Creando lo
nuevo
Es
casi un descubrimiento que la Cuaresma no mira atrás para meter el dedo en el
ojo del pasado, y hacer más daño que provecho revolviendo lo que fuimos. Un domingo tras otro y un día tras otro
afloran en sus lecturas –que llevan la pauta de este tiempo- que la Cuaresma es
constructiva y está buscando no recordar
lo de antaño, no pensar en lo antiguo, porque, mirad que realizo algo nuevo. Y es tal novedad que allí donde
el desierto seco e inhóspito deja arena
y dunas movedizas, yo abro caminos y hago
brotar ríos para apagar la sed de mi pueblo, para que proclame mi alabanza.
[Is. 43, 16-21].
En
el Evangelio [Jn 8], está puesto en práctica por Jesús ese principio
fundamental. Si la mujer cometió adulterio, Jesús ni lo niega ni mete el dedo
en el ojo. Si los ancianos han de cumplir la ley, Jesús ni lo niega ni lo
prohíbe. Pero pide una condición: que el que esté sin pecado sea quien tire la
primera piedra. Cúmplase la ley…,
pero empezando por el principio. Y con gran detalle del evangelista, nos dice
que todos se fueron yendo, empezando por
los más viejos. Las piedras fueron
cayendo, sí…, pero disimuladamente a lo largo del cuerpo de cada uno. Y fueron
los más viejos quienes las dejaron caer primero. Porque tenían más motivos para
irse porque a lo largo de su vida más larga, no habían sido ellos los más
ejemplares. Aquello antiguo, ha pasado. Y la
mujer se encuentra ante Jesús, sin que le haya caído ni una chinita. ¿Jesús da por bueno todo y sin más? Jesús no condena. Tampoco deja que aquello
acabe como si allí no hubiera pasado nada: yo
no te condeno, pero EN ADELANTE, no
peques más. Comienza algo nuevo y aquella mujer debe tiene que empezar
una forma nueva de vida.
Será
la 2ª Lectura [Fil 3, 8-14] en la que San Pablo haga una formidable síntesis.
Lo antiguo –su vida “antigua” por la que había luchado con obsesión- se le
antoja ahora un tiempo perdido…, sus logros fanáticos, una basura, porque ha
llegado al conocimiento de Cristo Jesús, y eso cambia todos los esquemas…,
abre otro sentido a la vida, abre otros cauces.
Antes era el Saulo cumplidor hasta el exceso farisaico. Ahora la ley de
sus antepasados –que ni siquiera era la Ley de Dios- no le justifica, no le
salva, no le hace acertar mejor. Ahora
hay algo nuevo y viene de la fe en
Cristo, del echarse en brazos de Cristo y dejarse arrebatar por Él. Y sabe que eso no le da la prestancia del
fariseo ampuloso que busca la reverencia. La fe en Cristo le da sacrificio,
padecimiento, espíritu de humildad, perder algo suyo…, para poder llegar un día a la resurrección de entre los
muertos.
Sabe
que no está conseguido como el que posee el talismán, aunque está seguro de que
su caminar hacia Cristo ya es poseer el premio. Pero a él le toca mirar menos
hacia atrás y seguir corriendo hacia la meta,
como si aún no hubiera conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás, y lanzándome
hacia lo que está por delante, corro hacia la meta. Y su seguridad es
que Dios tiene la corona preparada para llegar a esa vida en la que ya siente
que le está llamando Cristo Jesús.
Para
el camino, la fuerza del propio sacrificio de Cristo…, la ayuda de esa
Eucaristía que le impulsa y le compromete.
Las dos cosas: puede descansar en ella, pero esa misma eucaristía le
está acuciando a seguir en la lucha del día a día.
El
tema evangélico de la PASIÓN va en otra entrada a continuación.
Hoy domingo, me quedo con dos apuntes de las lecturas del día:
ResponderEliminar1.- Esa expresión en la que Pablo nos dice "..todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él...". El encuentro con Jesús, hace que relativicemos todo. Poner en el centro de todo a Jesús y su Palabra nos hace aclarar la visión y percepción de todas nuestras realidades. El que encuentra a Jesús, lo pone en el centro de su vida.
2.- El evangelio, con ese encuentro de Misericordia (y Perdón) entre Jesús y la mujer adúltera. Jesús no la condena, y tampoco condena a fariseos y escribas. El encuentro con Jesús, el "cara a cara", es un encuentro de Misericordia, pero también nos insta con rotundidad y firmeza a un giro en nuestras vidas. con ese "en adelante no peques más".