Liturgia
¿Dónde está apoyada nuestra confianza? Jer 17, 5-10 expresa la
diferencia entre estar apoyándose en lo humano o en Dios. Quien se apoya en lo
humano es como cardo en el desierto. No tiene jugo. Quien se apoya en Dios es
como árbol plantado junto a la acequia, que es frondoso y da fruto en su sazón.
El rico de la parábola vivió su vida apoyado en comer bien
y vestir bien. No tuvo más miras. Ni vio al pobre mendigo a su puerta. Así el
día que murió lo enterraron… Como cardo en la estepa. Mientras que el pobre
había vivido apoyado en Dios y –en su muerte-los ángeles lo llevaron en
volandas al seno de Abrahán: había dado fruto. Ahora era feliz, bendito,
mientras el rico, atormentado vivía la maldición de la lejanía, la maldición de
su infelicidad.
PASIÓN DE JESÚS
Hay dos modos de enfocar esta noche del prendimiento: con
Mateo y Marcos hay un juicio nocturno. Con Lucas, no. Lucas refiere ya el
juicio de la madrugada. Yo prefiero a Lucas.
Eso quiere decir que había que llenar aquella noche. Cuando
Jesús salió de Anás podía ser alrededor de la 1. El guardia de la bofetada
venía alterado porque la pregunta que le hizo Jesús había sido muy seria, y el
guardia no había podido darle respuesta. Venía con los morros hinchados, y se
desahogó con los otros guardias expresándoles cómo el preso se le había
insolentado. ¡Bueno era apagarle los humos! Y lo introdujeron en el patio de
guardia y le pegaron bofetadas, le escupieron, le mesaron la barba… El preso no
reaccionaba, A alguno se le ocurrió jugar con él y trajeron un trapo y le
vendaron los ojos y se pusieron a intentar el juego de que Jesús averiguara
quién le pegaba. Ese juego que los chavales llaman “el abejorro”. Pero se
encontraron sin respuesta. Al principio les exacerbaba y aumentaban sus golpes,
pero al guardar Jesús total silencio, acabaron aburriéndose y dejaron el juego.
Bajo aquella venda Jesús veía. Veía la bajeza humana, y más
aún la irresponsabilidad de los jefes que no habían cuidado que se tratara con
respeto al detenido. Veía ahora más nítidamente a Anás con su malicia y su
cobardía. Bajo el agujero negro de la venda de sus ojos estaba viendo tanta
suciedad de una humanidad que se pierde en las mayores injusticias, en las
faltas de respeto a la vida, en el abuso de los poderosos, en los odios de los
de abajo, en la sinrazón de las luchas sociales, políticas, familiares… Veía a
la juventud que ha perdido el sentido del amor, de la pareja con la que
compartir una vida…, a los mayores que no tienen rumbo y van de aprovechados
por la vida…, a la violencia de unos contra otros… [Y yo invito a todos –y me
invito- a descubrir la mirada de Jesús sobre mí mismo, bajo su realidad de OJOS
VENDADOS que penetran nuestros sentimientos más íntimos y a veces oscuros, y
está viendo lo más profundo de nuestros corazones. A mí es un momento de la
Pasión que me causa mucha impresión porque me pone ante la mirada de Jesús, que
ve la verdad de cada uno, y ante la que no cabe otra cosa que reconocer que él
nos ve tales como somos, sin velos ni apariencias].
A Jesús lo dejaron allí y los guardias se salieron al patio
exterior con los criados y criadas, que se calentaban en una lumbre que habían
hecho.
En esto llamaron al portón, salió un criado y se encontró
con dos hombres. Preguntaron por alguno de aquellos criados, que conocía Juan,
y le pidió que dejase entrar a su amigo para ver en qué paraba todo aquello del
preso que habían traído. Allí se metió Pedro en el avispero, disimulando lo
posible, pero con los ojos buscando dónde podía estar Jesús. No lo veía y su
constante mirar empezó a levantar sospechas. Le hablaron, respondió con frases
cortas y empezaron los comentarios de unos y otras: aquel tenía que ser un discípulo…, su modo de hablar con acento galileo
se le notaba. Y Simón se sintió en peligro y optó por negarlo todo. Y como
al cabo del rato insistían fue levantando la voz en su negativa y seguramente
no se dio ni cuenta de que el gallo había cantado. Era, pues, avanzada la
noche. Mujer, déjame: no conozco a ese
hombre, llegó ya a gritar. Y su voz llegó ya al interior del patio de
guardia donde estaba Jesús. El nerviosismo de Pedro fue a mayores, y la espera
de los guardias se hizo ya cansina y optaron por sacar al preso de allí y
llevarlo al calabozo. Podían ser de las 2 a las 3 de la madrugada. Momento que
coincidió con los juramentos de Pedro de no conocerlo y con el canto del gallo
por segunda vez. Jesús pasaba en ese momento, maniatado, y su mirada se cruzó
con la del exaltado Pedro. ¡Qué mirada de Jesús! No era de reproche pero sí de
dolor, de sentimiento profundo por el amigo caído. Pedro no pudo sostener la
mirada. Bajó los ojos arrasados en lágrimas y se fue corriendo como alma en
pena hacia el portal y se deshizo en lágrimas muy amargas. ¡Había negado al
Maestro…!
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarLA COMUNIDAD HUMANA
"Ningún hombre puede afirmar, como Caín, no ser responsable del destino de su hermano".( San Juán Pablo II)
¿CÖMO SE PUEDE DESARROLLAR EL BIEN COMÚN?.-El BIEN COMÚN se da allí donde se respetan los derechos fundamentales de las personas y donde las personas pueden ejercer en libertad su desarrollo espiritual y religioso. El bien común significa que las personas pueden vivir en libertad, paz y seguridad. En los tiempos de la globalización el bien común debe buscar un alcance mundial y contemplar los derechos y obligaciones de toda la humanidad.
El mejor servicio al BIEN COMÚN es que el bienestar de cada persona y de la células menores de la sociedad (conmo,por ejemplo, la familia) esté en el centro. El individuo y la unidad social menor necesitan protección y promoción especiales por parte de las instituciones estatales.
Continuará
Aquel rico ha llegado al infierno por no haber tenido una relación fraternal con Lázaro con quién le unía un deber de cuidado y de compasión. Por no tener una relación adecuada con el vecino enfermo y pobre, este hombre rico se ha convertido en un egoísta que pasaba de todo y de todos, incluso de Dios.El Papa Francisco, al hablar de ecología, insiste en saber interpretar el clamor de la tierra y el de los pobres.
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