Liturgia
Venimos del domingo anterior en el que se ha puesto de manifiesto la
llamada mesiánica de Jesús: Hoy se cumple
en mí esta palabra. Hoy se da un paso más: Jesucristo no va a ir él solo a
realizar esta obra. Jesús llama a otros a compartir esta labor.
Y el domingo 5ºC dedica sus dos lecturas maestras a
presentar sendas vocaciones: Dios llama. En la 1ª lectura llama a Isaías (6,
1-2. 3-8). Isaías se siente incapaz de dar respuesta porque es muy joven y
pecador. Un ángel toma un ascua del altar con unas tenazas y la acerca a la boca
del muchacho: Mira, tus labios han sido
purificados. E Isaías entonces responde: Heme aquí, Señor; envíame.
En el evangelio Jesús sube a la barca de Simón para
predicar desde allí (Lc 5, 1-11). Y cuando acaba de predicar pide a Simón que
se adentre un poco en el mar. Y luego le pide que eche las redes para pescar.
Aquello es contra toda lógica porque la pesca se hace de noche y porque aquella
noche no hubo peces. Es inútil echar la red. Con todo, como ese es el gusto de
Jesús que lo ha pedido, echan la red, Y la pesca es tan abundante que tienen
que pedir ayuda a otros compañeros.
Simón se siente desbordado. Como Isaías expone su pobreza,
su incapacidad: apártate de mí que soy un
pecador. Y Jesús se le viene a las manos y le dice su palabra típica: No temas; tú puedes ser un pecador, pero
yo te hago pescador de hombres. Y
Simón y Andrés dejan allí su barca, sus redes…, y se van tras de Jesús Y aunque
no lo recoge la lectura de hoy, también Santiago y Juan, los compañeros que
ayudaron a sacar la pesca. Dejan su barca, sus redes, a su padre, y se van tras
Jesús. No van a “hacer” algo; va a estar con Jesús, como primera providencia.
Por tanto a lo que eran incapaces, Jesús les hace capaces
desde su llamada y su promesa: seréis
pescadores de hombres. Y aunque esa promesa les desborda nuevamente, lleva
tal fuerza que se pliegan a la llamada de Jesús.
Detrás de todo esto la liturgia del domingo hace extensiva
a la Iglesia –a los fieles de la Iglesia- esta llamada de Jesús. Podemos
sentirnos incapaces de dar cumplida respuesta. Y ahí viene Dios a hacernos
saber que su gracia toca nuestros labios y nuestro corazón para que no digamos
que “no podemos” responder a su llamada. Va a depender de la profundidad de
nuestra fe, del arraigo que en nosotros tenga la vida cristiana que vivimos, y
por tanto la vocación a la que llama Jesús obliga a todos a ser capaces de dar
respuesta de su fe, a no sentirse achicados, o a la necesidad que todos tenemos
de abrirnos a nuevos pasos en nuestra formación. Lo que ya no nos vale es decir
que somos pobres pecadores, o que
somos de labios impuros (como
Isaías), porque una llamada de Jesús nos ha dicho: No temáis, y porque Dios arrima a nuestros labios ese ascua
ardiente que nos purifica para que demos cuenta de nosotros y digamos: Aquí estoy, mándame.
Luego, es evidente que hay ahí una especial atención a
vocaciones personales y específicas con las que Dios llama a determinados
sujetos a un seguimiento más particular. Y aunque estamos sufriendo en la
Iglesia una carencia de “vocaciones” (así solemos decirlo en el lenguaje ordinario),
la realidad es que Jesús sigue llamando y que Dios sigue contando con los
hombres y mujeres del momento presente. Pero la sociedad actual hace muy
difícil que cuajen esas vocaciones. Primero, porque no hay “materia prima”: las
familias han reducido el número de hijos, y a menos número, menor proporción
para que arraiguen vocaciones. Pero es más todavía; la sociedad está preparando
una juventud caprichosa, mimada, que no carece de nada, que tiene todo a la
mano, que tiene alejado y aun desconocido o incluso despreciado el sentido del
sacrificio. No se deja tocar con el ascua
ardiente que purifica; no admite el riesgo de ser pescadores de hombres porque sólo cuenta lo material e
inmediato. Y las llamadas de Dios quedan silenciadas o sencillamente, ni hay “oídos
que escuchen”.
Hay una 2ª lectura de enorme importancia en el mensaje
cristiano, y es este núcleo de fe que nos presenta san Pablo, y que él recibió
y él trasmite: que Jesús murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y que se apareció… Y entre esos
que recibieron la presencia de Jesús, está el propio Pablo, aunque
inmerecidamente. Éste es el gran mensaje de la fe cristiana.
Nos queda que saber ver en la Eucaristía todas esas
llamadas del Señor, porque sigue siendo el mismo de antes, y porque Jesús
espera de sus fieles que no teman y
acepten ser testigos vivos del Evangelio.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarLOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO.
ES LA MODESTIA.-Su amor a Jesucristo le nace estremecer ante la idea de ser ocasión de pecado para otro. En su comportamiento, vestido y lenguaje hay una decencia que le hacen a él o a ella fortalecer la virtud de los demás, jamás debilitarla.
ES LA CONTINENCIA.-Es una persona moderada con las pasiones firmemente controladas por la razón y la gracia. No está un día en la cumbre de la exaltación y, al siguiente, en el abismo de la depresión. Ya coma o beba, trabaje o se divierta, en todo muestra un dominio admirable de sí
ES LA CASTIDAD.-Persona que siente gran reverencia por la facultad de procrear que Dios le ha dado, una santa reverencia ante el hecho de que Dios quiera compartir su poder creador con los hombres. Ve el sexo como algo precioso y sagrado, un vínculo de unión, sólo para ser usado dentro del ámbito matrimonial y para los fines establecidos por Dios; nunca como diversión o como fuente de placer egoísta.
Y ya tenemos el retrato del hombre o mujer cristianos;caridad,gozo, paz,paciencia,benignidad,bondad,longanimidad,mansedumbre,fe,modestia ,continencia y castidad: Podemos contrastar nuestro perfil con el del retrato y ver dónde nos separamos de él.
Continuará
El Evangelio de hoy, me lleva a la conclusión de que por mucho que nos empeñemos en hacer cosas, incluso sustentadas en nuestra fe, si únicamente confiamos en nuestras fuerzas, apenas podemos conseguir nada, e incluso podemos caer en la desesperanza de lo infructuoso de nuestra labor. En cambio, si hacemos partícipes al Señor de nuestras tareas desde una auténtica humildad de corazón, si confiamos en El, y si "echamos las redes" con su ayuda, esas redes pueden venir cargadas, incluso más de lo que esperamos. Y lejos de enorgullecernos en el caso de que sea así, más humildad deberíamos tener puesto que nada de lo que conseguimos nos pertenece, sino que todo es Gracia de Dios.
ResponderEliminarAcoge, Señor nuestras peticiones, para que podamos responder a tus llamadas.
ResponderEliminar- Para que oigamos que nos llamas a todos a dar cuenta de nuestra fe, Roguemos al Señor.
- Para que haya jóvenes capaces de dar el paso a una respuesta personal a las llamadas de Jesús, Roguemos al Señor.
- Para que todo hijo fiel de la Iglesia sepa descubrir las diversas ocasiones en las que puede mejorar sus conocimientos religiosos, Roguemos al Señor.
- Para que nuestra fe se traduzca en actitudes que den testimonio ante la familia y los conocidos. Roguemos al Señor.
Que el día de hoy nos ayude a pensar sobre nuestra vocación a la fe y a plantear posibles respuestas personales a la vocación a la que nos llamas a cada uno.
Por Jesucristo N.S.
Fue este pasaje del Evangelio,el que expuso el padre Cantero cuando entré a formar formar parte del Apostolado de la Oración.Me impresión´la claridad con que lo expuso y desde entonces creo haber entendido los mensajes que Jesús nos dirige a cada uno a través su Palabra, que he ido aprendiendo en los nueve años que llevo asistiendo a las nuestras citas "los primeros vienes"y en la "EScuela de Oración.
ResponderEliminarEn el apostolado al que Jesús nos llama, la fe y la obediencia son imprescindibles. De nada sirven el esfuerzo,los medios humanos, las noches ben vela si pudiera separarse de su sentido sobrenatural..; sin obediencia todo es inútil ante Dios.De nadab serviría trabajar con teson si no contamos con el Señor.Hasta lo más valioso de nuestras obras quedarían sin valor si nprescindimos del deseo de cumplir la voluntad de Dios."Dios no necesita de nuestro trabajo, sino de nuestra obediencia".(San Juan Crisóstomo).
Siempre, siempre es Jesús el que toma la iniciativa y llama a quién quiere...En Galilea llamó a unos cuantos pescadores, gente bien sencilla, para que fueran sus discípulos. Ellos no se consideraban dignos de tal elección: "Apártate de mí que soy un pecador".
ResponderEliminarDe semejante manera había reaccionado el profeta Isaías en la presencia de Jahvé: "¡Hay de mí, no podré hablar, yo soy un hombre de labios impuros!"El discípulo y el profeta no se fian de sus propias fuerzas y aptitudes, sino del Señor. Dios borra la culpa de Isaías y enciende sus labios y los purifica con una brasa; y, Jesús convierte la pesca escasa, fracasada e una pesca extraordinaria y a los pescadores los convierte en pescadores de hombres y les da el don de lenguas para que puedan ir por el mundoa y proclamar una buena noticia que no le pertenece, que la ha recibido gratis de Dios. Es un honor y una osadía proclamar que formamos parte de una Tradición que viene de nuestros antepasados viejotestamentarios.
También nosotros, alguna vez, le hemos dicho que no: ¡yo no sirvo! ¡ no soy capaz! Los hay mejores que yo, con más cualidades y más instruidos...Excusas razonables, sin duda. El Señor que es respetuoso con nuestra libertad, insiste y espera el momento en que el elegido haya podido entender que no le llama por sus cualidades sino por las que Él mismo va a depositar sobre su persona. Cuando lo entienda, le dará el sí confiando que con su gracia podrá hacer milagros...podrá "echar demonios".
Yo como laica quiero decirle sí al Señor, quiero creer y comunicar la fe.