Mis queridos amigos del Apostolado de la Oración:
Hemos recibido de Roma un documento por el que se nos traslada a los miembros
del Apostolado la preocupación del Papa por el momento prebélico que estamos
viviendo con Siria en primera línea, pero con más fondo en la realidad del
mundo. Os lo envío como “adjunto”.
Por mi parte os voy a comunicar UNA VARIANTE MENOR pero que no deja de tener un
ritornello anual, que nos afecta directamente a nosotros, el Grupo del
Sagrado Corazón, en Málaga. Y es la minusvaloración que se hace de
nuestro grupo como poco significativo, poco influyente, y por tanto con la duda
en el tejado de si hemos de celebrar nuestros PRIMEROS Y TERCEROS VIERNES.
Me parece que lo mejor es mostrar con hechos la vida y obras, la oración y el
servicio, que intentamos llevar adelante.
Bien sé que este PRIMER VIERNES DE SEPTIEMBRE no es aún momento más adecuado
para hacer una presencia más masiva en nuestra MISA de 7’30 de la tarde.
Y SIN EMBARGO OS VOY A PEDIR que hagáis –cuanto os sea posible- el
esfuerzo de vuestra asistencia quienes estáis por la Ciudad; así como que lo
comuniquéis a quienes sabéis que no tiene el recurso de este medio de
comunicación.
Espero vuestra asistencia. Sólo a la MISA, EN ESTE DÍA 6 [puesto
que el Curso lo inauguraremos, D.m. de forma “oficial” en la ESCUELA DE
ORACIÓN DEL TERCER VIERNES].
Con oración, que es como hay que afrontar la vida cristiana, me despido.
Manuel Cantero S.I.
Queridos amigos del AO y
del MEJ
El Papa nos está
pidiendo oraciones. En su Angelus hace dos días pide por la paz en Siria
y en todo el mundo. Quiere que oremos y ayunemos con él, especialmente el
sábado próximo. Lean sus palabras y les pido que las distribuyan lo más posible
entre su gente.
Queridos hermanos y hermanas: Buenos días.
Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del
grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la tierra,
en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia que es la
humanidad: ¡el grito de la paz! Es el grito que dice con fuerza: Queremos un
mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra
sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la
guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que tiene
que ser promovido y tutelado.
Vivo con
particular sufrimiento y preocupación las numerosas situaciones de conflicto
que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente
herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por la dramática
evolución que se está produciendo.
Hago un
fuerte llamamiento a la paz, un llamamiento que nace de lo más profundo de mí
mismo.
¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona
el uso de las armas en este atormentado país, especialmente entre la población
civil inerme! Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno
con especial firmeza el uso de las armas químicas. Les digo que
todavía tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los
días pasados. Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre
nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la violencia nunca
trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia!
Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que escuchen
la voz de su conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que
vean al otro como a un hermano y que emprendan con valentía y decisión el
camino del encuentro y de la negociación, superando la ciega confrontación. Con
la misma fuerza, exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo
esfuerzo posible para promover, sin más dilación, iniciativas claras a favor de
la paz en aquella nación, basadas en el diálogo y la negociación, por el bien
de toda la población de Siria.
Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia
humanitaria a las víctimas de este terrible conflicto, en particular a los
desplazados en el país y a los numerosos refugiados en los países vecinos. Que
los trabajadores humanitarios, dedicados a aliviar los sufrimientos de la
población, tengan asegurada la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.
¿Qué
podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan
XXIII, a todos corresponde la tarea de establecer un nuevo sistema de
relaciones de convivencia basadas en la justicia y en el amor (cf. Pacem in terris[11
abril 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).
¡Que una
cadena de compromiso por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena
voluntad! Es una fuerte y urgente invitación que dirijo a toda la Iglesia
Católica, pero que hago extensiva a todos los cristianos de otras confesiones,
a los hombres y mujeres de las diversas religiones y también a aquellos
hermanos y hermanas no
creyentes: la paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de
toda la humanidad.
Lo repito alto y fuerte: no es la cultura de la confrontación, la
cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y entre
los pueblos, sino ésta: la cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste
es el único camino para la paz.
Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al
corazón de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de
paz.
Por esto,
hermanos y hermanas, he decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de
septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de
ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y
también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más
oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras
religiones y a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00
a las 24.00 horas, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para
implorar de Dios este gran don para la amada nación siria y para todas las
situaciones de conflicto y de violencia en el mundo. La humanidad tiene
necesidad de ver gestos de paz y de oír palabras de esperanza y de paz. Pido a
todas las Iglesias particulares que, además de vivir esta jornada de ayuno,
organicen algún acto litúrgico por esta intención.
Pidamos a María que nos ayude a responder a la violencia, al
conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del
amor. Ella es Madre. Que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros
somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar este difícil momento y a
comprometernos, todos los días y en todos los ambientes, en la construcción de
una auténtica cultura del encuentro y de la paz. María, Reina de la Paz, ruega
por nosotros.
PAPA
FRANCISCO
Plaza
de San Pedro
Domingo, 1 de septiembre de 2013
Domingo, 1 de septiembre de 2013
La Diócesis de Málaga se
suma a la iniciativa del Papa Francisco pidiendo una jornada de ayuno y
oración por la paz en Siria y en el mundo. El sábado 7 de septiembre se
celebrara entre las 17,00 y las 19,00 h un acto de adoración eucarística en
la Catedral, a tal efecto. Se recomienda que las parroquias promuevan a su
vez actos en dicho sentido pidiendo en todas las misas por esta intención.
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Personalmente nos será imposible asistir físicamente a Ana Mari y a mi, pero estaremos presentes espiritualmente. Espero y deseo, a la vez que pido también, una asistencia masiva, siguiendo el pedido del P. Cantero.
ResponderEliminarIgualmente deseo a los "cuervos" que pican cada año en lo mismo, que no tengan éxito en sus picaduras, tampoco en 2013-14.
Larga vida al Apostolado de la Oración de Málaga.