Liturgia del
día
Los Hechos de los Apóstoles, que ahora quedan prácticamente
reducidos a Pablo, nos van mostrando –más que unos hechos que acontecen a unos
hombres- el acontecer de Dios en la historia.
Dios quiso centrar su revelación y que arraigara primero su mensaje de
salvación en el que fue el pueblo de sus
promesas. Pero los hechos van sucediendo de una forma diferente. ¿Contradiciendo a Dios o mostrando la
Providencia misteriosa de Dios?
Pablo y Bernabé, incluidos ahora en el grupo de los
apóstoles, padecen las envidias de los judíos, que responden con insultos a su
predicación. Pablo y Bernabé les dicen
que ellos, los judíos, estaban destinados a ser los receptores del mensaje de
salvación. Pero como lo rechazan, ellos
marchan a anunciar a los gentiles (hoy
se diría, en términos políticos, “a la
oposición”), ese mensaje de luz. Y la Palabra de Dios se fue difundiendo
así, providencialmente, fuera del pueblo judío.
Pero ocurre más: “señoras distinguidas y devotas” (que
hoy traduciríamos por “influyentes en el mundo religioso”…; y lo dejaré así
para no decirlo de otra manera), organizan una persecución contra Pablo y
Bernabé hasta expulsarlos del territorio.
[¿Nos suena a “algo” estas expresiones?]. Pablo y Bernabé sacuden el polvo de los pies –así
lo había dicho Jesús cuando no hay gentes de paz-) y se marcharon a los
gentiles. Y los discípulos, humanamente
aplastados y humillados, se van llenos de alegría. Han hecho la traducción de la misteriosa
providencia de Dios.
El Evangelio de hoy lo tuvimos hace dos días en la fiesta
de San Felipe. No me detengo. Salvo una referencia a esas personas que
dicen que ellas no se dirigen a Dios sino a Cristo, a Jesús. Y Jesús está diciendo: ¿y no os dais cuenta
que os dirigís a Dios, a ese Dios que pensáis alejado o “peligroso”…, y que Él
y Yo somos UNO? Lo que pedís o no pedís al
Padre, me lo pedís o no me lo pedís a Mí.
Y lo que pidáis al Padre, Yo os lo concedo. “Felipe: tanto tiempo con vosotros ¿y aún no
me conoces?”
El día de LA MADRE
Dejadme por un rato ser “antiguo”,
Dejadme disfrutar del Día de LA MADRE.
Que hoy es sábado y bien se lo merece LA MADRE.
Pertenezco a “esa extraña
generación” que tuve a su madre siempre en casa. Si estaba alegre o triste, si
no me aprendía la lección o si hacía una trastada, si volvía del Colegio o de
donde hubiera ido, allí estaba mi madre. Y ese tesoro lo guardo en lo más
profundo de mi ser, porque MI SER LO QUE SOY tiene toda la marca de haber
vivido esa época. No quiero ahora hacer
valoraciones de si mejor o peor. Quiero
decir un hecho, y que lo agradezco con toda mi alma.
No había reclamos en los comercios,
no se gastaba dinero, no se tenían salidas de vida ordinaria. Era día
de la madre y el beso de esa mañana llevaba un caudal de cariño “extra”,
como felicitación.
Pero todavía digo más. Entonces el día de la Madre era el día de la
Inmaculada. Yo he tenido siempre
predilección por la Inmaculada. “Me crié”
en la Congregación Mariana de LA INMACULADA; estudié en el Colegio de la
INMACULADA, mi vocación surgió a los pies de LA INMACULADA.
Para mí el “día de la madre” era
más: era el DÍA DE LA MADRE. Y LA
MADRE era la Inmaculada… Y mi madre era como un reflejo de esa INMACULADA a la
que realmente iban dirigidas todas las referencias de MADRE.
Por eso en este sábado, y sábado de
Mayo (que además es víspera del día comercial de la madre), no he podido menos que vivir en mi oración ese tesoro
que recibí de mi madre, la que estaba
siempre “allí”, y de que me educó –junto a mi padre- en el cariño, respeto
y amor hacia LA MADRE. ¡Benditos sean mi padre y mi madre, que me
dieron mucho más que la vida! En
realidad en ellos nací a dos vidas: la que ahora vivo aquí en mi quehacer
diario, y a la VIDA que me envuelve todo, abarca todo, y da sentido a todo.
Gracias por esa reflexión-"expresión" de AMOR a la MADRE. En estos tiempos en que comercializamos todo... ojalá convirtamos este día, esta celebración, en un puro sentimiento de amor y de agradecimiento al Señor por cada una de nuestras madres.
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