SAN JOSÉ
He
de confesar que es de las liturgias que más trabajo me cuestan explicar, porque
más bien hay que explicar términos, puesto que en las dos primeras no está
directamente el Santo. ¡Y sin embargo lo está de lleno! Si es la primera (2 Sam,
7, versículos salpicados), José está ahí porque el reinado eterno prometido a
David, es evidente que no lo fue en David, que murió. José es descendiente de
David y José fue el esposo de María. De la
cual nació Cristo. En él se hace
eterno ese “reinado de David”. En la 2º
(Rom 4, versículos salpicados), se alude a Abrahán, cuya fe sobrepasó todas las
razones humanas. Pero creyó. Y en José,
el esposo cuya esposa está encinta –y él no ha intervenido- y agacha la cabeza
en actitud de fe total cuando Dios le advierte que aquello que hay en María
viene del espíritu Santo, pero que José será “padre” en la tierra a todos los
efectos, con todas las responsabilidades… Y José se pliega y CREE contra toda
razón, y afectándole en lo más hondo de sus ser de varón judío. Por decirlo
así, ni padre ni esposo efectivo…, y sin embargo, esposo y padre. El Evangelio (Lc 2, 41) incide en esa
realidad que sería, en sí misma, humillante, cuando el evangelista pone en boca
de Jesús una corrección a las palabras de María: Tu padre y yo te buscábamos… Y Jesús responde: Yo tenía que estar en las cosas de mi
Padre, quedando –pues- San José fuera de esa paternidad. Luego se
apresurará San Lucas en dejarnos claro que el
Niño bajó con ellos a Nazaret, que era un niño obediente a ellos, y que crecía
como un niño normal. Por tanto, un niño que tuvo en María y José a sus padres,
los que le cuidaron y educaron, le alimentaron y le enseñaron…
Por
todo esto, que entra en la profundidad de misterio de Dios, San Jose queda elevado
como la figura más importante de la Iglesia y de la vida de Cristo, hijo de
María –la MUJER esencial anunciada desde el comienzo-. Con muchos “títulos”
ensalza la Iglesia a San José: Patrón de la Iglesia, de la Buena Muerte, ejemplo
de padre, patrón de los Seminarios donde se forman y educan los que han de
seguir la obra de Jesús…, y muchos títulos más que ensalzan su amor casto, su
fuerza contra toda tentación…
JESÚS
DESNUDADO en el Calvario.
Va
Jesús tan agotado, los pies se le cruzan ya de no poder caminar, y llegar a la
cima es como un descanso. Duro descanso porque llegar hasta allí equivale a ese
punto culminante de dolor, físico y moral. Porque lo primero fue
desnudarlo. Y eso ya era muy costoso
cuando todo un mundo había hecho espectáculo de aquella ejecución. Pero además era
más que desnudarlo: era desollarlo vivo, después que su túnica se había pegado
a sus llagar y se habían resecado con el aire durante el camino. Como
arrancarle la piel (lo que le quedaba de piel…) y renovarle todo el dolor de la
flagelación.
No
quiero seguir sin hacer parada en el primer aspecto, porque me hace evocar
momentos de mi vida, de los que igualmente han sido “sufrientes” en su propio
caso, tantos y tantos enfermos que llegan a un Hospital y quedan “despersonalizados”
cuando se les hace desnudar. Y hay que decir que no siempre ni con finura ni
con miramiento. Cuando no es que se les deja solos sino con varios ojos encima
y sabe el enfermo que eso es como es y acaba olvidándose de sí y teniendo que
dejar a un lado su sentido de pudor. Y
sólo me refiero a ese instante: desnudarse. Y sentirse convertido en “nadie” y “nada”,
porque allí uno es simplemente “un ingresado”.
Cuando
la tradición devota nos ofrece la idea de aquella mujer que acerca el paño de pureza a Jesús, puede
pensarse el alivio moral y humano que suponía para Él. Sufriendo todos sus dolores –que no se podían
evitar- pero agradeciendo la delicadeza. Porque igualmente encuentra uno esas
personas que han de atender al enfermo y que el enfermo cuenta ya con su
desnudez, pero palpa la delicadeza, y la agradece. Porque los hechos no son tan asépticos que
sólo sean “sucesos” de la vida, sino realidades humanas que se humanizan con
las formas. Y hay paños de pureza virtuales
que son un descanso para quien los recibe.
Y
pensando en Jesús, en su momento del suplicio, ahora afronta la parte más
espantosa de su dolor. Se le manda echarse sobre el suelo desigual y rocoso, y
viene el primer paso, brutal, de estirazamiento de los brazos para que quede el
lugar donde irán los clavos sobre los agujeros ya abiertos en el madero.
Descoyuntados los músculos del pecho, afectando la respiración, y dos hombres,
avezados en el oficio que con golpes secos de maza atraviesan los antebrazos de
Jesús y cortan con ello el tendón, con lo que agarrota el dedo pulgar. Necesariamente
un movimiento de convulsión general de todo el cuerpo, que vuelve a rasgar las
espaldas. Un grito contenido, pero
instintivo. Ni una queja. Musitando una oración que apenas puede expresar
porque ahora mismo ya tiene bastante con lo que está sufriendo todo su ser.
Lo
que piensa, lo que quiere expresar, es su
perdón a tantos que no saben lo que hacen.
Los que no necesitan ni perdón son los verdugos cuyo oficio es ese y no
tienen más alternativa. Pero sacerdotes, judíos que vociferaron, Pilato el
pelele…, no saben lo que hacen. Eso
es claro como el agua. Y Jesús quiere
dejar constancia de que quiere el perdón para todos.
ESTE ES EL CRIADO FIEL Y SOLÍCITO A QUIEN EL SEÑOR HA PUESTO AL FRENTE DE SU FAMILIA.
ResponderEliminarEsta familia de la que se habla en la Antífona de entrada debla Misa es la Sagrada Familia de Nazaretél tesoro de Dios en la tierra,que encomendó a San José "EL SERVIDOR FIEL Y PRUDENTE"que entregó su vida con alegría y sin medida para sacarla adelante.Lafamilia del Señor es tambien por ampliación,a la Iglesia,que reconoce aSan José,como su Patrono y protector.