelio, donde brilla gloriosa la Cruz de Cristo,invita insistentemente a la alegría". La cruz de Cristo está presente en la vida del cristiano. Y Cristo está presente como el Novio que ha llegado para desposarse con la Humanidad,para vivir y celebrar personalmente la Alianza indestructible entre Dios y el pueblo elegido-Israel-Esta certeza debe llenarnos de un gozo inmenso y nos obliga a luchar contra todo lo que nos pueda separar de Cristo y de los hermanos;sintiendo como el corazón está llenito de esperanza.