Liturgia
Alcanzamos el tercer domingo de Cuaresma, Ciclo C. Dos caminos pueden
seguirse para descubrir el mensaje de la liturgia. Uno, es la realidad de un
Dios que no podemos manipular a nuestra manera. Otro es la seguridad que nos
aporta Dios en su providencia.
Al primer modo llegamos al ver que Dios no da su nombre a
Moisés (Ex 3, 1-8. 13-15) cuando Moisés le pregunta para poder decir a los
hebreos quién lo ha enviado. La respuesta de Dios es; Soy el que soy. No te digo mi nombre porque los humanos pretenden
dominar pronunciando el nombre de la persona. Tú diles a ellos que “Yo soy” me envía. Y que ellos sepan que
soy el Dios de vuestros padres Abrahán, Isaac y Jacob. Es el Dios que no
permite ser manipulado por la criatura.
Cuando en el evangelio (Lc 13, 1-9) le preguntan a Jesús el
por qué de dos desgracias concretas, Jesús responde diciendo que las desgracias
no han sucedido a esas personas porque sean mejores o peores. Pero que los
oyentes tienen siempre que buscar ser mejores de lo que son, para que cuando
venga el dueño de la viña se encuentre los frutos que debe dar. Pero que aunque
no los da todavía (habla Jesús a los judíos), aun Dios va a esperar un nuevo
año, cultivando con esmero esa viña para que produzca sus frutos.
El otro mensaje que podemos extraer es la seguridad que nos
deja Dios. Dios es el que trasciende todo lo humano: está por encima de todo.
Dios pide a Moisés que se descalce porque está en terreno sagrado. Dios envía a
Moisés para liberar a su pueblo que está esclavizado en Egipto. Y Dios le
encarga esa misión. Moisés dice que quién es él mismo para llevar ese mensaje
al pueblo hebreo, y que si lo lleva, tiene que decir quién lo envía. Y Dios le
da una clave esencial: Yo soy el que ES y
no puede dejar de ser. Yo soy el que es seguro, el que no falla, el que está
siempre presente. Y diles: “Yo soy” me envía. Y quién es ese que envía: el
mismo Dios que aseguró sus pasos a Abrahán, Isaac y Jacob…, un Dios que da
seguridad y a cuya providencia bien podemos acogernos.
Es el mismo Dios que no ha sido el causante de las
desgracias sucedidas a los galileos o los que ha aplastado la torre de Siloé,
ni ha sido el vengador de maldades. Dios sigue siendo el mismo Dios providente
que cuando la viña no da fruto no quiere perderla, sino intenta recuperarla y
se da un margen de un nuevo año para ver si la viña se hace fértil y fecunda.
Vivimos colgados de la mano de ese Dios que nos ofrece nueva oportunidad y
siempre espera para ver si rendimos cuentas de nuestra viña. Lo que sí nos pide
es que seamos mejores…: claro mensaje de Cuaresma que nos
está invitando a un cambio de formas de vida y de actitudes.
El SALMO ha venido a ser el estribillo que une las dos
lecturas, proclamando que el Señor es compasivo y misericordioso,
que perdona todas nuestras culpas y cura
todas nuestras enfermedades. Es lento a la ira y rico en clemencia, y su
bondad nos supera tanto como el cielo está por encima de la tierra. Los humanos
somos capaces de esperar con paciencia… Dios, mucho más. Somos capaces de
perdonar y aun de perdonarnos a nosotros mismos; Dios mucho más. Y en nuestro
caminar diario hemos de vivir la seguridad de que Dios se cuida de nosotros y
espera que nosotros sepamos ir buscando el modo de agradarlo más.
Todo este amor de Dios, su paciencia y su generosidad está
especialmente expresado en este don de la Eucaristía, en cuya participación
debemos sentirnos impelidos a una confianza total en él, y a un estímulo para
buscar agradarlo en nuestra vida diaria.
Confiadamente elevamos a Dios nuestras peticiones
-
Que experimentemos dentro de nosotros la seguridad en el Dios
providente. Roguemos al Señor.
-
Que cultivemos nuestra viña para que sea fértil en obras buenas y aun
mejores. Roguemos al Señor.
-
Que nunca atribuyamos a Dios los males que nos sobrevengan. Roguemos al Señor.
-
Que la Eucaristía nos impulse a poner por obra nuestros buenos
propósitos. Roguemos al Señor.
Concédenos,
Padre, las gracias que necesitamos para vivir la conversión a la que nos invita
la Cuaresma. Por Jesucristo…
CATECISMO DE LA IGLESIA cATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarLA COMUNIDAD HUMANA
DESIGUALDADES ENTRE LOSHOMBRES.-Existen desigualdades entre los hombres que no tienen su origen en Dios, sino que proceden de condiciones sociales, especialmente del reparto injusto en todo el mundo de materias primas, propiedades y capital. Dios nos obliga a eliminar del mundo todo aquello que está en abierta oposición al Evangelio y menosprecia la dignidad de la persona. Pero hay también desigualdades entre los hombres que sí corresponden a la voluntad de Dios: desigualdad en los talentos, en las condiciones iniciales, en las posibilidades. En ello se esconde una indicación de que ser hombre significa estar disponible para los demás en la caridad, compartir con ellos y hacer posible la vida.
"El que tenga dos túnicas que comparta con el que no tiene; y el que tiene comida haga lo mismo"(Lc 3,11).
"Amad a los pobres y no le deis la espalda,pues si le dais la espalda,se la dais a Cristo. Él mismo se convirtió en hambriento, desnudo, apátrida, para que tú y yo tengamos la oportunidad de amarlo."(Santa Teresa de Calcuta).
Continuará